Para realizar una práctica que te conecte con tu centro, o establecer cualquier hábito que te beneficie, es necesario recurrir a la fuerza que nace del amor.
Muchas veces uno se encuentra fijándose un proposito positivo y al cabo de un tiempo deja de seguirlo por razones poco clara. Empezar con una dieta, hacer yoga cada mañana o meditar son costumbres que uno quiere incorporar a su vida, pero por alguna razón no se mantiene el compromiso. Si sabemos que estas prácticas mejoran la salud física, psicoemocional y las relaciones, ¿por qué es tan difícil mantener la práctica entonces?
En la Bhagavat Gita, Krishna le dice a Arjuna, su amigo y discípulo, que actué "sin esperar resultados". También es uno de los puntos principales del zen japones: shikantaza, "solo sentarse"; sin esperar nada. Más allá de la interpretación de estas enseñanzas, se puede comprobar que hay algo en el "hacer por hacer" que nos conecta con la fuente más profunda de nuestra energía interior que causa las verdaderas transformaciones.
Hay trampas mentales que debes evitar. Una es compararse. Siempre que nos comparamos con otra persona que ya ha alcanzado unos objetivos deseables nos sentimos desgraciados. La comparación bloquea la compasión. Cuando no partimos de la compasión, sino de la comparación encaramos nuestra transformación con la mitad de nuestra energía vital.
Otra actitud que nos aleja de la fuerza que nos mantiene fieles a una práctica es la negación de la propia responsabilidad. Intentamos hacer algo "porque toca", sin interiorizar y afrontar por qué queremos hacerlo. Existen diferentes maneras de negar la responsabilidad:
"Porque debo hacerlo". Comprueba como te sientes cuando no comes un postre "porque no debes" y cuando lo rechazas porque no te apetece. También hay una clara diferencia entre meditar porque crees que te irá bien o porque te gusta sentarte unos minutos a escuchar tu respiración y conectar con tu cuerpo. La experiencia interior es enteramente diferente y determina que se siga con la práctica elegida o no.
Cuando te dices "hago yoga porque no soy flexible" o "medito porque estoy estresado" implica que si no tuvieras determinada condición no harías estas prácticas, por tanto en realidad estas haciendo algo que no quieres hacer, independientemente de la condición. La diferencia entre hacer algo por amor o porque disfrutas de ello, a hacerlo porque esperas conseguir un objetivo en el futuro, es como de la noche al día.
la experiencia de los demás motiva, pero los cambios parten de uno mismo. La presión de los demás tampoco funciona. Ir a correr con tu pareja porque te lo pide puede animar, pero si la motivación no es interior, ¿será duradero? Así pues, las razones y el lenguaje que utilizamos con nosotros mismos para crear un camino refleja una actitud determinada. Para que una práctica sea un hábito estable se requiere un proceso de conexión continua a una fuerza interior.
Un cambio es poderoso si empieza con una confianza en la práctica, el maestro o la comunidad. Es poderoso empezar empezar una dieta por amor profundo al cuerpo que se expresa en una escucha de sus necesidades. Es poderoso meditar por aprecio al momento presente. El amor siempre existe, es cuestión de cambiar el punto de vista para encontrarlo y ponerlo en el centro del escenario.