lunes, 30 de julio de 2018

¿A DÓNDE NOS CONDUCE.......?

 
Evolución, energias.

¿A DÓNDE NOS CONDUCE EL ECLIPSE DEL  DÍA 27?

 
Uno de los mantras fundamentales del Eclipse ayer es: Soy Auténtico y Soy Soberano.

 
Soy Auténtico: no me guío por “lo que se lleva”, por lo que otros opinan o quieren de mí, no actúo para ganarme el amor o la apreciación de nadie. Soy guiado desde mi propio Ser Interno, y lo dejo brillar, Soy Soberano.  Este es uno de los mantras del Sol en Leo. Para alcanzar la encarnación de este mantra, ya se están presentando los escenarios activadores. Aparecen situaciones que ya hemos vivido, conectadas con el sentirnos desvalorizados por la conducta de otras personas. Las expresiones negativas de Leo pueden presentarse como impaciencia e irritabilidad ante los retrasos, mostrarse superior a los demás, ir a por el próximo deseo, sin detenerse a reconocer el logro del anterior. Podemos sentirnos atacados o juzgados. Podemos sentirnos no tenidos en cuenta.

 

A partir de este momento nuestra actuación es un desafío al entendimiento, ya que cualquier cosa que digamos puede ofender a otras personas, o puede disparar, si no estamos conscientes, nuestros botones de autodefensa. Podemos sospechar de otras personas y de sus mensajes y actitudes.

 

Debemos chequear y repensar la forma en que nos comunicamos con los demás, sobre todo cuando ha surgido un conflicto que puede basarse en un mal entendido. En estos tiempos de aceleración, cada persona navega su propia línea temporal y si mira hacia fuera desde su “carril”, no puede interpretar bien el discurso del otro. Es conveniente revisar los pactos de fechas, sobre todo en los romances. Tener en cuenta los sentimientos, pensamientos y planes de los otros.

 

Vamos a vernos empujados a revisar esas ideas fijas que tenemos sobre nuestro vivir cotidiano, ideas que hemos sostenido hasta ahora en nombre de la libertad: “yo no dejo esto porque nunca he podido, y porque soy así”.

 

Este momento es explosivo, y puede ser violento. Lo estamos viendo por los acontecimientos que se producen en la calle en estos días, y los movimientos del clima y telúricos.

 

Las activaciones emocionales pueden venir de diversos sectores: creatividad, amistad, tribu, ideas fijas, autoestima, romance, seguridad, recursos, dinero. El escenario más básico está dado por eventos activadores  de un patrón que ya no podemos seguir sosteniendo. El eclipse y toda su configuración vienen a activar el cuerpo emocional, de modo que ya no podemos negar ese o esos patrones, y debemos decir “ya está bien”, “se acabó”.

 

Se trata de una enorme oportunidad de dejar morir al Viejo Yo, mediante dejar caer limitaciones que hemos sostenido durante mucho, mucho tiempo. Todo el período nos lleva para dentro, a buscar ahí las causas y el combustible para nuestra transformación.

 

Algo tiene que caer, algo tiene que terminar para que lo Nuevo pueda nacer. Esto que cae puede ser un patrón de abusos, el ser menospreciados, criticados, o subestimar a otros. Puede que, como resultado de estas emociones, decidamos que se terminen relaciones, trabajos, actividades, hábitos y adicciones.

 

Este tiempo nos pone delante de un “No Puedo” de envergadura, firmemente alimentado, para que veamos que es ilusorio. Esto requiere coraje, pero un alto nivel de energía nos sostiene, y lo notamos. Notamos que hay una fuerza que no conocíamos, una Presencia que nos permite hacer lo que hace dos meses nos parecía imposible. El notar corporalmente que ahora podemos situarnos de manera diferente, transforma el ADN, aporta confianza y sentimiento de un poder que no viene de fuera, que nace en nuestro más íntimo núcleo.


Es el momento de ELEGIR CONSCIENTEMENTE terminar con lo que nos está frenando. Ahora podemos. Estamos en el nido de nacimiento de nuestra Soberanía. Se trata, nada menos, que de dejar el hábito o patrón más fuerte que nos impide experimentarnos como seres multidimensionales, menos separados, y más Hermanados natural y orgánicamente con Todo lo que Es, comenzando por nuestros navegantes humanos.


Es conveniente en todo este período:

 
Evitar reaccionar.

Buscar espacios serenos y creativos.

Para salir de un bucle en una discusión, inspirarse en un plan que pueda ser de beneficio para ambas partes.

Desarrollar paciencia.

Buscar el bienestar, el gozo y el juego.

Escuchar hacia dónde nos lleva la intuición, conectando con el sentir en el cuerpo y el corazón.


Meditación sugerida.


Pedir conectar con tu Versión Más Alta.

Arraigar.

Declarar al Universo tu compromiso con tu Nuevo Yo, y pedir fuerzas para soltar el obstáculo mayor.

Llevar las manos al pecho. Sentir el latido de tu corazón. A continuación, notar cómo este latido, está unido al latido de tus seres queridos, de tus amigos, de otras personas desconocidas, de la Humanidad entera.

Continuar, y darte cuenta de que el latido de tu corazón forma parte de un concierto, en sintonía con el corazón de los mares, de los ríos y montañas, de los cristales que vibran con el latido de la Tierra. Sentir el latido de los árboles, de todas las plantas.

Conectar con el latido, en el éter, de los elementales, de los ángeles.

Y luego expandir tu campo, sintiendo el latido de los planetas y de sus habitantes.

 
Eres un Ser Soberano, haciendo tu experiencia en múltiples espacios y dimensiones.

Hazte Lugar.

Ponte de pie.

Desde tu Ser Real, late con Todo.

 

J.A.Marcos Fonfria

viernes, 27 de julio de 2018

EL PROPOSITO DE LA VIDA..........




El PROPOSITO DE LA VIDA NO ES “SER ALGUIEN” ES SER TU MISMO


 
“Todos queremos ser famosos, pero en el momento en el que queremos ser algo ya no somos libres”. Dijo el escritor Krishnamurti.

La sociedad nos empuja a ser “alguien”, a perseguir el éxito y lograr que los demás reconozcan que somos importantes y valiosos. Como resultado, muchas personas destinan toda su vida a buscar ese reconocimiento, el cual, se convierte en el motivo más importante de su vida.

No se dan cuenta de que intentar ser “alguien” significa entregar las llaves de su libertad, que persiguiendo la ilusión del éxito encadenan su autoestima a las opiniones de los demás.

Buscar el reconocimiento es volverse esclavos de las opiniones ajenas.

Esa profunda necesidad de reconocimiento significa que estamos intentando consolidar nuestra identidad a través de la percepción de los demás, quienes nos regresan una imagen, como si de un espejo se tratase, para confirmar nuestra valía. En la práctica, no logramos ser “alguien” si los demás no lo reconocen, lo cual significa que debemos adaptarnos y ceñirnos a los cánones sociales que implican “ser alguien”. En ese instante nos convertimos en prisioneros por voluntad propia.

El deseo de ser alguien implica que nos alimentamos de la admiración de los demás que necesitamos sus elogios para confirmar y fortalecer nuestra identidad, los cuales satisfacen nuestro deseo de ser especiales. Así huimos del vacío que implica ser “nadie”. Pero entonces rechazamos ser nosotros mismos para empezar a vivir a través de la mirada de los otros.

Buscando la solidez de ser alguien, nos convertimos en personas más frágiles. No importa cuántas posesiones, logros o admiración alcancemos, toda identidad que dependa del reconocimiento de los demás siempre implica un estado de extrema fragilidad porque puede esfumarse cuando ese reconocimiento social desaparezca. En cualquier momento podemos dejar de ser el mejor en algo o perder cualquiera de las etiquetas de las que nos enorgullecemos.

El crecimiento auténtico proviene de la humildad interior.

Krishnamurti propone una forma de vivir y relacionarse con uno mismo diferente:

“La mente humana es como un colador que retiene algunas cosas y deja pasar otras. Lo que retiene, es la medida de sus propios deseos; y los deseos, por profundos, vastos o nobles que sean, son pequeños y mezquinos, porque el deseo es cosa de la mente. La completa atención implica no retener cosa alguna, sino poseer la libertad de la vida, que fluye sin restricción ni preferencia alguna. Siempre estamos reteniendo o eligiendo cosas que significan algo para nosotros, y aferrándonos perpetuamente a ellas. A esto lo llamamos experiencia,  y a la multiplicación de experiencias la llamamos riqueza de la vida. La riqueza de la vida es estar libre de la acumulación de experiencias. La experiencia que queda, que uno retiene, impide ese estado en  que lo conocido no existe. Lo conocido no es el tesoro, pero la mente se aferra a eso, con lo cual destruye o profana lo desconocido”.

En vez de quedarnos en nuestra zona de confort que reafirma nuestra identidad, podemos descubrir nuevos caminos y formas de hacer las cosas. Sin embargo, para realizar descubrimientos realmente importantes que den paso a un cambio trascendental, primero necesitamos vaciarnos de muchos de nuestros estereotipos, perjuicios y creencias. Una mente demasiado llena, no tiene espacio para el cambio.

Lo curioso es que solo podemos crecer desde la humildad, desde la percepción de nuestras limitaciones, dejando ir ese deseo de ser “alguien”. Solo cuando reconocemos que no sabemos, podemos aprender nuevas cosas. Las certezas, en muchas ocasiones, cierran el camino a nuevos conocimientos y experiencias.

¿Cómo podemos liberarnos de la obsesión de ser alguien?

El vació nos produce pánico, a quien le aterra el vació es porque se cree sólido, porque no se da cuenta de que luchar por seguir siendo “alguien” y mantener amurallado el castillo de su identidad es completamente ineficaz. Por eso, para deshacerse de la obsesión por ser alguien es importante abrazar el cambio, darnos cuenta  de que todo está en movimiento, sobre todo nuestra identidad.

También es fundamental apuntalar nuestro autoconcepto desde dentro. Ser conscientes de que no necesitas ser alguien para ser feliz, sentirte satisfecho y vivir plenamente. La plenitud como persona proviene de hacer lo que nos aporta felicidad, no de cumplir con los encorsetados roles sociales que marcan las pautas para “ser alguien".

miércoles, 25 de julio de 2018

LAS DIFERENTES CARAS DE UN NARCISISTA





La palabra narcisismo se ha colado en la cultura popular para referirse a personas que se aman demasiado a sí mismas y buscan constantemente la atención y los halagos de los demás. Son personas excesivamente volcadas en sí, con escasa empatía.

 
En realidad, una dosis de amor propio es imprescindible. Necesitamos valorarnos y querernos lo suficiente. Una autoestima sólida es la base para mantener el equilibrio emocional y tener éxito. No obstante, hay ocasiones en las que esa autoestima se encuentra artificialmente elevada y la persona necesita admiración constante. Entonces se hace referencia al narcisismo, que puede llegar a convertirse en un trastorno de personalidad, acompañado con comportamientos inadaptados que terminan provocando daños en las relaciones interpersonales.
 

Las personas que sufren un Trastorno Narcisista de la Personalidad muestran un patrón de grandiosidad desarrollan una actitud profundamente egocéntrica, creen que son de vital importancia en la vida de todo el mundo. Carecen de la flexibilidad mental suficiente como para darse cuenta de que todos somos importantes para algunos e intrascendentes para otros.

 
Características de las personas narcisistas.

 
La personalidad narcisista se caracteriza por:

 
-Sentimientos de grandeza y prepotencia. La persona narcisista suele exagerar sus logros y talentos, generalmente con el objetivo de que los demás lo reconozcan y alaben, aunque en realidad no tenga éxito.
 

-Sufre fantasías de éxito, poder, brillantez o belleza que no tienen respaldo en la realidad, lo cual le conduce a vivir en una especie de “mundo alternativo” donde todo es perfecto.

 
-Cree que es “especial” y único, lo cual le lleva a despreciar a los demás y querer relacionarse solo con aquellas personas que tienen un elevado estatus y se encuentran “a su altura”.
 

-Experimenta una necesidad de admiración, sin la cual se siente hundido y/o incomprendido.
 

-Muestra expectativas no razonables, espera recibir un tratamiento especial sin haber hecho nada para merecerlo, lo cual se traduce en una actitud arrogante y de superioridad.

 
-Explota las relaciones interpersonales, se aprovecha de los demás para alcanzar sus propios fines o satisfacer sus necesidades.
 

-Carece de empatía, no está dispuesto a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.

-Cree que los demás lo envidian por sus supuestos éxitos o talentos.
 

Tipos de narcisismo.

 
A grandes rasgos, se puede hacer referencia a tres grandes tipos de narcisismo según la forma de buscar la admiración y atención.

 
-Narcisista exhibicionista, el cual necesita la admiración de los demás y, para ello, no duda en exagerar o inventar sus logros y/o talentos.
 
 

-Narcisista introvertido, el cual busca la atención de los demás asumiendo el rol de víctima, mediante estrategias de manipulación sutiles.

 
-Narcisista tóxico, el cual satisface sus necesidades de admiración a través del control, el poder y el acoso, haciendo sentir a los demás inferiores.

 
1. Narcisista dependiente emocional.
 

Este tipo de narcisismo se caracteriza por una extrema “vulnerabilidad”. Esta persona narcisista experimenta una enorme necesidad de amor, que no se satisface con nada. Es como un pozo sin fondo que nunca se llena. Simplemente cree que no recibe suficiente amor, se siente satisfecho fugazmente con la atención de  los demás pero luego vuelve a experimentar ese vacío de aprobación y cariño. En la base de este comportamiento se esconde un profundo miedo al rechazo y el abandono, por lo que el narcisista se aferra a la dependencia, Para satisfacer esas necesidades, no tiene reparo en manipular a los demás. Sus demandas emocionales son cada vez mayores, por lo que su pareja y personas cercanas se drenan emocionalmente para intentar nutrir, confortar y sostener ese “yo” tan necesitado de afecto.

 
2. Narcisista tirano.

 
Este tipo de narcisismo se aferra al poder porque tiene una necesidad insaciable de dominio y autoridad. Esta persona se comporta de manera arrogante, cree que es superior, suele despreciar a los demás y los trata como si fueran “inferiores”. Piensa que siempre tiene razón y necesita tener el control de la situación, por lo que su mera presencia suele ser opresiva. Cuando un narcisista así toma el poder, les hace la vida imposible a sus subordinados. Cuando tiene una relación de pareja, la usa como un trofeo. Generalmente cosifica a las personas, quienes son un mero medio para demostrar su poder y satisfacer sus necesidades de autoridad. Esta persona narcisista es muy posesiva, hasta el punto de caer en el abuso. Y no duda en usar el desprecio para que los demás se sientan como perdedores, demostrando así que es un ganador.

 
3. Narcisista elitista.
 

Este tipo de narcisismo se caracteriza por una percepción exagerada del “yo”. En su mente, es la persona más poderosa, influyente e importante que existe en el mundo. Para asegurarse de que los demás lo saben  y le rindan pleitesía no se cansa de pregonar sus supuestos éxitos y logros. Generalmente exagera su importancia porque quiere despertar envidia o admiración.  Esta persona narcisista siempre da su opinión, incluso cuando no la pidan, y cree que sabe más que nadie, sin importar  el tema que se trate. Suele pensar que está destinada a lograr grandes cosas y que merece grandes cosas, aunque no haga nada para conseguirlas. A menudo puede tratarse de una persona carismática, por lo que puede atraer a su “órbita” a muchos admiradores, quienes finalmente terminan dándose cuenta de que se “trata de mucho ruido y pocas nueces”.

 
4. Narcisista fantasioso.

 
Esta persona narcisista desarrolla fantasías muy elaboradas, hasta el punto que prácticamente toda su vida transcurre en su mundo interior. Cree que el mundo real se inmiscuye en su mundo perfecto, lo cual le genera frustración y resentimiento. Percibe que la realidad es fría y dura, por lo que tiende a evitarla y solo encuentra gratificación en su mundo ideal, donde es una persona perfecta, tiene un trabajo perfecto y relaciones perfectas. Cuando esta persona se relaciona con los demás, cuenta su mundo interior como si fuera real, por lo que miente reiteradamente.  Suele inventarse una vida ficticia para despertar la envidia y la admiración de los demás. Y no reconoce sus mentiras no siquiera cuando se le pone frente a frente con la realidad, siempre busca una excusa para apuntalar sus fantasías.
 

5. Narcisista somático.

 
Verse bien y estar en forma es importante para la salud, pero este tipo de narcisismo va un paso más allá porque implica una obsesión con el cuerpo y la belleza. La escala de valores de esta persona se reduce a la imagen, la moda, la belleza, la juventud y el glamour. Necesita que lo admiren por sus características físicas ya que su autoestima está indisolublemente ligada a su imagen corporal. Esta persona suele ser muy perfeccionista y dedica muchísimo tiempo a sus rituales de cuidado corporal y belleza. El problema es que también aplica ese patrón a los demás y los valores según su aspecto físico. También piensa que se merece todo debido a su belleza y forma física.

 
6, Narcisista antagonista.

 
Se trata de un tipo de narcisismo común, cuya rabia hierve a fuego lento bajo la superficie. Su infelicidad se manifiesta con una creciente hostilidad hacia todos. Para esta persona, siempre existe un enemigo dispuesto a hacerle daño. A menudo experimenta episodios de furia explosiva con causas “irracionales”, desconcertantes o inexplicables. Generalmente se trata de una violencia verbal “azota” con sus palabras a las personas cercanas causándoles mucho daño. Detrás de este comportamiento se esconde una hipersensibilidad, por lo que cuando esta persona no recibe los elogios y admiración que esperaba, puede interpretar cualquier palabra como un insulto o un menosprecio a su valía. Toma todo como un ataque personal, lo que provoca su ira. Esa afectación del “yo” se denomina lesión narcisista.

 
7. Narcisista embaucador.

 
Este tipo de narcisismo muestra la mejor cara. La persona es encantadora, atractiva y amable. Al menos al inicio. Desafortunadamente, este atractivo es tan solo un barniz que esconde una personalidad mucho más turbia. Detrás de los mensajes de “confía en mi” se esconden intenciones maliciosas. En realidad, el narcisista quiere ganar la confianza de los demás para usarlos a su favor. Practica una especie de “vandalismo emocional” cuyos daños son tan terribles que a menudo a sus víctimas les cuesta años recuperarse y volver a confiar en otra persona. Este narcisista usa su encanto para encandilar a los demás y drenarlos.
 

8. Narcisista mártir.

 
En este tipo de narcisismo, el sufrimiento lo es todo. La identidad personal de este narcisista se construye alrededor del dolor, ser una víctima o incluso un sobreviviente. El sufrimiento justifica su necesidad de atención y sus demandas parásitas que dan pie a relaciones desequilibradas y explotadoras. Obviamente, esta persona acarrea un enorme equipaje emocional. El dolor del pasado nunca pasa. Contamina el presente con ese sufrimiento que, en su mente, lo convierte en una persona excepcional. Relacionarse con este tipo de narcisista puede llegar a ser muy complicado ya que nunca satisface las necesidades de apoyo que todos tenemos sino que reclama constantemente apoyo y atención porque nadie ha sufrido más, ni lo pasa peor. Cuando se le niega esa atención, no vacilara en lanzar acusaciones para generar un sentimiento de culpa que le permita seguir siendo un mártir.

 
9. Narcisista mesiánico.

 
Este tipo de narcisismo se basa en el “elevado nivel moral”. Se trata de personas narcisistas que se consideran más útiles, buenas y amables que los demás, por lo que suelen mirar a todos por encima del hombro y criticarles. Cree que son una especie de Mesías. No dudan en contar todas sus “hazañas” morales para recibir elogios de los demás. Se presentara como un salvador, pero en realidad su ayuda aparentemente desinteresada trae implícitas muchas condiciones. Esta persona no dudara en reclamar los favores y en exigir una pleitesía constante por su supuesto “sacrificio”, por lo que la relación se convierte en una duda permanente.
 

10. Narcisismo vengativo.

 
Se trata de uno de los tipos de narcisismo más peligrosos. Generalmente esta persona actúa desde las sombras, usando la manipulación para destruir a los demás. Para sentirse superior, esta persona necesita aplastar a los demás. Por eso  no tienen reparos en crear conflictos a su paso o inventar mentiras que afecten a sus competidores. Puede llegar a hacer cualquier cosa con tal de que sus “enemigos” caigan. En vez de intentar crecer y mejorar, este narcisista sufre el Síndrome de Procusto y desprecia a todo aquel que sobresale, por lo que intentara ponerles la zancadilla y difamarlos para dañar su reputación. Así podrán ser ellos el centro de atención y admiración.

La persona narcisista necesita buscar ayuda psicológica ya que ese profundo egocentrismo daña a quienes le rodean y genera infelicidad.

Jennifer Delgado

 

viernes, 20 de julio de 2018

ME DESGASTAS




ME DESGASTAS: COMO DEFENDERSE DE LOS TOMADORES EMOCIONALES

Los tomadores emocionales son agujeros negros que todo lo atrapan. Nos drenan con sus demandas, nos desgastan con sus comportamientos, con su no conciencia del agravio, de la manipulación o el daño personal. Hay padres tomadores, parejas tomadoras, amigos y hasta hijos tomadores a los que concedemos el poder del abuso y el expolio de nuestra autoridad y dignidad.

Decía Mark Twain con un toque de ironía que el principio de dar y tomar exige ser lo bastante hábil como para dar una cosa y llevarse diez a cambio. Ahora bien, algo que nos explican expertos como Adam Grant, profesor de la Universidad de Pensilvania y autor del libro “Give and Take” es que los tomadores no existirían sin los dadores.

 Ahora bien, algo que nos explican expertos como Adam Grant, profesor de la Universidad de Pensilvania y autor del libro “Give and Take” es que los tomadores no existirían sin los dadores. Es decir, en ocasiones somos nosotros mismos quienes caemos en esa espiral de ese intercambio no recíproco, nosotros quienes permitimos que la balanza se incline siempre hacia un mismo lado.


No se trata de buscar culpables. Se trata solo de tomar conciencia de que en todo tipo de interacción existe un intercambio. Las personas ofrecemos nuestro tiempo, damos ideas, aliento, consejos, nos apoyamos en los demás y los demás se apoyan en nosotros.

Ahora bien, hay quien tiene la capacidad de dar luz, de dar ese sustrato que siempre nutre, que siempre alienta e impulsa al resto. Lo hacen sin darse cuenta, porque los dadores innatos entienden la vida de este modo. Sin embargo, al lado de un dador siempre existirá un tomador. Alguien que se irá empoderando cada vez más al verse servido, alguien que (y no olvidemos esto) suele tener siempre un “radar” para identificar a más dadores y alimentarse de ellos sin perjuicio alguno.

Los tomadores emocionales, ¿nacen o se hacen?

Ante la pregunta de si los tomadores emocionales nacen o se hacen, cabe decir que no existen estudios concluyentes que nos aclaren este dato. Ahora bien, el pediatra e investigador William Sears, conocido por sus trabajos sobre el apego parental introdujo en los años 90 el término “niños de alta demanda”. Según este experto, hay bebes que llegan al mundo con unas necesidades emocionales más intensas. Son pequeños con dificultades para conciliar el sueño y cuya crianza suele ser más compleja y exigente.

Esta podría ser una explicación al por qué hay personas más orientadas a recibir que ofrecer, más posicionadas en ser atendidas que en dar atención. Sin embargo, son muchos los expertos en el tema que abogan por otra idea.

Otro enfoque no menos interesante y hasta revelador. Los tomadores emocionales son personalidades narcisistas. Es más, en 1979, los profesores Robert Raskin y Calvin S. Hall desarrollaron una escala para medir e identificar la personalidad narcisista y en ella quedó en evidencia este mismo patrón tóxico y agotador.

Los tomadores emocionales representan una cara más del narcisismo. Hay un sentimiento de superioridad en ellos que los válida para ser el centro de atención. Para tomar el control de toda conversación. Para tener exclusividad en cualquier proyecto, la atención en cualquier circunstancia y el perdón en cualquier agravio. Ellos son ese agujero negro que todo se lo lleva y que despoja a los demás de toda energía, derecho y autoestima.

¿Cómo puedo defenderme de los tomadores emocionales?

Lo señalábamos al inicio. Los tomadores emocionales son muy hábiles para reconocer al dador. Sin embargo, quien está acostumbrado a darlo todo a cambio de nada, quien entiende una relación como un intercambio sincero reciproco de afectos y atenciones, no es nada hábil para detectar al tomador narcisista.

Veamos por tanto qué debemos hacer para defendernos de este perfil de personalidad.

Escucha a tu cuerpo.

Los tomadores emocionales generan malestar. Es posible que al principio no seamos conscientes de su actitud, de sus artimañas e intenciones. Sin embargo, lo que sí percibimos es la contradicción en nuestro interior, la sensación de agotamiento físico, el cansancio cuando pasamos tiempo con esa persona….

No idealices ni busques justificaciones.

Cuando alguien realiza algo que nos incomoda, que nos provoca malestar o que nos genera contradicción, lo que hacemos a continuación es justificarlo.
Nos decimos que tal vez sea el estrés, que puede que lo haya hecho sin pensar y que al poco, se dará cuenta y nos pedirá perdón. Idealizamos porque amamos, sin darnos cuenta que estamos alimentando a un tomador. Debemos ser capaces de desactivar los filtros que colocamos a la realidad para ver a los demás tal como son.

Recuerda lo que mereces y házselo saber: se asertivo.

Podríamos sugerir aquí que la mejor estrategia para defendernos de los tomadores emocionales es poner distancia. Sin embargo, no siempre es posible ni tampoco es lo más inteligente. El tomador narcisista debe ser consciente del efecto de sus actos y para ello, nada mejor que hacerle ver nuestros límites, que demostrarle cuáles son (y pueden ser) las consecuencias de sus actos.

Quien se antepone ante cualquier circunstancia y en cualquier omento, tarde o temprano deja de ser una prioridad.

Quien piensa que merece más que nadie, tarde o temprano recibirá la indiferencia.

Debemos practicar la tolerancia “cero” con quien se ha acostumbrado a boicotear nuestros límites. Por ello, y haciendo uso siempre de la asertividad les haremos ver siempre lo que no toleramos, lo que necesitamos, lo que estamos dispuestos a dar y lo que esperamos recibir a cambio.

Para concluir señalar solo que en esta materia, lo mejor es estar prevenidos y saber reconocer a tiempo a quienes llegan dispuestos a desgastarnos, a quitarnos la felicidad.

Como decía Shakespeare “una onza de prevención nos libera de una libra de dolor”.

sábado, 14 de julio de 2018

LA ANGUSTIA EMOCIONAL......



LA ANGUSTIA EMOCIONAL: EL MIEDO QUE PARALIZA

La angustia emocional es como un remolino que todo lo atrapa. Nos aprisiona desde el interior llenándonos de miedo, de ansiedad, inquietud y hasta de una tristeza indefinible…. Se trata de un calidoscopio de emociones adversas que originan no solo un característico malestar psíquico, sino que además sus síntomas físicos pueden llegar a ser realmente limitantes.

Byung-Chul Han, conocido filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales, define al mundo actual como la sociedad del cansancio. Si hay algo que prolifera entre nosotros es la ansiedad y la angustia emocional. Para el doctor Han la causa de todo ello está en nuestra cultura del rendimiento, en ese virus que nos inoculan ya desde niños donde se nos intenta orientar hacia el éxito, hacia esa elevada solvencia en casi cualquier plano de nuestra existencia.

Así, además de esa presión de nuestro entorno para que destaquemos y alcancemos el triunfo, se nos introduce de forma muy temprana en la cultura del multitasking. Hay que hacer muchas cosas a la vez y en poco tiempo. Es la ley de una selva donde no todos sobreviven ni se integran con efectividad, donde es frecuente quedar atrapados en el “angst”, ese término alemán que evoca todo aquello que es angosto, opresivo y que produce sufrimiento.

La angustia emocional: ¿qué es lo que me pasa?

Cuando hablamos de la angustia emocional siempre surge la misma controversia. ¿Es la angustia lo mismo que la ansiedad? ¿O son dos condiciones psicológicas diferentes?

Hasta no hace mucho tiempo se prefería dejar el término de la angustia en el plano filosófico, diferenciándolo del clínico. Ahí tenemos, por ejemplo, a Soren Kierkegaard, definiendo dicha dimensión como ese miedo que a veces experimentamos cuando nos damos cuenta de que nuestro futuro es limitado, y de que la calidad de nuestra vida depende de nuestras elecciones.

Sigmund Freud, por su parte, diferenciaba la “angustia realista” de la “angustia neurótica”, siendo esta última una condición patológica. Algo que se alejaba de esas reflexiones puramente filosóficas. Todo ello nos lleva a intuir que, en esencia, lo que hay en realidad son dos tipos de angustia, esa que podríamos denominar como existencial y otra que, por sí misma, tiene unos rasgos muy definidos y que según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos ,mentales (DSM_V) aparece, a menudo, como síntoma de diversos trastornos psicológicos.

Veamos algunas características.

La angustia emocional nos paraliza.  Mientras que la ansiedad tiene por lo general, un componente nervioso y activador, la angustia es como un bloqueo ante la incertidumbre, hacia algo que no podemos controlar o prever

Cuando surge esta sombra, la preocupación se intensifica, se torna obsesiva, surgen los pensamientos catastróficos y la desesperación.
Hechos, como afrontar un examen, tener que tomar una elección, aguardar una respuesta o un acontecimiento o incluso tener que afrontar algo para lo que no nos sentimos capacitados, suele generar angustia

Asimismo, existen estudios que nos señalan que hay personas con mayor predisposición a experimentar angustia. La razón de ello está en ese universo neuroquímico nuestro orquestado por las hormonas y neurotransmisores. Así, un aumento de adrenalina o una reducción de ácido gamma-aminobutírico (GABA) nos hace más o menos tendentes a experimentar este estado angustioso.

La angustia emocional además, cursa con abundantes síntomas físicos: mareos, problemas digestivos, presión en el pecho, cansancio, tensión muscular……

¿Cómo puedo tratar mi angustia emocional?

Poetas, escritores y pintores canalizaban su angustia a través del arte. Ahora bien, la mayoría de ellos experimentaban angustia existencial. Esa sensación recurrente en el ser humano, ya que rara vez nos podremos despegar del todo de ese vacío comprensible cuando ponemos la mirada en nosotros mismos y en nuestro futuro. Sin embargo, en el momento en que esa sensación, esa emoción, nos bloquee y nos arrincone en la esquina de la indefensión, deberemos actuar.

Citando una vez más a Byung- Chul Han, algo que nos recuerda es que estamos obligados a convivir con la incertidumbre. Y la incertidumbre es el detonante directo de la angustia emocional. 

Por tanto, quien piense que esta condición se resuelve con psicofármacos se equivoca (siempre y cuando no estemos ante un caso extremo). Lo que necesitamos es aprender a gestionar los vaivenes de esta sociedad, manejar mejor lo imprevisible, encarar con mayores recursos lo que no podemos controlar.

Para lograrlo, contamos con distintas propuestas. Enfoques como la terapia cognitivo conductual, la terapia de aceptación y compromiso o la terapia cognitiva basada en mindfulness (MBCT) pueden ayudarnos a ello. El beneficio de estos marcos es múltiple. Por un lado podremos reducir y trabajar nuestra ansiedad, los pensamientos negativos, las emociones adversas que nos bloquean. Por otro, llegaremos a la raíz del problema. Cambiaremos nuestra visión de lo que nos rodea para sentirnos más capacitados y responsabilizarnos de nosotros mismos en un mundo siempre complejo, siempre demandante.
Valeria Sabater.

martes, 3 de julio de 2018

PERSONAS ADICTAS AL CONFLICTO

 



PERSONAS ADICTAS AL CONFLICTO: PERFILES EN GUERRA CON ELLOS MISMOS.

Convivir con personas adictas al conflicto es como habitar en un territorio minado. No solo enrarecen el ambiente con su malestar y con esa ansiedad de quien sabe que basta un comentario, un gesto o una palabra para que salten sobre nosotros. Además, nos contagian esa tensión propia de quien no hace otra cosa que librar guerras internas.

Todos, conocemos o hemos coincidido en alguna ocasión con una personalidad claramente conflictiva. No hablamos del clásico buscador de problemas que puede estar ahora mismo en cualquier aula de un instituto de secundaria, intentando superar su adolescencia y crisis de identidad. Nos referimos a un perfil muy concreto que se caracteriza por un comportamiento orientado solo a desestabilizar, a romper el equilibrio familiar, a crear disputas entre vecinos, y auténticas batallas campales en cualquier escenario laboral.

Hablamos de una adicción, de una búsqueda casi compulsiva del conflicto. Así, más que tomarlo como algo anecdótico, autores tan relevantes como el doctor Bill Eddy, mediador y creador del instituto para la resolución de conflictos, nos advierte de algo muy concreto. En nuestra cultura, este tipo de personalidad está presente en casi cualquier esfera. Debemos, por tanto, tomar conciencia de lo que hay tras ellas para manejarlas mejor.

Personas adictas al conflicto, la anatomía de la ira.

Podíamos decir que la mejor estrategia para lidiar con las personas adictas al conflicto es evitarlas. Sin embargo, no todo en esta vida se soluciona saliendo por la puerta de atrás, poniendo distancia o borrando a alguien de nuestra lista de contactos. Como seres sociales estamos obligados a convivir y, aún más, también cabe la posibilidad de que seamos nosotros mismos una de esas personas. Alguien habituado a recurrir al conflicto cuando hay algo que no sabemos manejar.

Por otro lado, un aspecto que se encuentran en muchas ocasiones los trabajadores sociales, abogados, psicólogos o psiquiatras es a este tipo de personalidad. Porque las personas adictas al conflicto, lo creamos o no, están detrás de muchas demandas, denuncias, casos de violencia de género y disputas laborales. Es como vemos una realidad más que evidente, un comportamiento concreto donde hay alguien que busca proyectar su ira sobre los demás.

El doctor Eddy estima que si un 15% de la población adulta presenta algún trastorno psicológico de los recogidos en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, y al menos un 10% de esta proporción evidencia lo que él ha llamado “personalidad de alto conflicto”.

Veamos qué rasgos y comportamientos retratarían este tipo de personalidad.

¿Cómo son las personas adictas al conflicto?

Algo que debemos tener claro cuando nos enfrentamos a una personalidad de alto conflicto es que el problema, la disputa o la reacción desmedida que hayan proyectado sobre nosotros no es real. El problema no está en nosotros, sino en ellos. En ese interior falto de equilibrio, de gestión emocional, de fortaleza psicológica.

Estas son sus características.

Su estilo de pensamiento es de todo o nada. Ellos/as no analizan, no son flexibles, no se toman ningún tiempo para sopesar una situación. Se limitan a generar un tipo de respuesta basada en la agresión o la crítica cuando algo no les gusta o no se ajusta a sus expectativas.

Baja eficacia en el control emocional. Algunas personas conflictivas sí tienen cierto control sobre sus emociones, pero lo hacen con una única finalidad manipular emocionalmente a los demás. Otros, se limitan a volcar su ira y frustración sobre los demás hasta crear atmósferas muy desgastantes.

Desestabilizan entornos y personas. Las personas adictas a los conflictos son expertos en difundir rumores, en criticar, en desplegar conductas de dominación, de humillación, de ofensa continuada.

Nula resistencia a la frustración y buscadores de culpa. El adicto no tolera que algo no salga o no sea como él o ella espera. No solo se frustra, sino que convierte esa frustración en rabia y busca culpables sobre quien proyectarla.

Sus pensamientos están siempre dominados por emociones negativas.

Presentan incapacidad para reflexionar sobre su propio comportamiento.

Dificultad para empatizar con los demás.

Evitan cualquier tipo de responsabilidad por el problema o por buscar alguna solución.

“La persona que no está en paz consigo misma, estará en guerra con el mundo entero”

Mahatma Gandhi-