domingo, 31 de marzo de 2019

AGUJEROS NEGROS MENTALES




LOS AGUJEROS NEGROS


La mayoría de los seres humanos se bombardean a sí mismos con continuos pensamientos negativos, tales como “no puedo hacer esto, esto no es para mí, soy débil, debo esconderme de los demás porque no soy bueno, el mundo no es un lugar seguro, probablemente esto saldrá mal”, etc.

¿Cómo hemos llegado a este punto de auto infringirnos daño? ¿Por qué actuamos así? 

La razón de esta conducta es que todos nosotros tenemos en algún punto, sea en esta vida o en otra pasada, un trauma. Los traumas son experiencias negativas de tal intensidad que nuestra personalidad no puede manejarlas, una parte de nuestra percepción se “congela” y se mantiene atascada en el tiempo.

Fijaos por ejemplo en alguien quien en una vida pasada experimento la ocupación de su país por una guerra. La gente era arrestada en las calles y súbitamente desaparecía. Había una amenaza continua de violencia y nadie se sentía seguro. La personalidad de esa vida pasada sufrió intensamente del temor aplastante y no pudo  reconciliarse con esta situación mientras vivió.

Una parte de esta persona se traumatizo y quedo atascada en el tiempo, atascada en la realidad de la guerra y le sigue enviando mensajes a la personalidad actual como si estuviese todavía en la guerra: “la vida es peligrosa, hay mucha violencia allá fuera, no puedes confiar en nadie, eres impotente”.

La personalidad actual no comprende que estos pensamientos persistentes se relacionan con una realidad muy diferente, él simplemente cree en los mensajes y se acostumbra a ver la vida a través de los ojos de la personalidad de la vida pasada traumatizada.
Los extraños son vistos con suspicacia, hay una sensación de tragedia y un temor a la violencia siempre de fondo, y la creencia de que es mejor encerrarse en la casa, porque si sales es posible que no regreses.

La parte traumatizada de nosotros es la mayor fuente de temores que sufrimos. Daos cuenta de que el temor siempre nos dice que hay algo allá fuera que es peligroso, hostil y dañino. El temor logra que nos enfoquemos en el mundo exterior como la fuente de nuestros problemas, y no en el propio trauma.

Cando alguien que le tiene miedo a los perros está en la misma habitación que un perro, toda su atención estará enfocada en el perro, excluyendo todo lo demás. Pero la mayor parte del tiempo el perro no es el problema, el asunto real es su temor a los perros. Si nos mantenemos enfocados en lo externo a nosotros, nuestra percepción se distorsiona.

Nos enfocamos en aquello a lo que tememos y por tanto tendemos a verlo en todas partes, nuestro temor exagera el peligro real y consumimos gran cantidad de energía tratando de evitarlo.

Este patrón reactivo crea un círculo vicioso: el temor   limita nuestra percepción de la realidad de tal forma que la realidad parece confirmar y justificar nuestros temores aún más.

Una parte traumatizada de la personalidad, atrapada en un círculo vicioso, puede ser vista como un agujero negro dentro de nosotros. Chupa la energía, chupa la luz y nos revierte al pasado, a momentos en el tiempo donde nuestra percepción se congeló y atascó.

Discutir con personas que están en un agujero negro, esto es, que tienen una percepción limitada y basada en el temor de un asunto en particular es casi imposible. Cuando les tratamos, ellos inmediatamente señalan las “razones” innumerables que sostienen su visión. Se niegan a abrirse a la posibilidad de que su temor – y no el mundo exterior- sea realmente el problema.

Están convencidos de que su temor es provocado por amenazas reales en el mundo exterior y que por tanto es razonable y justificado. Si nosotros no mostramos concordancia con ellos, se nos catalogará como ingenuos ya que nos negamos a ver lo obvio bajo nuestra nariz. Mientras mayor es el temor, más rígidas y firmes las creencias.

Los agujeros negros pueden ser tan poderosos que chupan la personalidad en su totalidad: en tales casos surgirá la paranoia (sospecha extrema). Todo lo que las personas digan o hagan se interpreta de forma negativa lo cual hace imposible la comunicación normal.  Se percibe que la amenaza  y la conspiración están en todas partes. Los amigos y familiares que tratan de romper el conjuro de sus obsesiones se consideran bajo la influencia de fuerzas malévolas. La persona paranoica se ha aislado y encarcelado dentro de su propia mente.

Hasta cierto punto todos sufrimos de paranoia. Casi todos tenemos un agujero negro respecto a cuestiones particulares que distorsionan nuestra percepción y nuestra relación con los demás.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Comprender que hay un agujero negro dentro de nosotros

El primer paso y el más importante es reconocer que  una parte nuestra se ha traumatizado y nos está enviando mensajes que no son los correctos. Cada vez que nos demos cuenta de que nuestros pensamientos son particularmente negativos, o cuando nos sintamos desproporcionadamente atemorizados esperando lo peor, preparémonos para ir a nuestro interior, al agujero negro y enfrentar la parte traumatizada.

Haceos las siguientes preguntas:

“¿Puede ser que haya un agujero negro en mi interior?

¿Puede ser que haya una parte mía traumatizada que distorsiona toda mi visión dela realidad, una parte que me desconecta de todas las cosas buenas y positivas que suceden a mi alrededor?

¿Está mi visión de la realidad y mi actitud hacia la gente basada en el temor y no en el amor?

Entrad al agujero negro

Entrad al agujero negro para no sufrir, sino para traer luz y amor a esta parte nuestra. Imaginad la parte traumatizada. Imaginad por ejemplo que es un niño perdido y comprender que necesita mucho amor y cuidado. Conectaros con este niño, miradle a los ojos y sentid que es lo que necesita para liberar gradualmente el temor.

Cada vez que os encontréis albergando pensamientos negativos, sentimientos oscuros o temores irracionales respecto a la vida, a la gente  o a la sociedad, animaros a ir a vuestro interior. Buscad el agujero negro que hay en vosotros, la prisión de la parte traumatizada. Estad presentes como un ángel  amoroso llevadle consuelo, seguridad y luz.

Podéis deciros mensajes positivos, por ejemplo:

-La vida es buena conmigo.

-Tengo lo necesario para ser feliz.

Decir este tipo de mensajes se convierte en un instrumento poderoso cuando deseamos liberarnos de pensamientos basados en el temor. Antes de comenzar a repetir afirmaciones, regresar a la Fuente. Conectaros con el amor dentro de vuestro corazón, y ved qué mensajes surgen de vuestro interior.

Si la afirmación es correcta, no es esencial que la repitáis a menudo. Una vez al día es suficiente.

Sin embargo el primer paso y el más importante en este proceso es el de enfrentar honestamente el agujero negro dentro de nosotros. Tan pronto comprendamos que el temor distorsiona nuestra percepción, podemos comenzar a abrazar ese temor con amor, y desde ese amor encontrar afirmaciones que sean verdaderas y efectivas.

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