miércoles, 10 de agosto de 2016

CUANDO SE CANSA EL ALMA.




El cansancio del alma es el peor cansancio que podemos sentir.

Mientras el cuerpo está cansado, con un descanso reparador sabemos que el equilibrio corporal se restablece.

Sin embargo, cuando lo que se ha cansado es la ilusión, las ganas de vivir, las ganas de amar e incluso las de ser amado….


Irremediablemente saltan todas las alarmas, es el cansancio existencial, es el cansancio del alma.


Y la causa principal no es otra que el alejamiento de nosotros mismos.

 
Uno se cansa por muchos motivos a lo largo de su vida, el alma se cansa por acumulación, se cansa cuando el vaso rebosa, porque no le hemos prestado atención mientras se estaba llenando.


Se cansa de ceder.

Se cansa de buscar y no encontrar.

Se cansa de dar y no recibir nunca.

Se cansa de escuchar y no sentirse escuchado.

Se cansa de amar y no ser amado.

Se cansa de callar por no molestar.

Se cansa de vivir la vida de otros y no la suya.

Se cansa de no ver la salida.

Se cansa de llorar en silencio.

 
La lista de situaciones, experiencias y sucesos por lo que se nos cansa el alma es interminable, personal e intransferible y distinta a otro ser humano. En definitiva uno se cansa hasta de sentirse cansado.


Cuando se nos cansa el alma, nos sentimos vacíos, solos, desamparados, vulnerables, tristes y desmotivados

 
Si supiésemos mantener a salvo nuestra pequeña porción de vitalidad podríamos recurrir a nuestra despensa particular y sacar un pedazo. A veces con poco basta. Otras es necesario vaciar toda la despensa, para rescatarnos del desastre. Lo que sí es seguro es que la solución, como el problema está en nosotros. A nadie le pueden sacar de su escondite si no quiere. A nadie le pueden inyectar pasión si su corazón está vació.


Es difícil reaccionar cuando uno está abajo porque la fuerza que nos acompaña cuando el alma sonríe no aparece cuando necesitamos un abrazo. Pero de cualquier forma aunque lo que nos rodee nos sea propicio y todos nos quieran ayudar, la mejor ayuda está en la propia sabiduría.


Existen otras fuerzas que nos acompañan, podemos verlas con los ojos de la intuición que advierte en otro plano sensorial y así identificarlas, señales que nos indican el camino a seguir, para encontrar la salida.

Cuando a pesar de todo uno se ve incapaz de remontar sus propias carencias, cuando realmente las fuerzas no nos asisten y el corazón se resiste a seguir el ritmo habitual…entonces no tenemos más remedio que acudir a los que nos protegen desde el otro lado de la orilla. No hay más remedio que pedir ayuda alertándoles de nuestra necesidad, el resto está hecho porque su respuesta es siempre un cabo resistente al que asirnos.


Remontar se convierte así en un camino que debemos construir nosotros mismos…poco a poco, no importa el tiempo. Solamente importa lo que día a día ganamos a la desesperanza y la gran sonrisa que iremos dibujando en nuestro rostro para regalárnosla al mirarnos al espejo.

 
La solución viene de la mano de parar…meditar…y hacer los cambios necesarios para recuperar el ser nosotros mismos, que por diferentes circunstancias nos hemos ido alejando del camino que hemos venido a recorrer. El camino del auto-conocimiento. El camino de hacer lo que sentimos y pensamos.

En la medida que no hacemos lo que sentimos y pensamos nos alejamos, de nosotros, de nuestro proyecto de vida, de aquello que decidimos hacer cuando tomamos la decisión de volver a este mundo.


Richard Bach en su libro Juan Salvador Gaviota escribe una frase que plasma muy bien el camino hacia uno mismo. Nos dice:


Hay seres humanos que obedecen a sus propias reglas, porque se saben en lo cierto: seres humanos que cosechan un especial placer en hacer algo bien: seres humanos que adivinan algo más que lo que sus ojos ven: y seres humanos que prefieren volar a comprar y comer.

 

Publicado por  Esteban Perez.

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