lunes, 9 de octubre de 2017

TU COMPAÑERO.

 


Para lograr la libertad interior debes ser capaz de observar objetivamente tus problemas, en vez de perderte en ellos. No encontraras la solución mientras estés perdido en la energía de un problema. Todos sabemos lo difícil que es afrontar una situación si esta nos provoca ansiedad, temor o enfado. El primer problema que debes afrontar es tu propia reacción. No podrás resolver nada fuera hasta que te hagas cargo del modo en que la situación te afecta por dentro.

Generalmente los problemas no son lo que parecen ser. Cuando poseas suficiente claridad te darás cuenta de que el verdadero problema es que hay algo dentro de ti que es susceptible de tener un problema con casi cualquier cosa.

El primer paso es afrontar esa parte de ti. Eso implica un cambio en la consciencia, de tal manera que en vez de enfocarte en “la búsqueda de la solución externa” te centres en “la búsqueda de la solución interna”. Tienes que romper con el hábito de pensar que la solución a tus problemas reside en arreglar las cosas fuera.

La única solución permanente a tus problemas es entrar en tu interior y soltar esa parte de ti que parece tener tantos problemas con la realidad. En cuanto hagas esto tendrás suficiente claridad para afrontar todo lo demás. Puede que creas que es una tarea imposible, pero no lo es. Para ello, basta simplemente con que te observes a ti mismo sintiéndote celoso, temeroso o enfadado.

No necesitas pensar en ello ni analizarlo, basta simplemente con que te des cuenta de tu estado. Céntrate en quién es el que ve todo esto. ¿Quién nota los cambios que se producen internamente? Cuando le dices a un amigo: “Cada vez que hablo con Tomas me siento muy molesto”. ¿Cómo sabes que te sientes molesto?. Sabes que te sientes molesto porqué estas ahí dentro y, por tanto, sabes lo que está ocurriendo en tu interior.

Hay una distancia entre ti y la ira, el temor o los celos. Tú eres el que estás ahí dentro notando estos estados.

Cuando te asientas en la conciencia del testigo eres capaz de librarte de inmediato de estas perturbaciones personales. Comienza simplemente observando, sin más. Solo dase cuenta de que percibes de que percibes lo que está ocurriendo allí. Es muy fácil. Lo que notaras es que estás observando la personalidad de alguien que, como todo ser humano, tiene potencias y debilidades. Es como si estuvieras observando a alguien que estuviera allí contigo. De hecho es como si tuvieras un “compañero de habitación”.

Si quieres conocer a tu compañero de habitación, simplemente prueba a instalarte dentro de ti durante un rato en completo silencio y soledad. Tienes todo el derecho de hacerlo, de hecho, tu espacio interno es tu dominio.

Cuando aprendas a no identificarte con tu compañero de habitación, es cuando estarás preparado para liberarte. Instálate firmemente en el asiento del testigo y libérate de la sujeción que los hábitos mentales mantienen sobre ti. Esta vida que tienes es tuya, es tu vida. Recupérala.

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