jueves, 27 de febrero de 2014

QUE NO CUNDA EL PANICO

Estamos tan acostumbrados a las sensaciones internas de ansiedad que nos parecen normales, sin darnos cuenta que el nivel de tensión que acumulamos en nuestro organismo es superior al que puede tolerar. Este error de cálculo,  nace del desconocimiento de nuestras limitaciones corporales, no sabemos qué tiempo necesitamos de descanso, distracción, entretenimiento y relax para funcionar bien. Nos hemos mal-educado a ser sacrificados y sufridores, anteponiendo la ambición y la competitividad a nuestra propia tranquilidad personal.  También con demasiada frecuencia escondemos nuestras frustraciones, y esto hace que nuestro organismo, en especial, nuestro sistema nervioso, este forzado a trabajar al máximo. Esto es lo que desencadena el pánico, que solemos llamar crisis de ansiedad.
Al llevar un ritmo excesivo, sentimos cansancio e intentamos frenar, descansar un rato, mirar la tele, tumbarnos y, de pronto nos damos cuenta de que no podemos, estar relajados, el sistema nervioso está demasiado alterado para bajar de tan arriba a tan abajo en un instante. En un segundo percibimos está dificultad anómala, podemos observar el efecto de la taquicardia (acaloramiento en la parte central del cuerpo, aceleración respiratoria), nuestra respiración se vuelve incómoda, y los mecanismos del control del ritmo respiratorio hacen paradas bruscas, dándonos la sensación de quedarnos sin aire. Se nos activan todos los mecanismos de alarma en el cuerpo, y sentimos un miedo terrible, ¿pero a qué?, no lo sabemos, y el nivel de ansiedad sigue subiendo, provocándonos más efectos; temblor de piernas, sensación de vértigo, rigidez de nuca, visión borrosa, sensación de irrealidad etc. Parece mentira que si acudimos al médico, después de las pruebas oportunas nos diga que no era nada grave, solo era un ataque de ansiedad. Con lo mal que nos encontrábamos, y claro después el miedo a que nos repita, creándonos otro punto más de estrés.
Lo importante cuando una persona padece estados de ansiedad y miedo, es que trate de comprender que “excesos” está cometiendo en su vida. De esa forma puede tomar medidas adecuadas para prever la crisis.
Bajo ningún concepto debe de preocuparse por lo que le puede pasar, no debe anticipar situaciones, no estar continuamente auto-observándose, no caer en el alarmismo, procurar no enfadarse ni deprimirse etc.
La mayor conducta contraproducente es la evitación de situaciones en las que uno cree que podría suceder el ataque. Esta conducta produce el miedo a padecer una crisis, al considerar la persona que esta indefensa por encontrarse: sola, lejos de su entorno, con gente que no conoce, con persona ante las cuales quiere quedar bien etc. No podemos olvidar que  el pensamiento sobre la ansiedad, produce ansiedad, creando una atención sobre el problema que lo agranda y con la sensación de que no podemos evitar lo que nos ocurre.
¿Qué hacer? ¿Qué pasos seguir?.
1-      Hacer análisis clínicos que determinen como esta nuestra salud.
2-       Una vez descartado cualquier trastorno de carácter orgánico (trastornos endocrinos, circulatorios, tensión arterial etc.) Habrá que hacer una reflexión acerca de cómo estamos viviendo, y que medidas de salud podríamos tomar; descanso, alimentación, ejercicio, diversión, cambio de actitudes.  
3-      Llevar una vida normal, La causa de nuestras crisis son internas, no externas, de manera que no tenemos que protegernos del exterior, sino analizar nuestro interior.
4-      Evitar todo tipo de anticipación o pensamiento que nos genere el crecimiento de la ansiedad, lo que haría que tuviéramos mayor inseguridad. Lo correcto es VIVIR, y cuando nos ocurra X, hacer lo siguiente: En el momento en que nos invada el pensamiento de “lo que nos puede ocurrir”, decirnos que no nos va a pasar nada, que es solo producto del miedo, que el miedo no nos hará morir, y que todo “bajara” si no lo alimentamos.

Respirar hondo y aguantar el aire contando tranquilamente, uno, dos, tres, cuatro, entonces expulsaremos el aire suavemente, y repetiremos la operación varias veces. Centrar nuestra visión en algo externo; un cuadro, una matrícula de coche, porque ese ver-fuera nos ayudara a equilibrarnos. También conviene oír-fuera, que sonidos escuchamos, que canción suena, como oigo mi propia voz y tocar alguna cosa de forma que mis canales sensoriales se dirijan hacia el exterior. Todo esto nos sirve para comprobar que estamos “funcionando” y nuestro estado mejorara notablemente.

Esperar los minutos necesarios para relajarnos, no encerrarnos en pensamientos como ¡otra vez!, ¡esto es espantoso! ¡Soy débil! Y cosas por el estilo que lo único que hacen es aportar un nivel de adrenalina a la corriente sanguínea generando más ansiedad. Está totalmente prohibido deprimirse, esto lo que hace es alimentar al “enemigo”, es vez de eso hay que animarse con todo lo que uno pueda, haciendo cosas que compensen el mal sabor de boca dejado por cualquier crisis (actividades lúdicas, buena música, buena lectura, la buena conversación o el goce estético  de las cosas).

Hay que recordar que tomarse las cosas con humor es el mejor método para solucionar cualquier tipo de problemas de salud y de la vida en general. Así que….. a vivir y a disfrutar de los buenos momentos que nos da la vida.

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