domingo, 25 de mayo de 2014

¿SOY WENDY?





El síndrome de Wendy se puede definir como un conjunto de conductas que realiza la persona por miedo al rechazo, por la necesidad de sentirse aceptada y respaldada y por temor a no ser querida. En definitiva, es por una imperiosa necesidad de seguridad: “Cuando La persona actúa como madre de su pareja, liberándole de responsabilidades, se puede decir que es Wendy.

Tras un Peter, siempre se encuentra una persona que se encargue de hacer todo aquello que él no hace, Peter no existiría sin una Wendy que lo aguantase.

La madre que despierta todos los días a su hijo para que no llegue tarde al trabajo, la esposa que asume todas las responsabilidades en casa, la que  toma las decisiones y la que justifica la ineficacia de su pareja ante los demás; está actuando bajo el síndrome de Wendy.

Estas algunas de las conductas que definen a una persona que padece el síndrome:

Sentirse imprescindible.

Pensar que el amor es sacrificio y resignación.

Evitar a toda costa que el otro se enfade.

Intentar continuamente que la pareja sea feliz.

Insistir en hacer las cosas por la otra persona.

Pedir disculpas por todo lo que no ha hecho, o no ha sabido hacer.

Siempre hay que tener en cuenta, que la persona que actúa de esa forma lo hace por miedo al abandono y el rechazo.

Para quienes sufren el trastorno, su forma de actuar es una necesidad y no consideran que lo están haciendo mal, sino que con su actitud, cubren unas necesidades de afecto, pertenencia y seguridad. Por eso la superación del problema, depende de la capacidad de quien lo sufre de reconocer que su conducta está equivocada. Tendrá que reconocer sus propios miedos y a partir de ahí aprender a tener su propio sitio. En definitiva se trata de:

Establecer relaciones equitativas, escuchar los problemas de los demás, pero sin sentirse obligado por ello a resolverlos.

Incrementar la autoestima personal.

Acostumbrarse a decir NO.

Aprender a madurar, a pensar que cada uno es responsable de su vida.

No asumir los deberes y responsabilidades del otro.

Ser consciente de que los cambios de hábitos son lentos, y no se producen de la noche a la mañana.

Estas pautas sirven como prevención y superación de este trastorno, aprendiendo la persona a defender sus derechos sin agredir a los demás ni dejarse avasallar.

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