lunes, 16 de mayo de 2016

ACEPTAR ES CRECER






En algún momento de nuestra existencia hemos pensado que la vida no tiene ningún sentido. Este razonamiento surge como consecuencia de vivir bajo un determinado estado de consciencia, acompañado de un limitado grado de comprensión. Al fin y al cabo, todo lo que creemos de nosotros es fruto de lo que hemos aprendido y hemos grabado en nuestra mente y nuestra consciencia. Lo importante para seguir adelante, para poder evolucionar es conocernos, si no nos conocemos a nosotros mismos, no podemos conocer nada.

Está claro que podemos entretenernos mirando todo lo que nos rodea, y seguir viviendo como si no pasara nada, pero tarde o temprano notamos ese malestar en nuestro interior que nos indica que “las cosas no van bien” y que tenemos que hacer frente a nuestra vida. Para comenzar a conseguirlo es necesario que, de vez en cuando, dediquemos un rato a estar solos sin hacer nada, aceptando todas aquellas emociones que vayan brotando, sin juzgarlas por muy  molestas que sean.

En esos instantes de soledad y silencio empezaremos a ser conscientes de que caminamos por la vida como si nos faltara algo, nos daremos cuenta de que hemos intentado llenar el vacío que sentimos en nuestro interior con cosas del exterior, evasiones de todo tipo. Pero si somos sinceros, caeremos en la cuenta de que nada de lo que se consigue en el exterior, consigue aliviar por mucho tiempo nuestra ansiedad interna. Sucede todo lo contrario, cuanto más apegados estemos a estímulos externos, más necesitaremos consumirlos para sentirnos temporalmente satisfechos.

Salir de esta rueda sólo depende de nosotros mismos. El primer paso es asumir y reconocer aquellas cosas que no nos hacen felices, por muy duro que sea reconocerlas. Aceptar las cosas es imprescindible para comenzar a estar bien, de lo contrario podemos quedar atrapados en la creencia de que el negro es el color de la existencia.

Pero la felicidad si existe, sobre todo porque se trata del estado natural de nuestro ser, de lo que somos en esencia. Aparece cuando apagamos la mente y conectamos con nuestro corazón. Recordemos los momentos en los que nos hemos sentido en paz, con nosotros, con los demás y con el entorno del que formamos parte. Vivir en ese estado es lo que todos deseamos, pero estamos tan acostumbrados a mirar hacia fuera que nos olvidamos de lo más importante: nosotros mismos.

La verdad es que nadie nos ha enseñado a vivir de acuerdo con nuestra verdadera naturaleza, pero el problema tiene solución: solo tenemos que asumir el compromiso de estar bien con nosotros mismos, y lo demás….ira surgiendo a su debido tiempo.

Puede que nos parezca difícil, pero la vida cobra sentido cuando nos libramos de la esclavitud de la mente. Esta es la batalla que tenemos que ganar, y la que nos hará evolucionar y convertirnos en un verdadero ser humano consciente y con una infinita capacidad de aceptar y amar lo que nos sucede, sin esperar nada a cambio.

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