domingo, 8 de mayo de 2022

LA RESPIRACIÓN Y EL INCONSCIENTE



La respiración es una poderosa herramienta. Une lo externo (aire), con lo interno (pulmones), y es un “camino” de conexión, de intercambio y de íntima unión con el entorno.

Cuando el aire penetra en los pulmones, entrega una parte de sí, el oxígeno, que es recogido por los alvéolos; a continuación, expulsa hacía el entorno el dióxido de carbono, un desperdicio del cuerpo. Todo sucede a cada momento, continuamente, en un flujo perenne de contacto, de entrada y salida, de recepción y entrega. Así, la respiración lleva implícita la idea de “contacto” y de “conexión”.

Ello sugiere que mientras permaneces atento a tu respiración, estás practicando “El flujo de tus decisiones en conexión con el medio entorno”. Esto significa adquirir consciencia de quién eres y de cómo eres respecto a las circunstancias que te rodean.

Cuando la respiración se realiza de manera inconsciente, todo ese proceso se pierde. Literalmente no estas atento a lo que sucede. No percibes con claridad quién eres o cómo se realizan el flujo de tus decisiones. Por ello estás interactuando inconscientemente, repitiendo patrones y programas por defecto.

“Ser consciente” se traduce en muchas implicaciones, por ejemplo: se activa la voluntad y está se separa del razonamiento preexistente. Te das cuenta, percibes, que los pensamientos de “siempre” no son “siempre” aplicables.

Cuando el entorno cambia, no puedo aplicar los mismos sistemas de razonamiento, porque no funcionan, dejan de ser útiles, se vuelven repetitivos, inexactos, inútiles o producen resultados impredecibles. Lo que funcionaba en el pasado, dejo de ser útil ahora. Te haces consciente así de tus programaciones.

Cuando esto sucede, se abre una poderosa vía en la que empiezas a preguntarte cuántos de esos programas contienes; cuantas repeticiones utilizas cada día, a cada momento. Descubres, en “muy poco tiempo”, que las utilizas “todo el tiempo”.

Aquí empieza entonces la verdadera tarea de desprogramación de tus contenidos. Te ves a ti mismo/a “repitiendo” y ello empieza a no gustarte. Entonces comienzas a ser más real, y ello empieza a no gustar a los demás. Es un ciclo que se repite siempre.

Cuando cambias tus modelos de respuesta, empiezas a perturbar a los demás, porque estos ya no reciben la respuesta esperada de siempre, aquella “conocida” y “controlada”.

Empiezan a sentirse inseguros respecto a lo que esperaban de ti. Los demás no saben con qué se encontrarán ahora cuando te vean.

Eso es una buena señal. Has comenzado a desprogramarte.

Del libro Conversaciones con el Doble Cuántico. Joshua S. Santos

 

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