sábado, 28 de junio de 2014

HABLAR POR HABLAR




La charla innecesaria es uno de los mayores obstáculos para el despertar. Si queremos estar en contacto con nosotros mismos, necesitamos reducir la charla innecesaria o mecánica y para ello es necesario saber qué es, en teoría y en práctica.

 El hablar tiene muchas utilidades. El ser humano es el único ser que tiene la facultad de articular un lenguaje. Lo podemos utilizar para comunicar grandes ideas, para preguntar, para expresar emociones en todas sus formas, para saludar, etc. hay muchas utilidades para la charla necesaria. Por otra parte, también hay una charla que no tiene uso, que no alcanza ninguna meta, que es hablar por hablar. No estás interesado en si la otra persona tiene interés por escuchar lo que dices o no y quizás ni estás consciente de lo que está ocurriendo de forma paralela a la conversación. Puede que después te sientas sin energía, agotado y no recuerdes de qué estabas hablando: era trivial, sin sentido.

Esta forma de hablar nos roba gran cantidad de energía y es un signo de inconsciencia. Para la charla innecesaria no necesitas a otra persona. Puedes hablarte a ti mismo (de hecho ocurre), argumentando, teniendo una conversación imaginaria en tu cabeza. Puedes estar haciendo notas mentales sobre todo lo que estás haciendo.

Todo esto se reduce con la auto-observación que envuelve todos los centros de energía. Si estás en una charla interna sobre todo lo que haces o ves, probablemente estarás perdiendo gran cantidad de energía que podrías utilizar para mejores objetivos. No existe una regla fija que nos diga qué charla es necesaria o innecesaria. Debes observarte a ti mismo y ver si lo que estás diciendo tiene alguna utilidad y cómo te hace sentir.

 Hay personas que tienen más tendencia a la charla mecánica que otras y necesitarán trabajar más concienzudamente sobre esto. Hay gente que habla muy poco, que no expresa, por lo tanto deberá hacer un ejercicio práctico sobre ello. Recientemente estaba caminando con un amigo por el parque, hablando incesantemente. Mi amigo me dijo que me observara, que observara mi charla. Era casi imposible pararla y decidimos hacer el siguiente ejercicio: no hablar hasta terminar el paseo. Esto convirtió el paseo en algo muy interesante. Comencé a ver lo que me rodeaba y a tener otra visión sobre los árboles, las flores, todo lo que allí estaba (Venus). El paseo apenas duró una hora pero lo sentí como una eternidad. La noción del tiempo había cambiado. Había perdido menos energía. Este ejercicio no es válido para todas las situaciones porque necesitamos hablar. Pero aprendí algo importante. A veces sentía que tenía algo muy importante que decir y quería romper el silencio. Pero contando hasta diez y diciendo "bien, voy a hacer una nota mental de ello y lo diré más tarde", cuando llegaba a diez, la cosa tenía menos importancia y, a veces, ni siquiera recordaba eso "tan importante". Trabajar con la charla innecesaria requiere de auto-observación para ser consciente de lo que perdemos o ganamos con dicha charla. Les recuerdo que la charla innecesaria es tanto interna como externa. En realidad, la externa es un reflejo de la interna.

 Autor Desconocido.

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