jueves, 13 de junio de 2019

EL CORAJE





Los sellos distintivos del coraje son el conocimiento y el sentimiento “yo puedo”. Es un estado positivo en el que nos sentimos seguros, hábiles,  vivos, capaces de amar y de dar. Nos sentimos centrados, equilibrados, felices, independientes y autosuficientes. En el coraje hay una gran cantidad de energía, acción, capacidad para dejar ir, para “estar ahí”, para ser espontáneos, comprometidos, En este estado, podemos ser muy eficaces en el mundo.

El coraje de dejar ir

El nivel de coraje es muy útil en el mecanismo de la entrega y la rendición. En el estado de coraje, sabemos que podemos observar nuestros sentimientos. Ya no debemos temerlos, podemos gestionarlos, somos capaces de aprender a aceptarlos y a estar libres de ellos. “estoy dispuesto a correr riesgos, a dejar los viejos puntos de vista y a explorar otros nuevos”.  “Estoy dispuesto a ser feliz, me siento predispuesto y capaz”.

A menudo es fácil dar el salto desde cualquiera de los sentimientos  inferiores hasta el coraje, simplemente, afirmando nuestra valentía para observar y gestionar los sentimientos. Con la mera voluntad de observarlos y gestionarlos, aumenta la autoestima.

Por ejemplo, si tenemos un temor y no estamos dispuestos a mirarlo, nos sentimos mermados y nuestra autoestima disminuye. Si estamos dispuestos a examinar ese miedo, a reconocer su presencia, a ver cómo ha inhibido nuestra vida y a comenzar a entregarlo. La autoestima aumenta, sin importar si el miedo desaparece o no.

Todos sabemos que se necesita valentía para afrontar  el miedo. Apoyamos a las personas que se enfrentan a sus temores y tratan de hacer algo al respecto. La valentía es una de las características de la nobleza y hace que una persona sea verdaderamente grande.

A pesar de toda su programación negativa, y a pesar de su miedo, la gente valiente avanza por la vida sin ninguna garantía y sin saber siquiera si las cosas van a mejorar. Así que el coraje aumenta nuestra autoestima y nos brinda el respeto de los demás. A su debido tiempo, los temores subyacentes, que requieren coraje para superarlos disminuyen hasta tal punto que entramos en la aceptación.

Asumir el propio poder.

En el nivel de coraje el énfasis está en el hacer. Ya sabemos que somos capaces de atender a las propias necesidades y las de los demás, y sabemos que, si estamos dispuestos a hacer el esfuerzo podemos lograr lo que queremos. Por lo tanto, quienes están en el nivel del coraje son los hacedores del mundo.

Como solo podemos dar lo que ya tenemos, las personas con coraje pueden apoyar y alentar a los demás. Esto se debe a que son capaces tanto de dar como de recibir, y el equilibrio entre el dar y el recibir se produce de manera natural.

Los niveles de conciencia anteriores al coraje se ocupan principalmente de ganar; de adquirir. Ahora, es este nivel, hay mayor poder y energía. Somos capaces de dar a los demás, porque ya no lo vemos como medios para recibir ayuda o apoyo, o para sobrevivir.
En el estado del coraje sentimos nuestro poder, fortaleza y autoestima. Sabemos que podemos marcar la diferencia en el mundo, y no solo obtener algo de él. 

Como consecuencia de la confianza, nos preocupa mucho menos la seguridad. El énfasis ya no está en lo que la gente tiene, sino en lo que hace y en aquello en lo que se ha convertido.

Se está dispuesto a correr riesgos y a soltar las anteriores  seguridades. Existe la voluntad de crecer y beneficiarse de nuevas experiencias. Esto incluye la capacidad de admitir los errores sin caer en la culpa y la autorrecriminación. Nuestra autoestima no disminuye al observar las áreas que necesitamos mejorar. Somos capaces de admitir que hay problemas sin sentirnos disminuidos.

En definitiva, dedicamos energía, tiempo y esfuerzo a mejorar, haciendo todo lo posible para cambiar de paradigma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario