miércoles, 25 de mayo de 2016

ÚNICOS Y DIFERENTES


 
 
Cada ser humano es único y diferente, pero todos nacemos a partir de una energía común. Todo está en todos, y sin embargo cada uno de nosotros desarrolla unos patrones de conducta, una especie de esencia personal que llamamos “nuestro Yo”, cuyas variaciones dependerán del amor y la estabilidad que experimentamos durante la infancia, así como del condicionamiento sociocultural recibido y la genética, entre otros factores.

A diferencia del resto de los animales, nuestra evolución requiere cierto esfuerzo consciente. Los seres humanos nacemos en la inconsciencia más profunda y solemos ir desarrollando nuestra consciencia con el transcurso de los años, hasta lograr alcanzar nuestra máxima potencialidad, lo cual depende de cada uno de nosotros.

La dificultad previa radica en el hecho de que, siendo todavía bebes, la realidad se nos antoja amenazadora y hostil. Para defendernos de la infinita y confusa información que nos llega a través de los sentidos, desde el primer día de nuestro nacimiento, empezamos a protegernos tras un escudo mental, también llamado personalidad, ego o falso yo.

Así es como nuestra verdadera esencia queda sepultada. Sin embargo, esta autoprotección tiene una finalidad evolutiva concreta: nos ayuda a sobrevivir emocionalmente al abismo que por entonces supone nuestra existencia. Pero sean cuales sean nuestras circunstancias externas, la tremenda experiencia que supone nuestro nacimiento puede dejarnos heridas psicológicas profundas.

A lo largo de nuestra infancia, éstas se van abriendo e intensificando, provocando que nuestra necesidad de amor sea desmesurada. Esta es la razón de que los primeros seis años de nuestra vida tengan un gran impacto en el posterior desarrollo de la personalidad. Por eso, cuanto más amor y estabilidad hayamos recibido durante esos años, menos necesidad tendremos de protegernos bajo la falsa identidad de nuestro ego. Desde el punto de vista del ego, todos nuestros actos y palabras tienen la finalidad inconsciente de conseguir que los demás nos quieran, sin embargo, muchas veces nos ocurre lo contrario.

Cuanto menos nos aman o menos amor creemos estar recibiendo, más fuerte y dura se vuelve nuestra personalidad, ego o falso yo. Con el paso de los años, incorporamos una serie de comportamientos impulsivos, que se disparan automáticamente como reacción a lo que sucede fuera. Así, estos mecanismos de protección terminan por fijarse en nosotros, transformándose en “nuestra forma de ser”.

Conocernos a nosotros mismos es la clave de nuestra evolución. Nos descentramos cuando nos identificamos con nuestra personalidad, ego o falso yo, y como resultado reaccionamos de forma automática e inconsciente cuando la realidad no se ajusta a nuestras exigencias y deseos. Para recuperar nuestro equilibrio, nuestro centro interior, tendremos que hacer ejercicios que nos permitan tener la mente relajada, lo que nos ayudara a evitar nuestras reacciones impulsivas.

Cuando entramos en ese estado interior conectamos con nuestro verdadero Yo y nos invade una gran paz y serenidad, abrazándonos y unificándonos  con el Todo. Aceptando  sin reservas lo que sucede, sintiéndonos felices sin otro motivo que el de estar viviendo esta maravillosa experiencia que nos ofrece la Tierra.

lunes, 16 de mayo de 2016

ACEPTAR ES CRECER






En algún momento de nuestra existencia hemos pensado que la vida no tiene ningún sentido. Este razonamiento surge como consecuencia de vivir bajo un determinado estado de consciencia, acompañado de un limitado grado de comprensión. Al fin y al cabo, todo lo que creemos de nosotros es fruto de lo que hemos aprendido y hemos grabado en nuestra mente y nuestra consciencia. Lo importante para seguir adelante, para poder evolucionar es conocernos, si no nos conocemos a nosotros mismos, no podemos conocer nada.

Está claro que podemos entretenernos mirando todo lo que nos rodea, y seguir viviendo como si no pasara nada, pero tarde o temprano notamos ese malestar en nuestro interior que nos indica que “las cosas no van bien” y que tenemos que hacer frente a nuestra vida. Para comenzar a conseguirlo es necesario que, de vez en cuando, dediquemos un rato a estar solos sin hacer nada, aceptando todas aquellas emociones que vayan brotando, sin juzgarlas por muy  molestas que sean.

En esos instantes de soledad y silencio empezaremos a ser conscientes de que caminamos por la vida como si nos faltara algo, nos daremos cuenta de que hemos intentado llenar el vacío que sentimos en nuestro interior con cosas del exterior, evasiones de todo tipo. Pero si somos sinceros, caeremos en la cuenta de que nada de lo que se consigue en el exterior, consigue aliviar por mucho tiempo nuestra ansiedad interna. Sucede todo lo contrario, cuanto más apegados estemos a estímulos externos, más necesitaremos consumirlos para sentirnos temporalmente satisfechos.

Salir de esta rueda sólo depende de nosotros mismos. El primer paso es asumir y reconocer aquellas cosas que no nos hacen felices, por muy duro que sea reconocerlas. Aceptar las cosas es imprescindible para comenzar a estar bien, de lo contrario podemos quedar atrapados en la creencia de que el negro es el color de la existencia.

Pero la felicidad si existe, sobre todo porque se trata del estado natural de nuestro ser, de lo que somos en esencia. Aparece cuando apagamos la mente y conectamos con nuestro corazón. Recordemos los momentos en los que nos hemos sentido en paz, con nosotros, con los demás y con el entorno del que formamos parte. Vivir en ese estado es lo que todos deseamos, pero estamos tan acostumbrados a mirar hacia fuera que nos olvidamos de lo más importante: nosotros mismos.

La verdad es que nadie nos ha enseñado a vivir de acuerdo con nuestra verdadera naturaleza, pero el problema tiene solución: solo tenemos que asumir el compromiso de estar bien con nosotros mismos, y lo demás….ira surgiendo a su debido tiempo.

Puede que nos parezca difícil, pero la vida cobra sentido cuando nos libramos de la esclavitud de la mente. Esta es la batalla que tenemos que ganar, y la que nos hará evolucionar y convertirnos en un verdadero ser humano consciente y con una infinita capacidad de aceptar y amar lo que nos sucede, sin esperar nada a cambio.

domingo, 1 de mayo de 2016

CONOCER LA HISTORIA ES IMPORTANTE.


 



1º DE MAYO DIA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES.


Los hechos que dieron lugar a esta celebración se sitúan en los albores de la revolución industrial en los Estados Unidos. A finales del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de EE.UU. De todas partes llegaban miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. Estos centros urbanos acogieron también a emigrantes venidos de todo el mundo a lo largo del siglo XIX.

El 1º de Mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga, en Chicago las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país, y las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de Mayo. La única fábrica que  trabajaba era McCormik, fabricante de maquinaria agrícola, que aunque estaba en huelga desde el 16 de Febrero, se mantenía activa en base a los esquiroles.
El día 2 la policía disolvió violentamente una manifestación de más de 50.000 personas, y el día 3 se celebraba una concentración frente a sus puertas, cuando estaba en la tribuna el anarquista August Spie, sonó la sirena de salida de un turno de esquiroles, los concentrados se lanzaron contra ellos iniciándose una pelea campal.
Una compañía de policías, sin previo aviso, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente lo que termino con 6 muertos y varias decenas de heridos.
El periodista Fischer redactor del Arbeiter Zeitung publico una proclama, que luego se utilizaría como principal prueba acusatoria:
Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.
La proclama terminaba convocando un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para hacer un acto a las 19.30 en el parque Haymarket. Los hechos que allí sucedieron son conocidos como Revuelta de Haymarket.
Se concentraron en la plaza de Haymarket más de 20.000 que fueron reprimidos por 180 policías, un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros. Se declaro el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados de la muerte del policía.
La prensa se lanzo sobre los manifestantes reclamando un juicio sumario, y responsabilizando a ocho anarquistas y a todas las figuras principales del movimiento obrero. El 21 de Junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, quedando finalmente en 8, las irregularidades en el juicio violaron todas las normas procesales de forma y fondo. Los juzgados fueron condenados y condenados; tres de ellos a prisión y cinco a la horca. Louis Lingg, alemán de 22 años para no ser ejecutado se suicidó en la celda.
José Marti, corresponsal en Chicago del periódico La Nación de Buenos Aires (Argentina), relato así la ejecución:

...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
El Crimen de Chicago costó la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes: italianos, españoles, alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros países eslavos.

En memoria de aquellos héroes que dieron su vida por una mejora laboral y, una vida más digna para los trabajadores. No dejemos que su sacrificio sea en vano.
Carmen.