martes, 9 de febrero de 2021

PERSONALIDADES DEL EGO



En la mayoría de libros espirituales, el ego tiene bastante mala fama. La razón es que el ego, en cierta forma, es el principio en nuestra mente que nos separa a los unos de los otros, nos hace individuales, y nos proporciona un sentimiento de diferenciación del resto de personas, mientras que, el espíritu, es el principio que nos dice que todos estamos conectados, que todos somos parte de la misma cosa y que esa separación no existe.

El problema principal del ego es que muchas veces se pierde el control sobre él, o mejor dicho, toma completamente el control de nuestra vida sin que nos demos cuenta.

Así como la mente no es un "ente" energético por sí solo, el ego si lo es. Tiene una fuerte personalidad, o mejor dicho, tiene múltiples personalidades provenientes, en cierto modo de lo que nuestro ADN ha acumulado durante los años de evolución de la raza humana y que se transformaran en diferentes facetas y caracteres que salen a la luz sin que lo queramos o lo deseemos, en la mayoría de los casos.

Todo el mundo posee, de una u otra forma, está colección de personalidades que, muchas veces toman el control total de nosotros y nos hacen actuar según su patrón básico de funcionamiento, tal y como están programados.

Vemos algunas de estas sub-personalidades principales según el trabajo de Jung:

El  Inocente. El primer carácter que nos encontramos en estos arquetipos universales es El Inocente, la personalidad que nos ayuda a crear nuestra imagen, la mascara que lucimos ante el mundo, nuestro carácter y rol social. Esta personalidad se encarga de mantener la fachada ante los demás. 

El Inocente es la personalidad que queremos que nos defina frente a los demás y tras la cual, muchas veces, ocultamos nuestro verdadero ser. En realidad, El Inocente que llevamos con nosotros solo quiere ser amado por lo que en realidad es, y ser parte de las cosas. Esta personalidad nuestra quiere pertenecer, encontrar su lugar, sentirse reconocido, a veces por las buenas, a veces por las malas.

El Cínico. El Cínico es nuestra personalidad que ve y sabe cuál de nuestras cualidades debe sacrificar o esconder en cada momento para representar el papel del inocente, para que le acepten en sociedad para que los demás le quieran. esta sub-personalidad trata en todo momento de protegernos de sentirnos abandonados, heridos o víctimas y para ello se vale incluso de tretas o conocimiento que a nivel consciente no sabemos no que poseemos, por lo que se convierte en un valioso defensor de nuestro bienestar a ultranza, negando a veces la posibilidad de nuevas experiencias por miedo, a no salir bien parado de ellas.

El Luchador. El ego quiere que sus necesidades sean satisfechas, pero además se preocupa de "como" van a ser satisfechas. El luchador es nuestra personalidad que ayuda a esa tarea. Cuando estamos siendo controlados por este rol del ego, actuamos estrictamente en términos de nuestro interés personal, blandiendo nuestra espada para cortar todo aquello que pueda amenazar la supervivencia del cuerpo y nuestra integridad.

El Cuidador. Esta sub-faceta nuestra desarrolla un sentido moral y de responsabilidad por el cuidado y bienestar de otros. Se preocupa de como se encuentran los demás, además de nosotros mismos, y no sólo por las personas en sí, sino por el bien global de la humanidad. No significa esto que a veces no sea una forma de protegerse a sí mismo de otras cosas, tomando un rol de preocupación por todos y todo, pero es una faceta que representa la cara más solidaría de nuestro ser.

El Buscador. Este sub-carácter busca la iluminación y la transformación interna, pero inicialmente está muy controlado por el pensamiento de nuestro ego. El buscador piensa que todo gira alrededor de ser mejor, conseguir más, tener más éxito, o alcanzar la perfección. Lo que pasa es que cuando no está dirigido por el yo interior, sus motivos dejan de ser todo lo nobles que podrían ser, y terminan enfocado en tener más de "todo" y competir, y superarse, y conocer más, para ser el mejor y poder así presumir de ello en sociedad, o, por el contrario, compensar algún sentimiento de "falta de" que haya podido obtener y acumular por experiencias dolorosas anteriores.

El Amante. El amante quiere unificar cosas, es el símbolo de la unión sagrada con el yo interno, con el amor, con el universo. Esta personalidad nuestra influenciada por el ego busca sin embargo este amor en el mundo exterior, olvidando el amor por uno mismo. Esta parte del ego sabe lo que significa el amor y su valor, y su poder, pero no sabe dónde encontrarlo, por eso es el soñador de un mundo mejor, algún día, en algún sitio, pero nunca ahora, aquí, dentro de nosotros mismos.

El Iniciador. El iniciador es la personalidad que nos ayuda a despertar la semilla de nuestra identidad genuina, nuestro ser más profundo.Crea y pone en marcha muchos proyectos e ideas, tiene la fuerza de lanzar sin parar nuevas cosas, pero también muchas veces encuentra su energía dispersa en demasiados sitios, convirtiéndose más en cargas e insatisfacciones. El iniciador es el espíritu emprendedor que muchos tenemos, pero que cuando llega el momento y la fase de "mantener" lo que hemos creado, se aburre, lo deja, porque ya no es nuevo, porque ya no hay nada que iniciar, y entonces vuelve a ponerse las pilas en busca de otra cosa para crear.

El Sabio. El sabio es la parte de nuestro ego que puede ser experimentada en estados meditativos con nuestro yo interior y que mejor conecta con el mismo, cuando ambos trabajan en sintonía y armonía. El ego sabio observa nuestros pensamientos y sentimientos, pero no se identifica con ellos de forma que es Sabio nos ayuda a ver que es realmente importante en nuestra vida y trascender esa pequeñas cosas que nos distraen de nuestro ser interior más puro. Sin embargo, cuando el ego sabio, no está conectado con nuestro interior, puede convertirse en el "sabelotodo", en la persona que busca la notoriedad y siempre tiene una respuesta para todo. simplemente por afán de notoriedad, o por sentirse querido y aceptado.

El Loco. El loco es el elemento de nuestro carácter que representa la improvisación, el atrevimiento, el lanzarse al vació, el no pensar las cosas. El loco se ríe de todos los que están a su alrededor, quitandoles el poder y haciendo que la cosas pierdan su sentido rígido. No s enseña que la mayoría de las veces solo estamos expresando una de nuestras facetas, o mascaras, de la lista de arquetipos, pero casi nunca nuestro yo verdadero. En el sentido social el Loco a veces toma el control cuando vivimos cada minuto sin preocuparnos de nada más, cuando dejamos las reglas y las estructuras rígidas de lado y montamos las nuestras, cuando improvisamos y confiamos en nuestros recursos para salir adelante como sea.

Como podéis ver, somos muchas personalidades a la vez, tenemos muchas caras, (quizás más de las pocas que hemos explicado de forma generalizada). El hecho de saber reconocerlas cuando están usurpando nuestra verdadera personalidad es lo que nos permite desenmascararnos y poner a nuestro EGO en su sitio, es decir, no dejar que tome el control de lo que somo y hacemos.

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