jueves, 28 de enero de 2021

LA ALEGRÍA



 La risa y la sonrisa son las máximas expresiones de la alegría. la forma de respirar de la risa es justo la opuesta a la de la tristeza o el llanto. En la risa hay sacudidas al expulsar el aire y una inspiración rápida a continuación. En el sollozo hay una inspiración a sacudidas y una aspiración rápida después.

En el estado de alegría el concepto del tiempo es distinto, no es el tiempo de reloj. Cuando una persona está alegre, se siente feliz y el tiempo pasa rápido. Por el contrario cuando estamos tristes el tiempo casi se para, pasa lenta, lentamente. Los griegos hablan de kronos y kairós: de tiempo objetivo y de tiempo subjetivo. El tiempo objetivo es el tiempo físico, el que mide el reloj. El tiempo subjetivo es el tiempo emocional, que no depende del exterior, sino del estado anímico de la persona.

Cuando estamos alegres vivimos el presente, cuando estamos tristes vivimos el pasado y el tiempo se alarga. Vuelvo al pasado con mi memoria, la capacidad de revivir lo ya vivido. Por ello uno de los mecanismos de defensa del ser humano, por decirlo así, es que tiende a olvidar los momentos malos, los pequeños y grandes traumas del pasado. 

El olvido, la amnesia, aparecen para suavizar el sufrimiento, aunque dicho sufrimiento queda en el sótano del inconsciente. Con el paso del tiempo quizás podamos mirar el sufrimiento cara a cara para curarnos.

La alegría vive en el presente, aquí y ahora, ante una situación actual o reviviendo una situación agradable y placentera anterior. No vive en el pasado como la tristeza, la depresión o la culpa, no se adelante hacia el futuro como la ansiedad o la preocupación. Una de las mayores alegrías la podemos encontrar en la relación de ayuda a los demás. Hay alegría al recibir pero también hay alegría al dar. 

Con frecuencia decimos la frase "vive y deja vivir", pero en este momento la humanidad está preparada para dar un paso más allá: Vive y ayuda a vivir. 

La alegría que depende del exterior dura menos, solamente nos acompaña en ciertos momentos, cuando alguien o algo nos llena. Es la alegría que surge desde nuestro interior, como una luz, la que nos acompaña y se transforma en la felicidad del bienestar. Esta alegría que depende de nosotros principalmente es más duradera.

Dicen los orientales que en lo más profundo de nosotros, es un pequeño rincón, existe aquello que llaman la sonrisa interior. Esa sonrisa interior puede surgir y expandirse por nuestro organismo y nuestra mente. Y "contagiar" a todas las personas que nos acompañan. 

La meditación en la sonrisa interior es una de las más bonitas y efectivas. Deja que surja esa sonrisa, que sonría tu cara, tu frente, tu cabeza, tu cuello y tu garganta, tus hombros, tus brazos, tus manos... y así sucesivamente puedes dejar que esa sonrisa interior se derrame por todo el cuerpo y ánima. 

Esa sonrisa puede quedar a veces empañada por las vicisitudes de la vida, pero está ahí, incluso en los momentos más difíciles, como el sol está siempre detrás de las nubes y los nubarrones oscuros. Cuando pasen los nubarrones y el agua de nuestras células se convierta en lagrimas estaremos curándonos y surgirá la felicidad de ser lo que somos, no lo que los demás esperan que seamos. 

Las lagrimas limpian nuestros ojos abriéndonos así a la luz especial de la vida, reconociendo y aceptando las sombrar. Y nos daremos cuenta de que las sombras son tan esenciales como la luz para avanzar en el camino.

Si todo fuera sombras y oscuridad, no veríamos nada. Si todo fuera luz nos cegaría la vista. Es en el contraste entre luces y sombras lo que nos hace humanos. Las luces nos ayudan a disfrutar, y el disfrute va con la alegría. las sombras hacen que nos trabajemos en nuestro interior buscando la felicidad de SER, en vez de parecer.

La alegría vive aquí y ahora, en este momento, en este lugar. Cuando estoy alegre, cuando soy feliz, el mundo se para, el tiempo no existe, entro en el tiempo sin tiempo.


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