viernes, 30 de marzo de 2018

LIBRES LOS QUE PIENSAN....






Libres son los que crean, no quienes copian. Al fin y al cabo, copiar solo es seguir las ideas de los demás, crear es hacer realidad nuestros sueños a partir de la nada, producir algo determinado a partir de nuestra capacidad artística, imaginativa o intelectual.

Arriesgarse con ideas propias es la máxima expresión de libertad. Las personas libres piensan creando, acercándose de manera genuina a su propio éxito.

La última de las libertades humanas es la elección de la actitud personal que debemos adoptar frente al destino para decidir nuestro propio destino.

La obediencia puede ser considerada como una virtud o como una imposición. En casos extremos, no será ninguna de las dos acepciones. Ojalá pudiéramos ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común. Ojalá nos permitiéramos serlo.

Nadie te puede dar libertad. Nadie te puede dar igualdad o justicia. La tienes que tomar tú.

Enseñar, es enseñar a dudar, de hecho siempre deberíamos dudar sobre las ideas que nos vienen dadas, como mandatos inamovibles.

Para ser realmente libres, la duda es fundamental para construir con la colaboración de todos esas ideas liberadoras que nos hagan más humanos, más libres y más dignos. En el mundo al revés, (que vivimos) se nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidad el pasado en lugar de escucharlo y aceptar el futuro en lugar de imaginarlo.

Arriesgarse con ideas propias es la máxima expresión de libertad.

La libertad de iniciar algo nuevo requiere mucho esfuerzo y valentía, pero eso es lo que diferencia el camino al éxito. Vivir es arriesgarse, y como dijo Soren Kierkegaard, padre del existencialismo: “arriesgarse es perder pie por un tiempo, pero no arriesgarse es perder la vida por completo”.

El mayor riesgo en la vida es no arriesgarse nunca. Si no arriesgamos nada, no hacemos nada, y estaremos encadenados por nuestros miedos, siendo esclavos de ellos. Algo que finalmente nos llevará a perder nuestra libertad.

Podemos deslizarnos por la vida sin entregarnos energéticamente a ella. Podemos no exponernos a los fracasos, a los errores, a las decepciones, al dolor. En cierta forma, esta forma de vivir es en realidad una negación de la vida. Con frecuencia se trata de una incapacidad de dar y otras veces, de una gran falta de seguridad, de temor a exponerse, a arriesgar.

Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.

Si vivimos una vida dominada por la pereza, por la escasez de ilusión, por el cansancio y por la falta de esfuerzos nos estaremos perdiendo la mejor versión de nosotros mismos.

Así, que demos un paso adelante, aunque nuestros proyectos e ideas fracasen hay algo que nunca perderemos: NUESTRA CAPACIDAD PARA DECIDIR.

Esteban Pérez

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