sábado, 21 de septiembre de 2013

HOLOGRAMA




Todo lo que existe en el universo es energía. Los científicos han descubierto que las partículas y antipartículas se aniquilan entre sí, dando lugar a la energía pura y radiante. En el mundo quántico surgen procesos de creación y destrucción, lo que demuestra que la energía y la materia no son más que polos de la misma esencia, de una única sustancia universal. Incluyendo al hombre que está formado de la misma.

 Cada uno de nosotros es un sistema de energías en vibración continua, nuestros cuerpos crean bandas de energía electromagnética con una determinada amplitud de onda, esto nos permite al mismo tiempo, emitir y absorber información. Esto hace que estemos en continua comunicación con una matriz cuántica universal de carácter holográfico.

Este descubrimientos da paso a una nueva terapia de curación, basada no en el físico, sino en el cuerpo energético.

Durante la segunda mitad del siglo XX, Herbert Fröhlich y Fritz Popp estudiaron el patrón energético de los seres vivos, descubriendo que las moléculas vibran al unísono y se comportan como una sola supermolécula, estableciendo un patrón energético coherente y único.

También se pudo detectar una emisión lumínica por parte de los átomos similar a la luz de un láser, conocida con el nombre de “radiación mitogenética de láser”, la cual constituye la clave para asegurar que somos un complejo quántico con capacidad de conexión e interacción con el universo, y que nuestro equilibrio, bienestar y salud dependen de la calidad de recepción y emisión de dicha señal. Nuestro campo energético biofotonico es holográfico, por lo que contiene toda la información del holograma completo. Pero nuestro cuerpo contiene además un patrón de energía que transciende el marco conceptual de la energía física, ya que tenemos energía consciente.

 A niveles cuánticos la conciencia es parte integrante, de manera que la realidad cuántica no es objetiva, ya que el observador forma parte de la realidad y a la vez tiene incidencia sobre la misma,  ya que por el simple acto de observar, determina el estado de la función en onda o en partícula. La visión es una propiedad de la conciencia, entonces la conciencia co-crea lo que observamos.

Somos participes de un mundo quántico que cambia de estado de acuerdo a los observadores participantes de la realidad. La dinámica cuántica es un pilar clave en la unión entre la materia y la conciencia, estableciendo una nueva concepción de nosotros mismos. Podemos asegurar que cada individuo recibe la información que puede entender de acuerdo a su nivel de comprensión y asimilación de recepción.

Si evaluamos la conciencia como un campo matriz, podemos especular que el Universo se comporta como un ser vivo, por lo que la Tierra sería también un ser vivo con esencia vital y conciencia.  Todo el Universo puede imaginarse como un gigantesco fractal expandiéndose permanentemente dentro de una matriz energética consciente.

Uno de los aspectos cruciales de la comprensión filosófica de la dinámica cuántica es preguntarnos ¿qué mantiene a la luz “condensada” en materia?. Queda claro que los procesos cuánticos no son, por sí solos, capaces de mantener la continuidad de la luz en materia.

Max Planck, uno de los padres de la física cuántica, declara que detrás de la realidad física debe existir una mente consciente que le permita existir. Entonces, detrás de este gigantesco universo debe existir también una gigantesca mente consciente que le da vida y le permite existir materialmente.

Como decía Jorge Luis Borges:

“Somos pensamientos  en la mente de un gigante”.

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