Los instintos son nuestra conexión con la Naturaleza, son
nuestra parte animal. Son impulsos inconscientes que nos recuerdan que somos mamíferos
por debajo del privilegiado cerebro racional que nos individualiza como
humanos.
El neocórtex nos ha permitido construir culturas de enorme complejidad
y sofisticadas, pero también nos ha alejado de la Naturaleza provocando
numerosos problemas de salud en nosotros y en el entorno. Pero es posible
encontrar caminos para conciliar estas dos naturalezas.
El instinto nos cuida
Instintos
y emociones. El doctor Enric Costa médico internista, especialista
en homeopatía, medicina china y acupuntura, nos recuerda que los instintos son
funciones automáticas inconscientes que tienen como objetivo conservar al
individuo y la especie.
Se ponen en marcha para satisfacer necesidades primarias,
como el hambre, el sueño, la procreación o el amamantamiento de las crías. Pero
tienen también un componente emocional y están relacionadas con impulsos como
el odio, la rabia, la venganza o la obsesión.
Necesidades
profundas. Los instintos, explica Costa, cuidan de
nosotros sin que nis demos cuenta, actuando
desde el cerebro primitivo y el sistema nervioso autónomo. Fluctúan en función
de nuestras necesidades más recónditas y nos impulsan, por ejemplo, a comer
ciertos alimentos en unos momentos del año y otros cuando cambia la estación.
Aturdidos
por el consumismo. El problema es que los instintos son
influenciables y gran parte de la industria de consumo que domina las
sociedades modernas se basa en esa capacidad de influencia para distorsionarlos
y empujarnos hacia necesidades artificiales.
Una
vía terapéutica. Pero esa conexión con lo emocional también
nos abre puertas para actuar terapéuticamente, para devolver el equilibrio a nuestra
“alma vegetativa” como llamaba Aristóteles a los instintos.
Curación
emocional.
Un
cerebro aparte. Según el médico y psiquiatra Servan Schreiber;
el cerebro emocional posee una organización diferente y propiedades bioquímicas
distintas a las del neocórtex. Funciona de modo independiente y controla todo
lo relacionado con el bienestar psicológico, y con gran parte de la fisiología del
cuerpo: los impulsos del corazón, la tensión arterial, el sistema digestivo, el
hormonal, el inmunitario.
Experiencias
dolorosas. Los trastornos emocionales tienen su raíz en
las disfunciones de este cerebro, originadas muchas veces por traumas vitales
pasados que continúan ejerciendo influencia sobre nuestras percepciones y
vivencias presentes.
Técnicas psicológicas. Podemos intervenir sobre el cerebro emocional
mediante técnicas mentales y corporales
con mayor efectividad que con razonamientos y lenguaje.
Medicinas milenarias y actuales
Terapias tradicionales como la acupuntura y modernas como
la EMDR , o la coherencia cardíaca aprovechan los mecanismos naturales para
actuar sobre el cerebro emocional y ayudarnos a recuperar la salud.
Curarse con el instinto
Una
estrategia de salud.
Una vez que hayamos hecho lo posible para obtener
alimentos tanto originarios como protegenéticos, el siguiente paso es
abandonarnos al instinto como estrategia fundamental de conservación de la
salud y para la autocuración si es necesario.
Olor y sabor. Son los dos sentidos claves
para guiarnos a la hora de rechazar o de elegir los alimentos que realmente
necesitamos. Cualquier alimento originario que resulte atrayente para el gusto
y el olfato es útil para el organismo y viceversa, si un alimento es nocivo o inútil
será rechazado por nuestro instinto a través de su sabor y su olor.
Sabiduría
biológica. La razón fundamental para que estos
mecanismos biológicos funcionen es que existe una adaptación de los instintos y
de las funciones digestivas y metabólicas a las biomoléculas originarias
presentes en los alimentos. En cambio, no están adaptados a la cantidad de
sustancias extrañas presentes en muchos alimentos modernos y precocinados.
Ningún animal salvaje como alimentos transformados ni
leche una vez alcanzada la madurez, y menos aún leche de otra especie. Quizás
nosotros deberíamos seguir el ejemplo y dejarnos llevar por la sabiduría de
nuestro instinto.
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