sábado, 21 de septiembre de 2019

CALAMBRES MUSCULARES




Nos sobresaltan con un dolor severo y nos avisan de un déficit de magnesio o de que algo perturba nuestra vida. Podemos cambiar la dieta y meditar.

Todos hemos experimentado, al menos una vez en la vida, un dolor muscular intenso y punzante que nos despierta del sueño e impide la movilidad durante unos minutos. Se trata de un calambre o contracción repentina, involuntaria y dolorosa (de un grupo muscular o de un único musculo aislado), bastante frecuente en piernas (principalmente en los gemelos) y pies, que solo tiende a desaparecer cuando masajeamos con firmeza la zona afectada.

Fatiga y deshidratación. La práctica deportiva de alta intensidad o cualquier sobreesfuerzo físico que origine situaciones de fatiga y agotamiento muscular, así como ciertos desequilibrios en la dieta y una hidratación insuficiente, se perfilan como las principales causas de su aparición. Sin embargo, también suele existir una raíz emocional detrás de todo calambre físico.

Falta de magnesio. Circunstancias que generan estrés intelectual como los temores, preocupaciones y angustias, causan una perdida considerable de magnesio, un mineral esencial para garantizar la relajación muscular. Durante el crecimiento, el embarazo y la lactancia, y en el curso de ciertas enfermedades, conviene asegurar una adecuada ingesta de este mineral, ya que su demanda es mayor. Hoy el 80% de la población presenta una carencia acusada de magnesio, cuya dosis diaria recomendada es de 275 mg para los adultos.

Cómo influye la alimentación. 

Dieta aconsejada. Cuando se sufren espasmos de manera recurrente, en la mayoría de los casos basta para con reforzar la presencia de ciertos alimentos en nuestra dieta: arroz integral, legumbres, vegetales de hoja verde, germen de trigo, almendras, nueces y perejil, principalmente.

Ración diaria. 20 g de almendras al día pueden ayudarnos a obtener el magnesio que necesitamos, según la doctora Victoria Pons, responsable del departamento de fisiología y nutrición del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de San Cugat.

Vuelta al equilibrio. La doctora pons aconseja, además, una ingesta diaria de dos raciones de vegetales y una hidratación correcta para alcanzar fácilmente los niveles indicados de este mineral. Con estas recomendaciones, lo más probable es que los calambres musculares debidos a un desequilibrios hidro-mineral desaparezcan.

Bebe lo suficiente. Para asegurar una hidratación adecuada, es fundamental beber antes de experimentar la sed y tomar pequeñas cantidades de agua en intervalos establecidos. Para recuperarnos adecuadamente  después del ejercicio físico, la hidratación puede seguir  esta pauta: Antes unos 400 ml (el primer vaso una hora antes): durante, de 150 a 200 ml cada 15 o 20 minutos: después, más agua de la que tomamos habitualmente cuando tenemos sed. de 1,2 a 1,5 veces el peso perdido. 

Qué hacer cuando sufres uno.

Estiramiento suave. Cuando sufrimos un calambre, lo primero que debemos hacer es intentar estirar el músculo de forma suave y sostenida. Presiona suavemente los dedos sobre el músculo y frótalos haciendo un movimiento circular.

Masaje. El masaje es un remedio efectivo, porque aumenta la circulación y favorece el tono muscular. Pero si padecemos calambres de manera frecuente, hay que tratar la musculatura más profunda, la que exige el cuidado de un fisioterapeuta o masajista.

Dolor "interno". En palabras de Ardaas Singh, profesor de Kundalini Yoga, un calambre físico es "la manifestación de un dolor interno". Toda preocupación, temor e inquietud que experimentamos es el reflejo de algo más hondo, que debemos tratar.

Meditación. La alternativa en esos casos es la meditación, para limpiar el subconsciente de tensiones, descargar la ansiedad y conseguir un estado de relajación que pueda ayudarnos a ser más conscientes de nuestro cuerpo y sus dolencias.

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