martes, 22 de agosto de 2017

RELAJATE




Para poder relajarte tienes que empezar a hacerlo desde tu circunferencia, ahí es donde estamos; solo podemos comenzar desde donde nos encontramos. Relaja la circunferencia de tu ser, relaja tu cuerpo, relaja tu comportamiento, relaja tus actos.

Camina de una manera relajada, come de una manera relajada, habla, escucha de una manera relajada. Aminora cada acción. No tengas prisa, no te aceleres. Muévete como si toda la eternidad estuviera a tu disposición; ¡De hecho lo está! Estamos aquí desde el principio y vamos a estar hasta el final. Pero el caso es que no hay principio ni fin. Siempre hemos estado aquí y lo estaremos siempre. Cambian las formas, pero no la sustancia, cambian las vestiduras, pero no el alma.

Tener tensión y estrés significa tener miedo, duda. Significa un esfuerzo constante por proteger, por estar seguro, por estar a salvo. También significa prepararnos para el mañana ahora; tener miedo de no poder enfrentarnos mañana a nuestra realidad, y eso nos hace estar constantemente en guardia.

La tensión significa que el pasado no se ha vivido plenamente, de cierta manera algo se dejó pasar de largo, pero te sigue, y es recurrente hasta que no esté solucionado no te dejara tranquilo. Recuérdalo.  En cada experiencia existe una cualidad intrínseca que tiende a ser acabada, completada. Una vez satisfecha se evaporara.

Todo tu pasado te persigue pidiéndote acabar cosas, porque la mayor parte de tu vida las cosas no han sido vividas realmente, todo ha sido de algún modo evitado, vivido parcialmente, a medias, de una manera tibia. No ha habido intensidad, ni pasión. Te has conducido como un sonámbulo. Así que el pasado te obsesiona y el futuro te crea angustia. Entre el pasado y el futuro está como emparedado el presente, la única realidad.

Tendrás que descansar. El primer paso para hacerlo está en el cuerpo, obsérvalo, mira en tu interior, profundiza para comprobar las tensiones que tienes en él. Observa tu cuello, la cabeza, las piernas, todo tu cuerpo, hazlo a conciencia. Luego ve hasta esa parte del cuerpo que sientes tensionada y dile con cariño: ¡”Relájate”! Quedaras sorprendido al comprobar que te escucha, te hace caso, ¡Es tu cuerpo!

Con los ojos cerrados penetra en tu interior, desde los dedos de los pies hasta la cabeza, focalizando cualquier lugar donde haya tensión. Habla entonces con esa parte como si hablaras con un amigo, permite un dialogo entre tú y tu cuerpo. Dile que se relaje y adviértele: “No hay nada que temer. No tengas miedo. Estoy aquí para cuidarte, quédate tranquilo”. Poco a poco aprenderás, y conseguiras que el cuerpo se relaje.

Después da otro paso más profundo. Si llegas a ser capaz de relajar el cuerpo voluntariamente, serás capaz de ayudar a que la mente haga lo mismo.

Cuando tu mente se encuentre relajada empieza a relajar tu corazón, el mundo de tus sentimientos, tus emociones, algo que es todavía más complejo, más sutil. Ten por seguro que si es posible relajar el cuerpo y la mente, también puedes relajar el corazón.

Solo entonces, cuando hayas dado estos tres pasos podrás pasar al cuarto.

Ahora, puedes pasar al centro más interno de tu ser, el cual está más allá del cuerpo, de la mente y del corazón; es el verdadero centro de tu existencia. Conseguirás también relajarlo.

Esta relajación aporta la total aceptación.

Te encontraras lleno de felicidad, porque tu vida se llenara de paz y armonía, la cual serás capaz de expandir a todo tu entorno.

Y como dijo Buda:

“No tengas prisa, paciencia…..todo llega justo en el momento en que estas preparado para seguir con tu evolución”

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