sábado, 13 de junio de 2015

EL SENTIDO DE LA CULPABILIDAD.


 
 

Perdemos mucho tiempo aferrándonos a la culpabilidad. Cuando uno se ha reconciliado consigo mismo es cuando realmente puede perdonar a otra persona, o al menos cuando se va a poder desprender de la energía del problema. Y esto es lo verdaderamente importante aquí: liberarse del problema para que pueda haber una liberación energética. La culpabilidad está directamente relacionada con la ilusión de la tercera dimensión que te dice cómo deberías ser tú y qué deberías hacer.

Cuando te hallas inmerso en esta culpabilidad tridimensional eres incapaz de abrirte y de conectar con el poder del YO, de dirigirte hacia lo que necesitas y de disponer de la dirección que se supone te mueve en la vida. La culpabilidad se instauró para controlar a la humanidad, para que hiciera lo que se suponía que tenía que hacer, como ser “una buena madre” o “hacer lo correcto”, para seguir las normas de la sociedad. La culpabilidad se instauró para hacerte débil y para controlarte.

El foco del perdón se halla normalmente en otra persona, cuando en realidad el foco debes de situarlo primero en ti mismo y en tus sentimientos. La palabra reconciliación es más precisa cuando se habla de este proceso. La reconciliación supone un importante trabajo interior, pues surge de un viaje de autosanación. Puedes hacer las paces con aquello que te ha ocurrido, desprendiéndote así del bagaje emocional relacionado con esa persona o situación, sanándote así, profundamente en tu corazón. Cuando el corazón sana es cuando puede resucitar, naciendo a través de ti en un nuevo nivel de compasión. Entonces comenzarás a vivir a través de un corazón compasivo y podrás  sentir compasión por los demás.

Conviene que nos desprendamos energéticamente de los problemas para que ya no desencadenen reacciones emocionales en nuestro interior. Pero hay veces en que trabajar los problemas en nuestro interior es de lo más difícil, pues nosotros (el ego) somos nuestros peores jueces. Es sorprendente cuantas cosas podemos llegar a albergar contra nosotros mismos. Y algunas de las cosas por las que nos condenamos ni siquiera tienen sentido: sentimientos de culpabilidad, de vergüenza, y frases como: “Yo debería haber hecho algo más”, “Yo lo sabía”. Ese tipo de frases no se forma a partir de la realidad, sino que proceden de la mente egoica, basada en el miedo y la culpabilidad.

Para salir de estos ciclos, comienza simplemente por estar dispuesto a sentir, a sostener tu corazón, a sostenerte a ti mismo y a respirar conscientemente con cualquier sentimiento que pueda darse en tu interior. Simplemente mantén tu compromiso con el hecho de sentir y sigue respirando conscientemente, dispuesto a vivir con cualquier sentimiento que pueda emerger. No hace falta que justifiques ese sentimiento; sé paciente y cariñoso contigo mismo.

En ocasiones, cuando te hallas en mitad de este proceso, puede ocurrir que sientas algún dolor físico en alguna zona de tu cuerpo. Se trata de un problema emocional que comienza a salir de tu cuerpo físico. Tus problemas emocionales no sentidos se alojan en las células de tu organismo. De ahí que cuando te permites estos sentimientos, las células comienzan a descongestionarse emocionalmente, de tal modo que durante este proceso de sanación, puedes llegar a experimentar dolor físico. Recuerda que eso está abandonando tu cuerpo

Así pues, vamos a tratar ahora de cómo trabajar con el dolor mientras éste abandona el cuerpo. Una vez seas consciente de que algo está abandonando tu cuerpo tendrás que poner toda tu atención en la zona en la que sientes el dolor físico. Lo único que el cuerpo te dice con el dolor es: siente aquí para que tu problema pueda salir de tu cuerpo ahora. En la medida en que lleves allí tu conciencia, el dolor cambiará: puede que se reduzca o puede que aumente. Pero, en la medida en que te muevas hacia el dolor y lo sientas, comenzará a abandonarte. Comprométete con el dolor tanto como puedas.

Una herramienta que te puede ir bien es la de darle al dolor un color o una forma. Mientras llevas a tu conciencia ese color o esa forma, inspira y expira por la boca. Conviértete en la textura y el color. Permanece con ese sentimiento y sé consciente de que no habrá nada que no puedas soportar y manejar. No te marques un orden del día, has de estar dispuesto a vivir con aquello que se te presente.

Siempre hay diferentes niveles y capas en los problemas que se aferran a tu cuerpo, pero tu puedes terminar con eso. Algunos de los problemas se establecen por capas, de tal modo que podemos abordar aquellas partes con las que estamos dispuestos y preparados para bregar. Cuando emergen podemos hacerles frente.

Quizás sientas la necesidad de hacer algún ruido o sonido durante este proceso. Deja que el sonido se mueva a través tuyo y llévalo hasta el lugar del dolor. Respira. Quizás tengas la sensación de que tu cuerpo necesita moverse y expresarse con el movimiento. Lleva toda tu consciencia al movimiento y aduéñate de esta parte de tu cuerpo. Es como si el cuerpo estuviera volviendo a la vida y tú estuvieras dándole la bienvenida a esa parte de tu cuerpo. Con esto, recuperas el poder en tu cuerpo, te sueltas y asumes la responsabilidad de la autocuración de tu cuerpo físico.

Vuelve a poner el enfoque en ti mismo y comprométete a trabajar con las lecciones que tienes que aprender de los problemas que actualmente hay en tu vida. Empezarás a percibir cierto nivel de claridad acerca de lo que es cierto y lo que  no lo es en estos problemas.

Serás capaz de asumir la responsabilidad por el papel que jugaste en cada experiencia vital, dándote cuenta de que tu también fuiste responsable de lo sucedido. No tienes porqué asumir las responsabilidades de los demás; hasta que re responsabilices de tu parte del problema. Si te descubres pensando en lo que hizo mal la otra persona, suéltalo, respira profundamente y reenfócate en ti mismo. Acepta el sentimiento de ese instante; siente lo que está ocurriendo dentro de ti.

La clave estriba en formularle a tu YO las preguntas correctas. Las preguntas correctas son poderosas. No tengas miedo de cuales puedan ser las respuestas, simplemente ábrete a la verdad en ese instante. La verdad es siempre una puerta abierta hacia la libertad. Una vez sientas la verdad y la aceptes plenamente, sin enjuiciarla, algo en tu interior se desmoronará de repente. Encuentra soporte en el amor y la compasión. Puedes ser compasivo es el proceso de aprendizaje. Suelta y respira.

Entre las preguntas que te podrías formular están:

¿Por qué tuve la necesidad de atraer estas experiencias?

¿Qué parte de culpa he tenido yo en esta experiencia?

¿Qué tengo que aprender de esta experiencia?

¿Qué resultados puede tener para mí el permanecer en esta situación?

Si no abordas emocionalmente un problema volverá a aparecer una experiencia similar con el fin de darte otra oportunidad para que la sientas y la sanes. Es así como funciona el Universo. Te trae una y otra vez el regalo de la lección a fin de darte otra oportunidad para que sientas y aprendas.

Hasta el momento has hecho las cosas lo mejor que has podido y sabido. Perdónate por los errores que hayas cometido y por las decisiones que hayas tomado a lo largo del sendero y que no funcionaron de la manera que tú esperabas

Recuerda quien eres en tu yo ilimitado, y ábrete a la abundancia y al amor que siempre han estado aquí para ti. Experimentados plenamente.

Y recuerda que: “Cuando el Amor está presente, ya no existe el miedo”

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