domingo, 19 de octubre de 2025

TRAUMA Y EPIGENÉTICA



TRAUMA Y EPIGENÉTICA

Las experiencias traumáticas experimentadas por un ancestro dejan una huella mnémica  que se traduce en sus descendientes como síntomas, dificultades, fracasos o temores irracionales. La epigenética ha descubierto en nietos de prisioneros  de guerra la misma respuesta hormonal  ante determinado estimulo que sus antepasados, quienes vivieron el trauma en carne propia.

Esto implica que el ambiente, en especial las vivencias traumáticas, es capaz de alterar los genes. Los hijos concebidos durante la gran hambruna de 1944 en Holanda, en plena guerra mundial, representaron mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y obesidad.

También se descubrió que los hijos de supervivientes de guerra o del Holocausto viven menos años. Todo esto demuestra que no solo heredamos el color del pelo o de los ojos, sino que heredamos también cierto modo de respuesta frente a los estímulos del entorno

Mark Wolynn llama a esto trauma familiar heredado y explica que el dolor de las experiencias más difíciles que no pudieron procesarse adecuadamente no desaparece con los años, sino que queda grabado como recuerdos y sensaciones corporales (Wolynn 2017).

Por trauma entenderemos aquellos acontecimientos que sea por su alta intensidad o por la incapacidad de la psique de dar una respuesta adaptativa, produce un efecto psicopatológico. Suelen ser experiencias difíciles de procesar, asociadas a situaciones que producen asco, temor, dolor, vergüenza o miedo extremos, y dejan al sujeto en estado de indefensión y alta vulnerabilidad, sin defensas para hacerle frente.

Este fenómeno que encontraremos en los sistemas familiares es lo que Freud denomino compulsión a la repetición. Freud sostiene que repetimos en lugar de recordar, ya que repetir es una forma de recordar lo reprimido, actuarlo, en lugar de ponerle palabras y representación psíquica. De esta manera, repetir nos permite, por un lado, evitar tomar contacto con el contenido que produce dolor o incomodidad, y, por otro lado, darle una solución efectiva al conflicto (Freud, 1980 (1914)).

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