miércoles, 29 de junio de 2022

LA MANIPULACION.....



LA MANIPULACION EMOCIONAL INVISIBLE

De un día para otro, esa persona encantadora y atenta se ha convertido en alguien exigente y desagradable. ¿Qué ha ocurrido? Conoce la manipulación emocional invisible.

Cuando observamos desde fuera las relaciones de los demás nos resulta sencillo identificar si una está utilizando artimañas para manejar a la otra. No obstante, desde dentro del vínculo, la manipulación emocional invisible no siempre es tan fácil de detectar.

La manipulación es un proceso de dos fases que comienza de manera invisible. Nadie establecería una relación de ningún tipo con alguien que, desde el primer momento, le insulta, le humilla o le genera malestar. El manipulador va tejiendo una tela de araña en la que envuelve a la víctima y no es hasta que la tiene atrapada que muestra su verdadero rostro.

LAS CARENCIAS EN LA BASE DE LA MANIPULACIÓN EMOCIONAL INVISIBLE

Hay que tener en cuenta que no toda manipulación se lleva a cabo de forma consciente y deliberada. Algunas personas, debido a sus propias carencias, sienten la necesidad de asegurar la lealtad y la dependencia del otro hacia ellos. Para lograrlo realizan, de forma inconsciente, ciertas acciones manipulativas. Estas conductas pueden venir desde la infancia, donde se desarrollaron como mecanismo de defensa y aún siguen vigentes.

Muchas veces el manipulador no tiene conciencia de que lo es. Se trata de personas egoístas que persiguen un único fin: lograr sus propósitos, paliar sus miedos, llenar sus carencias utilizando para ello a otras personas. Evidentemente esto en absoluto justifica sus actos ni les resta gravedad, el daño psicológico que puede causar en la contraparte es abrumador.

Por otro lado, las carencias de la víctima y su propia historia personal también la vuelven más vulnerable a este tipo de relaciones de manipulación. Una baja autoestima y una incapacidad de poner límites nos colocan en una peligrosa posición en la que, sin darnos cuenta, podemos terminar cayendo en una dependencia emocional.

LAS FASES DE LA MANIPULACIÓN EMOCIONAL INVISIBLE

CAPTACIÓN

En un primer momento el manipulador se acerca a la víctima desplegando todos sus encantos y cualidades. Únicamente muestra sus virtudes y sus logros, con el fin de que la otra persona lo perciba como persona con agradable y se genere un sentimiento de admiración. Además, comienza a estudiar el perfil psicológico del otro, a detectar sus puntos débiles para ofrecer un apoyo incondicional en los mismos.

Se muestra atento y servicial, halaga a la víctima y le ofrece refuerzo constante. De una forma gradual y casi indetectable, se va volviendo indispensable para ella. Se establece una relación desequilibrada en la que el primero se muestra como un individuo admirable y lleno de virtudes que aparece para salvar al segundo de sus dificultades.

Sin percatarse, la autoestima y la independencia emocional de la víctima van disminuyendo a medida que la admiración y la necesidad por el manipulador aumentan. Han caído en las redes.

CAMBIO DE ROLES

En esta segunda fase el manipulador se siente seguro de la necesidad y la dependencia que ha generado en el otro, por lo que comienza a mostrar sus verdaderas intenciones. Si antes se mostraba como alguien feliz y con éxito, de pronto se convierte en una persona negativa y problemática que requiere constante atención y apoyo.

Comienza a inundar a la otra persona con sus dificultades personales, exigencias y requerimientos. El chantaje emocional, la culpabilidad y las amenazas son algunas de las estrategias más comunes empleadas. Al mismo tiempo, los niveles de apoyo y cariño profesados a la víctima disminuyen al mínimo y esta empieza a sentir un gran malestar en la interacción.

No obstante, la baja autoestima y la dependencia que se ha generado le impiden poner límites al manipulador. El miedo a que este se enfade, le rechace o le retire su cariño es mayor. De esta forma se permanece en una relación de poder y control invisibles, preguntándose qué ha ocurrido para que todo cambie y sin detectar que se ha sufrido una manipulación.

CÓMO EVITAR LA MANIPULACIÓN

Como hemos comprobado, la manipulación es un proceso prolongado y difícilmente detectable en un principio. Si queremos evitar vernos envueltos en una relación de ese tipo hemos de estar alerta: evitemos idealizar a las personas  sospechemos cuando alguien se muestre excesivamente solícito e implicado desde el primer instante.

Igualmente trabajaremos nuestra autoestima y nuestra independencia emocional, nunca cedamos nuestro poder personal a ninguna otra persona.

Y sobre todo, escuchemos a nuestras emociones: si una relación se ha vuelto desagradable, si ya sólo te reporta dolor, cuida de ti y sal de ese lugar.

Elena Sanz


sábado, 25 de junio de 2022

PARA SER FELIZ.....



PARA SER FELIZ DEBES APRENDER A IGNORAR A MUCHAS PERSONAS

Es sabido que nuestras relaciones no siempre nos aportan algo positivo, aunque realmente lo esperemos. Pero, a pesar de que somos conscientes de esto, nos cuesta darnos cuenta de que estamos alimentando intercambios tóxicos.

Muchas veces alejarnos de las personas conflictivas no solo es una cuestión de comodidad, sino de salud mental.  Hay actitudes que nos llegan a desequilibrar tanto que nos bloquean y nos impiden realizarnos, sometiendo nuestro bienestar emocional a sus antojos.

Todos sabemos de buena tinta que nuestras relaciones no siempre nos aportan algo positivo, aunque realmente lo esperemos. Pero, a pesar de que somos conscientes de esto. Nos cuesta darnos cuenta de que estamos alimentando intercambios tóxicos.

Así que nos encontramos ante el triste panorama de vivir sometidos a relaciones insanas con personas que no nos aportan sinceridad no buenas emociones. Es decir, intercambios cargados de intereses y egoísmos. Por eso,  para poder crecer debemos aprender a ignorar a cierta gente en ciertos momentos.

¿Qué es lo que debemos ignorar para ser felices?

Las situaciones a partir de las que conviene comenzar a regalar nuestra ausencia son variopintas. Normalmente podemos reconocer con facilidad lo que nos turba pero es posible que nos lleve un tiempo en  otras ocasiones. Conocerlas nos ayudará a tomar conciencia de la realidad e incluso puede ayudarnos a anticipar estas cuestiones, de manera que podamos impedir que nos hagan más daño que el inevitable. Dicho esto, veamos algo más detenidamente lo que debemos aprender a ignorar:

1. LAS CRÍTICAS DE LOS DEMÁS

Nadie nos puede afectar sin nuestro consentimiento. O sea, somos nosotros lo que damos validez a las opiniones de los demás. Lo que otros piensen sobre las decisiones que tomamos no debería importarnos, ya que es tan probable que nosotros nos equivoquemos como que ellos lo hagan.

2. LA CREACIÓN DE  INDEGURIDADES

Hay personas que piensan que son expertos en la vida de todos. Estos acaban consciente o inconscientemente, creando inseguridades y pequeñas frustraciones en la gente que les rodea. Procura ignorar este tipo de actitudes,  pues solo te conducen a la frustración.

3. PREOCUPARNOS POR LO QUE NO PODEMOS CONTROLAR.

Si nos preocupa cómo va a actuar esa persona o qué va a hacer o a decir, es que algo va mal. Es decir, la gente no va haciendo daño deliberadamente y no debería de tenernos en vilo que nos  respeten o no. Si esto ocurre, es mejor que te alejes de esa persona, no te hace ningún bien.

4. LAS COMPARACIONES OBSESIVAS

Está muy bien que la gente triunfe y tenga éxito, pero no que hagan sentir a los demás poca cosa. No hay persona más insignificante que aquella que usa sus logros para menospreciar a los demás.

5. LOS INTERESES Y EGOÍSMOS

No todo el mundo te está ayudando cuando intentan aparentar estar haciéndolo. Empieza a desactivar la realidad y analiza hacia qué lado se inclina la balanza siempre. Si hay un equilibrio, significa que hay armonía en vuestra relación; si por el contrario no lo hay, algo va mal.

REGALA TU AUSENCIA A ESAS PERSONAS QUE NO VALORAN TU PRESENCIA

Tenemos que darnos cuenta de que con el tiempo la imagen que tenemos de las personas puede cambiar, lo que implica que desconoceremos a aquellos que creíamos conocer.

A veces nos percatamos demasiado tarde de que todo lo que hemos hecho por alguien ha sido ignorado o menospreciado en el terreno emocional. Es posible que entonces nos sintamos decepcionados y que nos demos cuenta de que no han movido no un dedo por nosotros.

Conseguir que lo que alguien haga o no haga no nos afecte actúa como un bálsamo. Puede que resulte costoso al principio, pero los resultados comienzan a notarse bien pronto en nuestra salud emocional. De hecho, cuando somos capaces de hacerlo, nos damos cuenta de que es un verdadero placer poder escucharnos sin nada que enturbie nuestro diálogo interior.

La verdad es que intentarlo no solo merece la pena, merece la alegría.

 

miércoles, 22 de junio de 2022

COEFICIENTE INTELECTUAL SOMÁTICO



Buena parte de tus sufrimientos, estrés y ansiedad se almacenan en tu cuerpo. La inteligencia somática es la competencia que nos permite conectar y comprender todo aquello que sucede en nuestro organismo y, en consecuencia, en nuestra mente.

El coeficiente intelectual somático es una competencia de bienestar mental que todos deberíamos desarrollar. Se relaciona con la interocepción (escuchar al propio cuerpo), con esa capacidad para tomar contacto con la información que nos envía el cuerpo sobre lo que sucede en su interior. Es también el arte de saber habitar en ese envoltorio que nos contiene y al que a menudo tanto descuidamos.

Por ejemplo, las emociones se manifiestan mediante un correlato fisiológico. Lo que sentimos, aparece mucho antes en el estómago, los músculos, la piel y el corazón que en la propia mente en forma de pensamiento. Esas reacciones son poderosas y reveladoras, pero en este mundo tan apresurado y lleno de estímulos externos, apenas tenemos tiempo de escuchar los mensajes somáticos.

Hacerlo, conectar con el propio cuerpo, nos permite desarrollar mucho más la conciencia. Es favorecer una necesaria unión entre cuerpo y mente para desarrollar ese otro tipo de inteligencia que tanto contribuye a nuestro bienestar. Porque saber lo que sucede en el organismo, es comprender lo que quieren decirte tus emociones.

El coeficiente intelectual somático: la verdad está en tu cuerpo.

La inteligencia somática o el coeficiente intelectual somático no es un concepto nuevo. Sin embargo, está adquiriendo cada vez más relevancia en la actualidad. Se integra dentro de esas perspectivas que buscan promover un conocimiento más profundo del yo. Ahí donde el cuerpo, la mente y las emociones conforman una entidad completa, inseparable y también reveladora.

Para comprender este enfoque, pensemos en algo un instante. La cultura occidental se focaliza en exceso en todo lo relativo al intelecto. Damos por sentado que la mejor competencia del ser humano es su inteligencia. Es ella la que marca la diferencia, la que nos permite llegar lejos en la vida y resolver casi cualquier tipo de problema.

Sin embargo, como bien sabemos, también la competencia emocional es relevante y configura otro marcador poderoso de inteligencia. Ahora, debemos introducir una tercera variante, y es la referente a la interocepción, a la conexión íntima con todo aquello que sucede en el  organismo.

Porque, aunque estemos siempre focalizados en aquello que sucede en nuestra cabeza, lo cierto es que vivimos en un cuerpo que, a menudo, no atendemos como se merece.

El auge de las terapias somáticas

Los conocidos como enfoques somáticos han ganado peso en los últimos años. Ahí tenemos, por ejemplo, la terapia de experiencia somática desarrollada por el doctor Peter Levine, orientada a tratar los traumas psicológicos. El objetivo es situar el foco de atención en esas sensaciones corporales vinculadas a eventos y sentimientos dolorosas del pasado, y que la persona debe reconocer y abordar.

Una investigación de la Universidad Hebrea de Jerusalén y el Instituto internacional de Curación de Trauma avalan la utilidad de esta estrategia. La meta es favorecer ese coeficiente intelectual somático capaz de favorecer la conciencia corporal y los mecanismos de autorregulación emocional.

Por otro lado, también podemos destacar el método terapéutico creado por el filósofo y psicoterapeuta Eugene Gendlin, quien fue discípulo de Carl Rogers. Su propósito era favorecer la sabiduría corporal, para lograr así integrar emoción y razón en un diálogo profundo. Solo cuando favorecemos un autoconocimiento sobre lo que nos sucede física y emocionalmente, logramos dilucidar lo que necesitamos.

Salir de tu cabeza para entrar en tu cuerpo

Jon Kabat Zinn, el profesor de medicina que popularizo las prácticas de meditación en la ciencia occidental, nos proponía con frecuencia algo muy concreto. Debemos salir de nuestras cabezas para conectarnos a nuestro cuerpo a través de la respiración. Esto, insistía, nos permitirá sentirnos más presentes y también, focalizados con nuestras necesidades.

De algún modo, para desarrollar un auténtico coeficiente intelectual somático debemos hacer esto mismo “salir” más veces de nuestra mente. Establecer cierta distancia del  rumor mental, las preocupaciones y las negatividades, nos facilitaría escapar de la psique para entrar en ese cuerpo físico que tanto tiene que explicarnos.

Cómo desarrollar tu coeficiente intelectual somático

Lo más probable es que cada vez que sufres cefaleas o dolor muscular, te tomes un analgésico y procures descansar un poco. Nada más. Sin embargo, no siempre te detienes un momento para preguntarte qué quiere decirte tu cuerpo. Porque te está gritando, pero tú no lo escuchas, no lo oyes decir que, a veces, tras esas molestias, están el estrés, la tristeza, la preocupación, la angustia….

Es momento de hacer cambios y desarrollar un poco más tu coeficiente intelectual somático. Estas son sencillas claves que pueden ayudarte:

Toma conciencia de dónde se acumula la tensión en cada parte de tu cuerpo.  Hay días en que tu sistema parasimpático está más reactivo y notas mayores molestias en el estómago, en tus músculos y respiración. Procura conocer a qué se deben esas sensaciones. Tras ellas puede haber un correlato emocional.

Tu mente a menudo, es como un mono que se balancea. Procura detener su movimiento incesante, pídele que se calle. Después, focalízate en cada sensación física que percibas, en tu cabeza, cuello, pecho, abdomen, piernas, en tu respiración… Esto te permitirá relajarte.

“Escanea” tu cuerpo cada vez que vayas a tomar una decisión. Procura relajarlo, solo entonces lograrás un estado de calma idóneo para trazar mejores ideas y estrategias de actuación.

Por último, y no menos importante, no dudes en salir a caminar a diario. Utiliza ese tiempo para meditar, para lograr que mente y cuerpo estén en armonía, conectados y en movimiento. La vida se ve mucho más clara cuando te sientes conectado con cada área de tu ser: intelecto, emociones y organismo.

Valeria Sabater

sábado, 11 de junio de 2022

SOMBRA Y LUZ


SOMBRA Y LUZ

La existencia tiene una clara tendencia a la manifestación. Con ella, la Creación y recreación genera un universo unitivo y entrelazado cósmicamente en un conjunto ordenado; pero esta luz necesita de un vehículo que efectué la manifestación, que acepte el compromiso de crear la forma. Cada vez que ese compromiso se ha vulnerado, cada vez que se ha fracturado el proceso de la Creación, es entonces cuando se ha generado “sombra”.

La sombra es la densificación de la materia, la energía oscura, la condensación de los no actos, lo desnaturalizado, los residuos. Aquello que sobro, no porque no se ajustaba, sino porque fue rechazado. La sombra contiene restos inertes pero que al ser unidos, amalgamados, enlazados, su propia unión les confiere un rango de existencia, su propia existencia.

La sombra no es mala en sí misma, ya que sólo contiene los restos, las formas, los “souvenirs” del verdadero proceso y los recuerdos o resultados. El verdadero culpable, el “instructor” del proceso de la negación; es el mal, el procesador de la no-vida, el que decide y dice NO.

No existe orden en la sombra, no se puede encontrar sentido a lo que vemos, no podemos entender el origen. Casi nunca encontraremos la causa original, el por qué sucedió aquello que nos condujo a obtener esos resultados inesperados o deformados.

En el territorio de la sombra observaremos los efectos producidos, las catástrofes, los cataclismos, las inundaciones, los terremotos devastadores, nada más, y nada menos, pero no encubriremos al infractor, para ello, hemos de volver la mirada hacia atrás, hacia el pasado y descubrir al que también teje, pero en orden inverso.

Cuando el mundo no ejerce su derecho a cambiar lo que esta desordenado, la sombra se apodera se apodera de él. Cuando el aún orden existente sea ya incapaz de absorber lo descarriado, entonces advendrá el caos, máxima manifestación de la sombra, a través del cual ésta se expande exponencialmente.

Si en el caos no adviene la Luz desde un sistema exterior (ordenado) entonces el mal se instala y la vida se concluye en ese ámbito, territorio, nación, planeta o sistema en general. Es durante el breve tiempo del caos, cuando se instala un nuevo orden, o no.

Un sistema en caos no dispone de la capacidad de reordenarse a sí mismo, necesita para ello la intervención de un agente exterior, que neutralice la expansión desordenada, arrítmica a destiempo y contranatura.

Joshua. S. Santos

 

domingo, 5 de junio de 2022

TODO EL MUNDO ME CAE MAL.......



TODO EL MUNDO ME CAE MAL….

Cuando todo el mundo te cae mal puedes sentirte solo, aislado e incomprendido. Descubre a que se debe esto y cómo puedes empezar a sentirte mejor en compañía de los demás.

Para la mayoría de las personas, la vida social es una gran fuente de apoyo y gratificación. Disfrutan pasando tiempo con los otros, conociendo gente nueva y relacionándose. Sin embargo, hay para quienes supone una experiencia negativa y decepcionante.

“todo el mundo me cae mal”, “no logro conectar con los demás”, “me parecen crueles, vacíos y superficiales”. ¿Te sientes identificado con estas afirmaciones?

Entonces, veamos a qué puede deberse.

Es importante diferenciar entre quienes albergan estos sentimientos en momentos puntuales (tal vez por estar atravesando una situación difícil o por haber tenido un conflicto con alguien)  y quienes lo llevan sintiendo prácticamente toda su vida.

En el primer caso, podría ser una reacción natural y pasajera que no supone mayor problema. Sin embargo, en el segundo, es necesario indagar sobre el origen y buscar una solución.

Si sientes que todo el mundo te cae mal, es necesario que recuerdes que no hay nada malo en ti; tampoco necesariamente en los demás. Seguramente solo se trate de realizar ciertos ajustes en tu perspectiva y comportamiento para poder revertir esta situación.

Estas son algunas de las causas que pueden estarte llevando a sentirte así:

1. Elección del entorno.

Con frecuencia, las personas que sienten este rechazo hacia los demás son diferentes en algún grado. Tal vez poseen una sensibilidad especial, un carácter introvertido o unas aficiones o intereses poco comunes. Así, resulta difícil para ellos encajar con el grueso de la sociedad e identificarse con sus valores.

Si yo amo la naturaleza, la  lectura y la tranquilidad, y paso años de mi vida tratando de integrarme entre personas sumamente extrovertidas, fiesteras y activas, lo más normal es que termine saturado, abrumado y desgastado. Y que, además, termine experimentando rechazo hacía esos otros que no me comprenden y no me permiten ser.

Por esto, es fundamental que aprendamos a ser selectivos con nuestros entornos. Si todo el mundo me cae mal, tal vez deba “cambiar de mundo”, buscar mi tribu, conectar con personas afines en lugar de seguir tratando de mimetizarme con quienes nada tienen que ver conmigo.

Los demás no tienen por qué cambiar para complacerme, pero tampoco yo he de renunciar a mi esencia: la clave está en saber elegir con quién voy a relacionarme. Además, por supuesto, de salir sin dilación de entornos tóxicos en los que la manipulación emocional o la agresión de cualquier tipo estén presentes.

2. Pensamiento rígido, intolerancia y exigencia

Aunque nos cueste aceptarlo, hemos de reconocer que en ocasiones somos excesivamente rígidos a la hora de relacionarnos con otros. Sin darnos cuenta, albergamos una serie de sesgos cognitivos que nos invitan a interpretar la realidad de formas poco apropiadas.

Por ejemplo, podemos tener ideas extremas o poco flexibles sobre cómo deberían se las personas, cómo deberían ser las relaciones y de qué forma deberían transcurrir los acontecimientos. Así, cuando la realidad no se ajusta a estas expectativas rígidas, sentimos una frustración que no sabemos manejar. En este aspecto, resulta muy positivo trabajar la tolerancia y la flexibilidad mental. Hemos de abordar estas exigencias y ajustarlas, dejar de buscar tener el control y comenzar a aceptar las situaciones y las personas tal y como son. Esto no implica que debamos relacionarnos o simpatizar con todo el mundo, pero sí nos ayuda a deshacernos de esa rabia y ese juicio negativo que emitimos.

Cuando todo el mundo me cae mal, es difícil para mí ser compasivo y empático, pero es importante que haga este esfuerzo. Recuerda que las personas tan exigentes e intolerantes suelen serlo también consigo mismas (aunque no lo perciban), por lo que seguramente también te estés haciendo daño a ti con estas ideas férreas.

3. Ansiedad social y miedo al rechazo

Por último, cabe contemplar la posibilidad de que exista una ansiedad social de fondo que explique este sentimiento. A primera vista, parece contraintuitivo: en realidad, la ansiedad social se caracteriza por un deseo de establecer relaciones que se ve opacado por un gran miedo a ser juzgado y rechazado por los demás. Sin embargo, es frecuente que, como mecanismo de defensa, la persona termine sintiendo rechazo hacia los otros en primer lugar.

De algún modo, es más sencillo aceptar que los demás me caen mal, que no me gusta cómo son y que no quiero tener que ver con ellos, a asumir la posibilidad de que sean ellos quienes me rechacen a mí. Es una forma en la que nos auto-convencemos para no tener que hacer frente a ese temor que nos paraliza.

“No es que me dé miedo relacionarme con otros; evito hacerlo porque no me agradan”. De nuevo, la solución no pasa por establecer relaciones con todo el mundo, pero si por aceptar que este miedo existe y que es importante trabajarlo. Solo de este modo podremos verdaderamente escoger nuestros vínculos con libertad.

Si todo el mundo me cae mal, puedo buscar ayuda

Sentir este rechazo generalizado hacia otras personas difícilmente va a hacer que nos sintamos bien y, de hecho, es muy perjudicial. Como seres sociales, necesitamos relacionarnos con otros, recibir su apoyo y compartir experiencias vitales. Así, esta incapacidad para conectar puede aislarnos y llevarnos a sufrir profundos sentimientos de vacío y soledad.

No es necesario que cambies tu forma de ser, tus gustos, tus valores o ideales. Tampoco tienes por qué conectar con todo el mundo o encajar en el molde, pero sí es necesario que seas capaz de buscar tu espacio y construir vínculos significativos.

Y, para ello, posiblemente necesites el acompañamiento profesional. Un terapeuta puede ayudarte a indagar en el origen de tus sentimientos y dar los pasos necesarios para mejorar tu situación.

Elena Sanz

sábado, 4 de junio de 2022

ENTROPÍA PSICOLÓGICA



La única certeza de la vida es el cambio. Pero es la única certeza que nos negamos a aceptar. Nos sentimos demasiado cómodos con lo conocido. Lo familiar nos hace sentir seguros. A buen recaudo de la adversidad.

Por eso creamos burbujas dentro de las cuales terminamos viviendo. Esas burbujas de “seguridad” están sustentadas en nuestros hábitos, formas de pensar, creencias y valores. Validan nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Nos brindan una sensación de permanencia y estabilidad.

El problema es que esas burbujas no son más sólidas que una pompa de jabón. Y el equilibrio mental que logramos en su interior puede degradarse dejando paso rápidamente a la entropía psicológica. Cuando el mundo a nuestro alrededor cambia y se vuelve incierto tenemos dos caminos: hundirnos en la entropía o resurgir con un nuevo equilibrio. Ahora mismo, la pandemia nos ha sumido en un profundo estado de entropía psicológica y social.

¿Qué es la entropía psicológica?

La entropía es un concepto que deriva de la termodinámica según el cual, los sistemas tienden a derivar hacia un estado de caos y desorden. En el ámbito psicológico, este concepto describe la cantidad de incertidumbre y desorden que existe dentro de un sistema. La Física y la Psicología no están tan lejos como uno puede pensar.

Carl Jung, por ejemplo, creía que las leyes que gobiernan la conservación física de la energía se pueden aplicar a nuestra psiquis. Decía que cuando se produce una sobreabundancia de energía en alguna de nuestras funciones psicológicas, significa que otra función se ha privado de la misma, lo cual genera un desequilibrio.

No obstante, también apuntaba que nuestra mente tiende a poner en marcha mecanismos de compensación para evitar la entropía total y mantener cierta estabilidad que preserve nuestro “yo”. Los mecanismos de defensa son un ejemplo de ese intento de compensación. Cuando la realidad se vuelve inaceptable, activamos una barrera que protege nuestro ego y conserva la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos.

La incertidumbre como medida de la entropía psicológica

Una medida para avaluar el nivel de desorden de los sistemas, incluida nuestra mente, es la incertidumbre, el grado en que podemos saber cómo están dispuestos los diferentes componentes de un sistema en un momento determinado.

En una baraja sin mezclar, por ejemplo, podemos saber exactamente cómo están organizadas las cartas. Si cortamos la baraja y vemos el as de corazones, sabremos que la carta que se encuentra debajo es el dos de corazones. Sin embargo, si barajamos el mazo, reducimos esa certeza hasta el punto de que ya no podremos predecir con seguridad cuál de las cartas restantes se encuentra debajo de ese as de corazones. Una baraja completamente mezclada representaría un sistema entrópico al máximo.

Todas las cosas que componen nuestra vida se parecen a ese mazo de cartas. Es agradable tener la certeza de que nuestra pareja nos estará esperando en casa. Tener un trabajo seguro. Saber que las personas que amamos se encuentran bien. Conocer la hora exacta a la que partirá el autobús o el avión---Tener todo perfectamente organizado y planificado genera estabilidad y seguridad.

Cuando no podemos predecir lo que sucederá y muchas de las cosas que ocurren pierden su sentido, solemos caer en un estado de máxima entropía mental. El caos exterior desorganiza nuestro mundo interior.

La entropía transformadora

Cuando no somos capaces de tolerar la incertidumbre porque esta ha erosionado las bases sobre las cuales habíamos construido nuestro día a día, el mundo interior perfectamente construido comienza a desintegrarse. Entonces tenemos dos opciones.

La primera de ella es sumirnos en el caos y permitir que reine la entropía, en cuyo caso es probable que terminemos desarrollando trastornos como la ansiedad, la depresión o incluso una psicosis. De hecho, una teoría psicológica indica que la incapacidad para revisar nuestras estructuras interpretativas después de sufrir un trauma conduce al desarrollo del trastorno de estrés postraumático. Ese trastorno sería el resultado de nuestra incapacidad para crear un relato narrativo coherente del trauma que vuelva a poner orden en nuestro mundo.

La segunda alternativa es esforzarnos por disminuir el nivel de entropía hasta llegar a un nuevo punto óptimo de equilibrio que nos permite tolerar la incertidumbre mientras desarrollamos percepciones del mundo lo suficientemente predecibles como para permitirnos continuar con nuestra vida.

La buena noticia es que la incertidumbre siempre nos plantea un desafío adaptativo crítico que, al menos en teoría, debería motivarnos a actuar para mantenerla en un nivel que podamos gestionar. Es precisamente en esos momentos, según Jung, cuando se producen los cambios más transformadores en nuestra vida.

Este psicoanalista creía que cuando experimentamos un evento importante que pone en tela de juicio algunas de nuestras suposiciones o creencias más asentadas, nuestro equilibrio sufre una oscilación violenta. Durante ese periodo, es normal que nos sintamos angustiados, ansiosos y/o desorientados. Es como si estuviéramos viviendo un terremoto psicológico.

Tras luchar contra esas nuevas ideas, percepciones o sombras, finalmente se forma una nueva actitud, sistema de creencias, forma de pensamiento o estilo de afrontamiento. Llegamos a un nuevo equilibrio que suele ser más enriquecedor que el anterior.

Aceptar la entropía como parte de la vida

En la vida, el caos y la incertidumbre siempre están al acecho, nada es 100% predecible y seguro. Aun así, muchas veces nos resistimos a aceptar la incertidumbre. Esa resistencia no hará sino empeorar la entropía.

Resistirnos a los cambios implica abocarnos a un sufrimiento constante. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Toronto reveló que nuestro cerebro procesa la incertidumbre del mismo modo que la ansiedad. Eso significa que, a largo plazo, nos pasará una factura emocional.

Cuando las condiciones cambian, obsesionarnos con los detalles hará que desperdiciemos una energía valiosísima. En su lugar, debemos reorganizar rápidamente nuestro mapa mental para centrarnos en las metas realmente importantes en la vida.

Como dijera William James, nuestras vidas interiores son fluidas, inquietas, volubles, siempre en transición. Esas transiciones son la realidad en sí misma, vivimos en las transiciones porque todo cambia continuamente.

Por tanto, debemos aceptar que somos equilibrio y caos. Estabilidad y cambio. Asumir esos cambios forma parte de la vida y promueve un mayor bienestar. La clave consiste en aceptar lo que no podemos cambiar y transformarnos para adaptarnos mejor a cada demanda externa. Paradójicamente, cuanto más abracemos el caos, más cerca estaremos de la serenidad.

JENNIFER DELGADO SUÁREZ