viernes, 19 de julio de 2019

TRABAJO CONSCIENTE





Cambiar de estado de ánimo facilita la transformación de nuestras reacciones emocionales, porque en el nivel de evolución en el que el ser humano actual se encuentra, detrás de toda emoción reactivada, existe siempre un pensamiento rudimentario o elaborado, consciente, inconsciente o eventualmente supraconsciente.

El sistema emocional está constituido de energía bruta sin ninguna diferenciación al principio. Es el contenido de nuestra mente (inferior o superior, consciente e inconsciente según el nivel de evolución de la persona) el que orienta esta energía en un sentido u otro.

Está muy de moda trabajar sobre las emociones negar la importancia de la mente, rechazar incluso la aceptación de la más mínima acción de la mente en este trabajo, por miedo a que se utilice instantáneamente esta apertura para reprimir o negar las emociones, como ocurre con frecuencia.

Ahora bien, hay una confusión lamentable que quita a las mejores intenciones mucha eficacia en el trabajo. Es cierto que nosotros no queremos utilizar esta parte inferior de la mente consciente o inconsciente, que niega y reprime las emociones. Sin embargo, a fin de transformar las emociones, debemos trabajar sobre la transformación misma de nuestro sistema mental, es decir, sobre nuestro nivel de consciencia y aprender a utilizar la energía mental eficaz y armoniosamente para dominar nuestras emociones.

Desconfiamos en general del proceso de transformación de las emociones por miedo de la mente porque en alguna parte hay una confusión. La confusión viene de que no establecemos la diferencia entre reprimir y dominar.  Dominar quiere decir hacerse suyo, apropiarse. Dominar sus emociones quiere decir apropiarse, con la ayuda de nuestra mente despejada, de la potencia y la energía de nuestras emociones a fin de utilizarlas conscientemente para nuestro bienestar y el de las personas que nos rodean.

Dominar es ser capaz de utilizar la energía de una emoción según nuestra propia voluntad y nuestra propia intención, o la voluntad y la intención de nuestro YO. Reprimir es mantener bloqueada la energía emocional en alguna parte de nuestro cuerpo físico y de los otros cuerpos. Todos sabemos en este caso, cuántas dolencias psicológicas crea y cuántas enfermedades físicas provoca.

Todas las tradiciones esotéricas describen el proceso de liberación y de iluminación como la luz del YO reflejándose en la mente apaciguadora, y clara que, a su vez, influye sobre el sistema emocional.

El trabajo de concentración, de rigor, de comprensión y de disciplina mental facilita el dominio real de las emociones cuando la sustancia mental utilizada es de calidad superior. Pero también es verdad que el mismo trabajo, hecho a partir de la mente inferior, corre el riesgo de aportar mucha más represión que liberación. De ahí proviene la confusión. Es importante clarificar la diferencia. 

El problema no está en la utilización de la mente. El problema es saber qué parte de la mente se utiliza.

Si utilizamos la mente inferior preprogramada por nuestros miedos y traumatismos pasados, es muy probable que no hagamos más que empeorar las cosas. Si utilizamos  la mente superior, tendremos a nuestra disposición un instrumento potente y eficaz para transformar nuestras emociones y aportar  paz y serenidad reales tanto a nuestro interior como al exterior.

Es un proceso de conciencia que impregna la intuición y el conocimiento directo del YO en nuestra experiencia vital.

Es verdad que la mente es una traba cuando está muy poco desarrollada y sí pre-programada por las experiencias traumáticas del pasado, pero se transforma en una puerta maravillosa cuando se encuentra liberada y esclarecida.



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