miércoles, 5 de diciembre de 2018

LA PERSONALIDAD TÓXICA SEGÚN STEMBERG




La personalidad tóxica según Robert Stemberg está cada vez más presente en nuestra sociedad. Un modo de reducir su impacto y protegernos de ella es trabajando nuestra inteligencia emocional, nuestros valores y nuestra sabiduría.

El resentimiento: es la cárcel que nos impide avanzar.

Las personas con necesidad de arreglar a los demás.

Pedir disculpas, reparar daños: algo que nunca hará un narcisista.

Robert Stemberg, todo un referente en psicología en materia de personalidad e inteligencia, realizo un artículo hace muy poco sobre la personalidad tóxica. Definió este perfil como altamente dañino, poco ético y muy hábil en cuanto a explotación emocional, egoísmo y arrogancia. Así, según este profesor de Yale, estamos ante un tipo de personas que contaminan cada vez más nuestra sociedad.

Llama la atención que alguien como Stemberg se acerque también hasta ese concepto, el de la “toxicidad”. No falta quien discrepa, quien ve en este término cierta falta de rigurosidad y sí mucho de esa psicología popular que a menudo empapa nuestras conversaciones. Sin embargo, esta palabra parece simbolizar muy bien un tipo de comportamiento que la mayoría identificamos con facilidad.

Stemberg empieza reflexionando en su artículo sobre los avances y retroceso de nuestro mundo. Señaló, por ejemplo, el importante aumento de nuestro coeficiente intelectual (dos desviaciones estándar respecto al siglo pasado). Ahora bien, algo que por sí mismo sería sin duda más que alentador, se viene abajo por un detalle poco optimista.

Según este experto en personalidad e inteligencia parece que, en general, no utilizamos nuestra inteligencia a favor del progreso de la propia humanidad. Muchos de nuestros líderes políticos demuestran, por ejemplo, una personalidad tóxica tan dañina tan dañina como peligrosa para todos nosotros. Es más, si hay algo que necesitamos, es educar a nuestros jóvenes en el propio reverso de lo que simboliza la toxicidad: la sabiduría.
Veamos a continuación más datos en los que reflexionar que nos propone Robert Stemberg:

“La educación y la sensibilidad son las claves para crecer como seres humanos”
-Robert Sternberg-

La personalidad tóxica seduce y contamina

El artículo de Stemberg se titula, “Sabiduría, insensatez y toxicidad en el desarrollo humano”.  Como educador y figura destacada en este campo de la psicología, el célebre profesor de Yale se pregunta por qué las personas más sabias, humildes y bienintencionadas no tienen tanta transcendencia en nuestra sociedad o en nuestros escenarios empresariales.

En este trabajo se nos advierte de que cada vez estamos más “contaminados” por este tipo de presencias, por esta personalidad tóxica que limita en mucho nuestro auténtico potencial humano. Así, en un intento de comprender un poco más este perfil, Robert Stemberg nos desgrana punto por punto las características que suelen identificar.

La toxicidad y la triada oscura

La personalidad tóxica está relacionada en algunos casos (no en todos) con lo que se conoce como la triada oscura. Este tipo de perfil está conformado por tres rasgos muy concretos:

Narcisismo: comportamiento tendente a la grandiosidad, el egoísmo y la vanidad.

Maquiavelismo: se relaciona con una personalidad fría y calculadora.

Psicopatía: impulsividad, falta de conciencia y empatía, búsqueda de emociones y tendencia a las conductas delictivas.

La toxicidad y la triada oscura se vinculan en puntos confluentes como son, por ejemplo, la explotación, el trato injusto, la arrogancia y dominancia, así como la falta absoluta de conexión emocional con aquellos que les rodean.

La toxicidad necia y la persona tóxica con alta inteligencia.

Robert Stemberg advierte que hay dos tipos de personalidad tóxica:

En primer lugar encontramos al tóxico necio. Es aquel que sin tener una inteligencia destacable, se vale de seguidores para proyectar el dominio y el acoso sobre los demás.

Asimismo, también está el tóxico inteligente, aquel que con un CI por encima de la media usa su ingenio para fines egoístas y hasta peligrosos.

La personalidad tóxica es lo opuesto a la sabiduría

Inteligencia no es lo mismo que sabiduría. Este último concepto se entiende como ese eslabón más elevado y noble del desarrollo humano y por tanto, es lo opuesto a la propia toxicidad.

La persona sabia es ética, es atenta, sensible a las necesidades ajenas y capaz de distinguir entre lo que es bueno y malo, lo que es útil y lo que no.

Asimismo, sabiduría es también disponer de capacidad analítica, de creatividad y habilidad para resolver problemas.

Las mentes sabias saben hacer justicia mediante la honestidad y la franqueza. No entienden de egoísmos, no buscan el poder y se guían siempre por los más elevados valores.

Cultivarnos como personas no caer en la toxicidad

Robert Sternberg señala que por curioso que parezca, la personalidad tóxica siempre es más atractiva socialmente que la persona sabia. Tiene más recursos en cuanto a seducción, sabe escalar posiciones y termina ocupando espacios retirando a quienes serían más válidos (y valiosos) para nuestro avance como sociedad.

Así, algo que nos sugiere el profesor de Yale es que trabajemos en nosotros mismos. Es necesario que invirtamos en sabiduría para frenar la toxicidad, para no contaminarnos, protegernos de ella y evitar caer en estas mismas dinámicas. Estas serían por tanto unas sencillas estrategias para lograrlo:

Debemos entrenar y dar forma a un tipo pensamiento más flexible y menos dogmático.

Es necesario que potenciemos la inteligencia emocional.

Hay que reflexionar sobre los propios pensamientos, sentimientos y creencias.

Debemos invertir en el estudio de los valores éticos en la filosofía, en el razonamiento…
Hay que valorar nuestra experiencia, sacar aprendizajes de lo aprendido en la vida.
Debemos enseñar a los niños que todo lo que se aprende puede usarse para bien o para mal.

Es necesario tomar conciencia de que el respeto y el bien generan impacto en todos nosotros.

Reflexionemos por tanto en estos puntos y escampemos este tipo de presencias adversas de nuestra cotidianidad para lograr una existencia más plena, más libre y digna para todos.

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