martes, 24 de febrero de 2015

CUIDANDO NUESTRO CUERPO


 
El cuerpo es un almacén de poder, pero con demasiada frecuencia, nuestras creencias impiden el flujo de ese poder. Nuestras creencias son un programa que afecta a la función celular.

Nuestro cuerpo es un maravilloso sistema de auto-curación y auto-reparación y un milagro orgánico que aún tenemos que aprender a apreciar. Está claro que nuestras células y órganos, nuestra sangre y nuestros huesos funcionan con una inteligencia espontánea basada en una familiar y cómoda cooperación.

Nuestras células, tanto a nivel colectivo como individual, saben cómo hacer que nuestro cuerpo funcione y, si hay algún problema, nuestro cuerpo nos lo hacen saber.

Detrás de cada enfermedad hay un sentido y un porqué y, lo mismo se puede aplicar al dolor que la pueda acompañar. Recordad que vuestro cuerpo refleja fielmente nuestras creencias. Los sentimientos de victimismo, duda y preocupación envían mensajes a nuestras células para denunciar la sensación de impotencia y carencia de poder y, de manera obediente, nuestras células se alinearán con la señal, y seguirán sus órdenes.

 

Por otro lado, elegimos confiar en nosotros mismos, esa decisión consciente selecciona los códigos de la conciencia a nivel subatómico, códigos que mantienen el posible patrón para entroncar con nuevas versiones de nosotros. La elección de confiar en nosotros mismos activa una versión de la vida basada en la creencia del poder personal. Nosotros llevamos las riendas de nuestra vida.

Sentimientos de tolerancia, amor, respeto, compartir, cuidar, amabilidad, honestidad, gratitud y perdón, no solo fomentan una fuente moral, sino que aportan también la paz mental.

 

La elección de crear una experiencia segura, honesta, respetuosa y placentera en todas las realidades depende exclusivamente de nosotros mismos. Cuando abrazamos creencias que mejoran la vida, una vitalidad diferente emana de forma física, y nuestro cuerpo físico mejora. Un buen estado mental nos hace más receptivos a los efectos vibrantes de las radiaciones cósmicas. Cuando esta energía entra en nuestros “chakras”, nuestros sentidos se abren para percibir una nueva realización. La realidad es fluida; y el tiempo y el espacio son flexibles y pueden cambiar según la percepción del observador. Nuestros cambios de percepción en el aquí y ahora, de hecho se expanden por las líneas del tiempo y transmiten nuestra elección de nuevos códigos de conciencia. Es así como la sanación tiene lugar en las líneas del tiempo.

 

La sanación de nuestros genes humanos está relacionada con la liberación de viejos dolores y miedos atrapados, que transforman antiguos patrones de pensamiento que albergan actitudes limitadoras y aportan al cuerpo un estado de mayor conciencia. Preguntarnos “por qué creamos algo” cambia las frecuencias de las ondas cerebrales para así poder comunicarse con la mente cósmica.

En el campo de juego de la existencia, cualquier sanación supone una reinterpretación de lo que creemos que nos ha ocurrido.

Cuanto más atención prestamos, cuanto más conocimiento tenemos para reconocer los mensajes de nuestro cuerpo, especialmente “las sensaciones viscerales” procedentes del cerebro y que pasan por el abdomen, más aprenderemos. El cuerpo no trabaja contra nosotros, pero nosotros sí que trabajamos contra él, constantemente criticamos y nos evaluamos a nosotros mismos, mientras nuestro cuerpo obedece cualquier orden que le damos.

 

Cuando fuertes emociones acompañan a creencias específicas, las órdenes emitidas siempre transmitirán una sensación de urgencia que hace que la manifestación sea más rápida. Nuestra creencia de que “no hay tiempo suficiente” conduce a una vida dominada por el estrés, y los ataques al corazón aparecen.

Apegarse a un sentimiento de tener “el corazón roto”, puede ejercer los mismos efectos. El corazón es el guardián del tiempo del cuerpo; cada latido marca un ritmo que está en consonancia con el cosmos, con el útero de la madre, con el centro del corazón galáctico.

 

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