jueves, 16 de enero de 2020

ARMONÍA CONSCIENTE




Dijo el maestro Paracelso: “Todas las enfermedades tienen su principio en alguna de estas tres sustancias: sal, azufre y mercurio, lo cual quiere decir, que pueden tener su origen en el mundo de la materia (simbolizado por la sal), en la esfera del alma (simbolizado por el azufre), o en el reino de la mente (simbolizado por el mercurio)”

Si el cuerpo, el alma y la mente están en perfecta armonía entre sí, no hay peligro de discordancia, pero si se origina una causa de discordancia en uno  de estos tres planos, la desarmonía se comunica a los demás.

El SER no es el cuerpo físico; tampoco es el cuerpo vital que sirve de base Química orgánica; ni es el cuerpo Sideral, raíz misma de nuestros deseos; ni la mente, organismo maravilloso cuyo instrumento físico es el cerebro. El SER no es el cuerpo de la Conciencia, en el cual se fundamentan todas nuestras experiencias volitivas, mentales o sentimentales. El SER es algo mucho más recóndito.

Lo que es el SER, muy pocos seres humanos lo han comprendido.

La Divinidad es la ley dentro de nosotros.

Cuando el hombre obedece a la Ley, no puede enfermar, la enfermedad viene de la desobediencia a la Ley. Cuando los siete cuerpos, como si fuesen siete YOES quieren actuar separadamente, el resultado es la enfermedad.

Veamos un ejemplo concreto y simple: si arrojamos piedras al agua, se producirán ondas necesariamente. Esas ondas son la reacción del agua contra las piedras.

Si alguien nos lanza una palabra ofensiva, sentimos ira. Esa ira es la reacción contra la palabra ofensiva, y la consecuencia puede ser una indigestión o un dolor de cabeza, o simplemente pérdida de energías, causa de alguna enfermedad futura.

Si alguien frustra un plan que tenemos proyectado, nos llenamos de honda preocupación mental. Esa preocupación es la reacción de nuestro cuerpo mental contra la incitación exterior.

Nadie duda que una fuerte preocupación mental produzca enfermedades a la cabeza.

Debemos gobernar las emociones con el pensamiento, y el pensamiento con la voluntad y la voluntad con la conciencia.
Y debemos abrir nuestra conciencia como se abre un templo, para que en su altar oficie la Divinidad que mora en nosotros.

Cuando todos los actos de nuestra vida cotidiana, hasta los más insignificantes, sean la expresión en consciencia en nosotros, entonces ya no volveremos a estar enfermos….

No es una tarea fácil, pero podemos enfrentarnos a nuestra ira, miedo, frustración, viéndolo desde lejos como si fueran de otra persona, respirar y pensar que es un reflejo de lo que no hemos resuelto.

Plutón y Saturno nos ayudan a ver con claridad estas emociones, aprovechemos esta conjunción tan fuerte y de ésta manera en lugar de salir y crear caos, nos ayudará  a crecer,  a valorarnos y a dejar atrás a las personas que no nos ayudan a sentirnos bien, y convivir con las aquellas  que saquen lo mejor de nosotros.
Marcela Cosme

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