viernes, 2 de mayo de 2014

¡¡¡¡¡¡ES MIO!!!!!!!


                                         
                                           
El ego se identifica con lo que se tiene, con lo que se posee, pero la satisfacción es efímera y de corta duración. Oculto dentro de este ego existe un sentimiento profundo de insatisfacción, de “no tener suficiente”, de estar incompleto. “Todavía no tengo suficiente”, dice el ego, cuando lo que realmente quiere decir es: “Todavía no soy suficiente”.

El concepto de la propiedad, es una ilusión creada por el ego, para dotarse así mismo de solidez y permanencia, poder sobresalir y ser especial. Pero como es imposible encontrarnos a nosotros mismos a través de lo que tenemos, el ego desarrolla un impulso más fuerte y profundo: el deseo. El ego se alimenta de la necesidad de poseer más, y el deseo lo mantiene vivo, es una necesidad psicológica de tener más cosas con las cuales identificarse.

 
En algunos casos, la necesidad psicológica de tener más cosas, o la sensación de la carencia del ego se transfiere a nivel físico, produciendo en la persona un apetito insaciable. Cuando esto ocurre tenemos que comprender que el hambre está en su mente, no en el cuerpo, y que esto se curaría si la víctima, en lugar de identificarse con la mente, pudiera entrar en contacto con su cuerpo y sentir las verdaderas necesidades del mismo.

Algunos egos son tan fuertes que persiguen su propósito con determinación despiadada, sin embargo la misma energía que los alimenta crea una energía opuesta de igual intensidad, lo cual provoca su caída. Entretanto, siembran la infelicidad para la persona y su entorno, sus deseos son contradictorios, llegando a no saber lo que desean y terminando por no desear: el momento presente.

Como resultado de este deseo insatisfecho viene el desasosiego, la inquietud, el aburrimiento, la ansiedad y la insatisfacción. No hay contenido que pueda proporcionar una sensación duradera de logro mientras esa estructura mental siga existiendo.

Las formas de pensamiento de mi y mío, más que, quiero, necesito, preciso tener y no tengo suficiente, no se relacionan con el contenido, sino con la estructura del ego. Mientras no se reconozca la existencia de esas formas de pensamiento y permanezcan en el inconsciente, estamos sujetos a creer en ellas; estamos condenados a manifestar esos pensamientos inconscientes, condenados a buscar sin encontrar, porque cuando operan esas formas de pensamientos no hay nada que pueda satisfacernos.

Independientemente de lo que tengamos, no podremos ser felices; siempre estaremos buscando algo que prometa mayor realización, y que encierre la promesa de completar el ser incompleto, de llenar esa sensación de carencia que llevamos dentro.

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