martes, 9 de mayo de 2017

LA CITA.


 
 

Si los seres humanos supiésemos que teniendo una cita con un especialista podríamos ser felices definitivamente, seguro que todos pediríamos esa cita cuanto antes.

 
Si de verdad existiese una pastilla para el cansancio del espíritu, para la tristeza del alma, para el malestar de las consecuencias de los errores, para cuando nos venimos abajo al no conseguir nuestros logros, siempre procuraríamos llevar nuestra caja de pastillas para las ocasiones más difíciles.

 
Si tuviésemos claro que realmente, la tranquilidad y el equilibrio lo vendiesen empaquetado en porciones de regalo, os faltaría tiempo para ir a comprar unas cuantas. Para nosotros, para los que amamos, para los que odiamos….porque de este modo estaríamos seguros de tener a mano, el poder conseguir cuando quisiésemos lo que tanto ansiamos y sobre todo de poder manejar a nuestro justo las emociones.


Pero la realidad es que no hay pastillas, ni doctores, ni terapeutas, ni farmacias, ni tiendas que nos vendan felicidad.


Tampoco hacen falta. Solamente debes quedar. Tener una cita especial. Preparar cuidadosamente un encuentro. Pensar en que vas a llevar puesto, cómo vas a presentarte. Vigilar cada detalle. Idear que decir que gestos emplear, que mirada regalar, que modulación de voz usar y luego….sentir la inquietud interior por conocer a quién nos hará de verdad plenamente dichosos.

 
Prepáralo detenidamente y vete sin miedo. Elige el sitio donde vas a quedar, siéntete a gusto, cómodo y afortunado. Cuando llegue la hora camina lentamente hacia el lugar que te acogerá por primera vez de esa forma.

 
No tengas prisa, llevas muchos años huyendo. Hoy vas a sentir definitivamente todo el amor que hay en tu vida y eso requiere tiempo. Busca un lugar donde sentarte. Acomódate. Llénate de tranquilidad y a la vez deseoso de encontrarlo.

 
Cierra los ojos y comienza la conversación con el ser que llevas dentro, que te ama. Imagínalo fuera de ti. Siéntelo a tu lado. Obsérvalo sonriéndote amable, entrelazando los dedos en tus cabellos, rozando tu mejilla con sus dedos. Míralo a los ojos y siéntele.

 
Cuéntale tus miedos y déjalos ir. Háblale de aquello que te duele muy adentro, de los que te ofendieron, de como tú también has hecho daño, de lo que anhelabas y no pudo ser, de todo lo que has dejado inacabado, de lo que te llego sin ser pedido, de la fuerza que necesitas, de la alegría que te falta o la desgana que te invade.

 
Dile  que confías en que siempre este contigo, lo que agradeces que te quiera tanto, de la seguridad que te da haberle llamado para hacerle presente. Dile que ahora que está contigo su alegría contagiosa no te abandonara nunca.


Y dile, tomando su mano, que le prometes que todos los días volverás a verle. Siente el calor y la felicidad de saber que está a tu lado y que siempre lo estará, que ya nunca estarás solo.

 
Y cada mañana, con cada nuevo amanecer lo sentirás dentro de ti, y no olvides repetir la cita……día a día….todos los días…el resto de tu vida.
 
 

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