miércoles, 7 de febrero de 2018

VER





VER


Tu visión es la que determina el mundo. No vivimos en el mismo mundo porque nuestras formas de ver son diferentes. Hay tantos mundos como personas, por eso existen los conflictos en el amor y en la amistad porque dos maneras de ver las cosas son difíciles de conciliar. Se enfrentan o chocan, tratan de manipularse y de dominarse una a otra. En el fondo, el hecho es que hay dos maneras de ver y una gran lucha para ver quién gana, para ver de quien es el ojo que tiene razón.

Tus dos ojos se encuentran en un punto profundo dentro de ti, nunca se encontraran fuera, no pueden. Cuanto más lejos veas, más lejos estarán; cuanto más te acerques, más se acercaran. Cuando cierras los ojos se vuelven uno, y este solo ojo puede ver la realidad tal como es. Es ver sin ver.

Una vez que tu energía entra y cae sobre el tercer ojo, este empieza a abrirse. Se convierte en un loto, florece y, repentinamente, todo el patrón de tu vida cambia. Eres una persona diferente. Ya no eres el mismo; nunca podrás volver a ser el mismo y el mundo nunca podrá volver a ser igual. Todo es igual y, sin embargo, nada será lo mismo.

Medita más con los ojos cerrados, trata de ver hacia dentro cada vez más. Al principio no es fácil, está muy oscuro, pues te has olvidado incluso de como mirar hacia dentro. Al principio encontraras la oscuridad absoluta. Es como si estuvieras en el exterior bajo el Sol y entraras en tu cuarto, que esta oscuro, y no pudieras ver durante unos segundos; después los ojos se adaptan. Paulatinamente, el cuarto deja de estar oscuro y se va llenando de luz.

Sucede lo mismo con tu interior. Durante un tiempo todo estará oscuro, pero si persistes, si eres paciente, si continuas yendo hacia dentro, un día te encontraras con la fuente de tu energía. De repente desaparece la oscuridad, todo es luz y hay una grandeza y un esplendor que uno no siquiera puede soñar.

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