viernes, 30 de diciembre de 2022

DEL CAOS......



DEL CAOS NACEN LAS ESTRELLAS

Las personas, como las estrellas, también nos transformamos a partir del caos, de esa conjunción de fuerzas donde no hay que perder el valor o la confianza en que tarde o temprano, volveremos a brillar. Aún en la oscuridad podemos emerger con mayor energía.

Dicen que les estrellas nacen por azar. Son el espectacular resultado de una conjunción de nebulosas, de un conglomerado caótico de gases, polvo y calor que origina finalmente una fusión nuclear. Algo que en un principio está regido por la combinación de distintas

fuerzas tiene un resultado maravilloso. Nuestra transformación personal en el viaje de la vida sigue a menudo este mismo proceso.

En su arduo camino cósmico las estrellas también evolucionan y se mantienen en nuestro cosmos, lidiando entre un tenso equilibrio entre la gravedad y sus reacciones nucleares.

Los seres humanos tampoco lo tenemos fácil y, aun así, miramos cada noche esos astros luminosos suspendidos en el firmamento pensando que todo lo que hay ahí está en calma regido por una templanza soñadora y envidiable.

Sin embargo, todos batallamos con nuestros problemas, con nuestros desafíos personales. Más aún, pocos principios son tan universales en cualquier escenario como el de la transformación, como esa propiedad presente en cualquier ser, en cualquier astro o componente químico.

Es un proceso no exento de miedos e inseguridades. Sin embargo, como bien decía Rollo May, psicólogo existencialista, toda transformación nos libera y eso, es algo que se busca también en terapia psicológica. Generar un cambio para que la persona alcance el bienestar y se sienta libre para seguir realizándose.

La transformación personal: la estrella naciente en nuestro interior.

Casi cualquier cultura tiene en sus raíces algún símbolo que representa el proceso de transformación personal. Carl Jung, fue sin duda uno de los referentes más destacados en el estudio de ese legado simbólico que, casi de manera inconsciente, tenemos todos arraigados en nuestra mente.

La imagen de una oruga dando paso a una mariposa, por ejemplo, es una representación muy popular del cambio y la propia transformación. La serpiente que cambia su piel sería otra que todos identificamos con facilidad. Asimismo, las fases de la Luna serían otra clara representación. Las estrellas antes citadas, conforman otra buena referencia.

Sin embargo…¿a qué nos referimos realmente desde un punto de vista psicológico cuando hablamos de “transformación”? Este es un punto en el que conviene detenernos para entender mejor dicha idea.

Los periodos de crisis impulsan al cambio

La estabilidad, la quietud y la calma rara vez impulsan una transformación personal. Nadie desea un cambio cuando lo que tiene le trae satisfacción o, al menos, la calma por habitar en esa zona de confort donde lo que se tiene se considera suficiente. Ahora bien, hay etapas vitales donde surge la grieta de lo imprevisto y al poco, el desajuste. El temblor y el caos.

Las crisis las pueden traer las propias transiciones vitales. Pasar de la niñez a la adolescencia o de la adolescencia a la madurez sería un ejemplo. También las ocasiones las pérdidas, las separaciones y cualquier hecho de nuestro entorno que haga caer los cimientos de lo que dábamos por seguro.

Todo trauma da paso, a menudo, a una necesidad: a la de una transformación personal, a ese cambio donde mudar la piel, donde modelar un yo más fuerte, más seguro de sí y luminoso. Porque no nos olvidemos que todo caos es una conjunción de energías y al igual que las estrellas con sus gases y sus fusiones, al final, surge un nuevo ser más brillante capaz de iluminar la propia oscuridad.

La misma persona pero con nuevas “capas” psicológicas

Señalábamos al inicio que uno de los propósitos de la terapia psicológica es generar cambios en las personas para que alcancen el equilibrio, el bienestar.

Ahora bien, cuando hablamos de transformación personal no nos ponemos como propósito cambiar a alguien hasta lograr que asuma una nueva personalidad, con nuevos gustos, nuevas metas y otros valores. En absoluto.

Una transformación implica seguir siendo los mismos, pero con mejores recursos. Es añadir capas psicológicas para aplacar miedos y despertar templanzas. Es hacer del caos interno que genera toda crisis una lección de aprendizajes para clarificar qué necesitamos, qué merecemos y cuáles son nuestras prioridades.

Todo ejercicio de transformación personal nos obliga a habilitarnos en el lenguaje interno de las emociones, activar autoestimas a edificar metas que nos guíen, que nos ilusionen hacia la consecución de un futuro mejor.

Transformación personal es visualizar la persona que deseas ser y trabajar en ella.

Toda transformación personal es un proceso movilizador donde fluyen los pensamientos, las ansiedades, la presión del entorno, la sombra del miedo y el sentido de esperanza. Es un conglomerado complejo que se adhiere a nosotros a modo de crisálida, a modo de embalaje para que esa batalla interna se vaya equilibrando poco a poco y día a día.

Ningún cambio es fácil ni se consigue en dos semanas o un mes. No obstante, mientras continuamos en esa labor, es importante no perder de vista una idea.

Valeria Sabater

 

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