Seguir adelante no es una opción, es una obligación. Un
tendón psíquico indiscutible. La aleación de un material luminoso y resistente
que debe recubrir nuestro corazón para permitirnos avanzar, como si nada fuera
tan importante como para quitarnos la esperanza, como si nadie fuera tan
valioso como para arrebatarnos la oportunidad de ser felices una vez más.
Todos lo hemos experimentado alguna vez, todos nos hemos
quedado estancados en un momento puntual de nuestras vidas. Cuando esto ocurre,
nuestro universo se tergiversa, quedamos boca abajo y desafinados, anclados en
una dimensión extraña, asfixiante. Y la sabemos, sabemos muy bien que aquello
que se queda quieto o aferrado a algo se estropea y que como el agua estancada,
todo empieza a oler mal.
Cuando atravesamos momentos complicados y adversos hay
una parte de nuestro cerebro que nos anima a seguir adelante. Es la voz de la
lógica, esa que se alinea con lo que nos dicen nuestras personas más cercanas
al darnos ánimos y preocuparse por nosotros e intentar ofrecernos el mejor
apoyo y las mejores palabras.
Sin embargo, hay otra parte de nuestro cerebro resistente
al cambio y adherida por completo a esos hechos dolorosos que le han quitado la
calma y ante todo, la sensación de seguridad que tenía no hace mucho.
Desprendernos de algo o de alguien, dejar a un lado
aquello que nos identificaba como un trabajo o una amistad, implica que todo
nuestro ser entre en estado de alarma. Una situación compleja que es necesaria
gestionar de forma adecuada. Meticulosa y sabia.
Más allá de apartar de nuestro frente todo ese cúmulo de
emociones negativas que nos atenazan, es conveniente situarnos ante ese nudo
emocional para entenderlo y desenredarlo.
Una tesitura compleja que si controlamos y desciframos
nos ofrecerá el impulso necesario para seguir adelante.
Seguir
adelante es la única opción válida (y lo sabemos)
A veces infravaloramos la maravillosa capacidad de
resistencia y superación que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior,
justo en nuestro corazón. Un diamante en bruto indestructible sobre esta idea
vale la pena conocer una pequeña historia que sin duda, nos hará reflexionar y
asumir más de una conclusión.
La historia de un
mensaje se perdió en una vieja librería
Todos nos hemos encontrado alguna vez con el famoso cartel
que luce la siguiente frase “Keep Calm and Carry On”. Mantener la calma y
seguir adelante es posiblemente uno de los mensajes más vendidos en el campo
del crecimiento personal.
Sin embargo, su origen es especialmente curioso. Para
descubrirlo debemos viajar a la Segunda Guerra Mundial y a la capital
británica, al Londres de 1940.
El gobierno sabía que la situación que atravesaba el Reino
Unido no podía ser más complicada. La guerra estaba en su peor momento y las
bombas del ejército alemán estaban azotando las ciudades de forma casi regular.
Necesitaban instrumentos defensivos, y no solo referentes
a la armamentista, necesitaban subir la moral de la población, alimentar la
conocida flema estoica británica para que los ánimos no decayeran ante
semejante contexto.
Para ello diseñaron varios carteles con el fin de pegarlos
en las calles. Así, se crearon varias propuestas como “Your Courage, Your
Cheerrfulness, Your Resolution will bring us Victory” (Tu coraje, alegría y
determinación nos dará la victoria) y
“Keep Calm and Carry On”.
Fue este último el cartel elegido para el cual, se imprimieron más de dos
millones de copias. Cabe decir que para este proyecto se invirtió un buen
pellizco del presupuesto general.
Ahora la pregunta es ¿sirvió de algo este llamativo y bien
intencionado cartel? La respuesta es sencilla: no hizo falta. Estos carteles
nunca llegaron a aparecer en las calles, Winston Churchill considero que no
eran adecuados porque los ingleses no necesitaban mensajes paternalistas.
Las personas ya sabían muy bien que la única opción
posible era seguir adelante, luchar y confiar. El ser humano ya dispone de ese
mecanismo propio para sacar fuerzas de la adversidad, resistir y seguir
adelante……
Colocar esos mensajes en las calles era poco más que una
broma y una burla. De ahí que se escondieran, se ocultaran y se destruyera buena
parte de ellos, con el fin de que nadie descubriera que habían invertido una
considerable cantidad de dinero en algo que, sencillamente, no hizo falta.
No fue hasta el año 2000 cuando casualmente se encontró
una parte de ellos en una vieja librería. El hallazgo fue tan sorprendente que
no tardó en sacarse a la luz y en popularizarse una frase creada varias décadas
antes…
Seguir adelante a
pesar de todo, cuestión de entusiasmo y confianza.
Puede que lo sepamos, que una parte de nosotros nos
recuerde que el ser humano está hecho de un material indestructible, y que está
en sus genes resistir y persistir. Sin embargo…¿qué podemos hacer cuando hemos perdido el entusiasmo? ¿Cómo
reaccionar cuando tenemos los pies atrapados, el corazón apagado y la mente habitada
por pensamientos negativos?
Claves para seguir
adelante sin desfallecer en el intento
Siente tus emociones. Lo señalábamos al inicio, debemos
ser capaces de profundizar en nuestro ovillo emocional, tomar conciencia de las
emociones negativas y comprenderlas, desmenuzarlas, hacerlas nuestras y
canalizarlas para que, poco a poco, pierdan intensidad.
¿Qué mereces? Piensa en ello, profundiza en esa cuestión y
haz un listado de lo que mereces como persona: ser feliz, tener otra
oportunidad, ser más libre, responsabilizarte de ti mismo, amar y ser amado,
alcanzar el éxito, volver a ilusionarte….
Observa como tus pies tocan el suelo. Puede parecer una
tontería, pero algo tan simple como sentir cómo nuestros pies tocan el suelo
nos ofrece una sensación de seguridad y de movilidad. No estamos aferrados,
tenemos la capacidad de movernos, de seguir adelante….De actuar.
Practica la respiración profunda y la meditación. Conectar
con nosotros y con todo lo que nos rodea es fundamental. Estas prácticas nos
ayudarán a centrarnos, a canalizar emociones y a despejar nuestra mente para
tomar consciencia de otras perspectivas.
Forma un grupo de personas resilientes. Entre tus amigos y
familia hay personas que han pasado por lo peor y que sin duda, han salido
adelante. Permítete aprender de ellas.
Crea un mantra. Crea una frase que te sirva de aliento y
motivación en tu día a día. Aquí tienes unos ejemplos: “yo merezco”, “yo soy
valiente”, “me esperan cosas asombrosas, estoy preparado para ir a por ellas”.
Por último, nos queda el paso más importante: Tomar
impulso. Seguir adelante es un salto de fe, de confianza en uno mismo y en los
propios recursos. Algo que todos podemos hacer para lograr una realidad más
plena y satisfactoria. La que merecemos.
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