domingo, 6 de noviembre de 2016

LO QUE SALE DEL CORAZÓN.......


Lo que sale del corazón, no siempre llega al corazón de los demás. Todos hemos experimentado  alguna vez haber hecho algo por una persona con inmenso cariño y ser correspondidos con el sabor de la indiferencia. Como si la bondad, lejos de hablar un lenguaje universal se perdiera a veces en extraños dialectos.
No siempre hablamos de la disonancia entre lo que uno da y lo que más tarde recibe. Nos referimos a esa sensación desoladora de sentir como el corazón ajeno no ve, no siente no percibe lo que otros hacen por él o por ella. Sabemos que el amor es invisible, pero si los demás no lo intuyen a través de nuestros actos es como si de algún modo, nada tuviera sentido.
Expertos en ciencias del comportamiento y de la empresa nos dicen, que la bondad es una desventaja para el éxito social. De algún modo, la persona noble que actúa desde la honestidad irá saltando de decepción en decepción en este complejo rio de la competividad que define nuestro mundo moderno.
Sin embargo, a pesar de ello somos muchos los que elegimos actuar de este modo. Porque, el hacer las cosas desde el corazón es un valor personal en el que vale la pena invertir tiempo y esfuerzos. Sin embargo, no podemos negar que las decepciones duelen.
Cuando alguien hace algo desde el corazón, armoniza múltiples dimensiones. Se enlaza la propia identidad, el valor de la reciprocidad, el deseo de propiciar el bien, de conferir bienestar, alegría e ilusión. La persona que actúa con bondad debería sentirse, efectivamente, reafirmada al ver que toda la energía invertida en hacer el bien funciona. Que su propósito tiene un fin útil, sin embargo…. No siempre es así.
Podríamos dar muchos ejemplos: desde el anciano que lo dio todo en el pasado por el bien de sus hijos y ahora, es recompensado con la soledad, hasta el adolescente que busca integrarse con respeto y afecto a su grupo de iguales y es recibido con burlas e insultos. No podemos olvidar tampoco a la pareja que cuida detalles, que incluye al felicidad de la persona que ama en los primeros puestos de su lista de prioridades, que se preocupa, que construye, que invierte… si nada de esto se ve, si nada de esto se valora, es que ese amor no sirve. No vale. Es un sucedáneo de amor que es mejor reformular o desechar.
Quien hace las cosas desde el corazón y no es reconocido, acaba viviendo poco a poco en su isla de soledad. De algún modo, nos acabamos pareciendo un poco a Próspero, el personaje de la “Tempestad” de William  Shakespeare.  Alguien que tras ser herido por la adversidad y la traición, acaba recluido en una isla solitaria en compañía de su hija, en un mundo feérico, sosegado y espiritual donde inevitablemente la única protagonista sigue siendo la tristeza.
Hay que vivir con integridad, no renuncies a lo que eres.
Ya lo dijo Tolstoi en su momento: A un gran corazón ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa. Nos sentiremos solos, no hay duda. Sin embargo, si actuar con honestidad tiene un precio, y es el del desengaño tendremos que asumirlo. Siempre será mejor ser uno mismo que vivir en contra de nuestras raíces. De nuestro auténtico ser.
Ahora bien, para sobrevivir en este mundo complejo, conviene integrar una serie de “anclajes” emocionales y cognitivos a los que aferrarse para evitar daños colaterales. Porque la bondad no es sinónimo de ingenuidad, sino de coraje de alguien que es fiel a aquello que le dicta el corazón.
No debemos convertirnos en unos complacientes profesionales. No hay mayor fuente de sufrimiento que la de quien intenta hacer feliz a todo el mundo.
Nunca vayas en contra de tus propias necesidades para actuar “según lo que pensamos que el otro espera de nosotros.
Tampoco es bueno obsesionarse con ser recompensados por cada cosa que hacemos. La bondad  no exige tributos, le basta con actuar en sincronía con sus valores.
Recuerda que la entrega constante no fortalece tu autoestima. A veces nos obliga a enterrar las ilusiones. Así que no dudes en “entregarte” a ti mismo/a de vez en cuando. Ganaras en salud y equilibrio personal.
Entiende también que quien es ciego a los actos pequeños de amor cotidiano, también lo será en todo lo demás. Porque el auténtico amor no necesita de grandes demostraciones para ser reconocido.
El arte del buen querer es sabio atendiendo los pequeños detalles,
esos que se ofrecen de corazón….
 

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