Donde no puedas ser tú mejor no estar
Si no puedes ser tú ahí donde te encuentras ahora, pon
distancia. Ganaras en salud mental y protegerás el valioso tejido de tu
autoestima.
Porque ser fiel a la propia identidad, valores y dignidades
requiere ser fuerte de corazón y valiente en decisiones. Al fin y al cabo, la
vida ya es lo bastante complicada para que otros apaguen nuestras valías y
autoestimas, para que nos hagan encajar a la fuerza en espacios y dinámicas que
no van con nosotros, que nos hacen sentir mal, que oxidan el ánimo.
Esta reflexión en la que seguramente todos estamos de
acuerdo tiene un curioso, pero importante matiz. ¿A qué nos referimos cuando
decimos “ser tú” Es decir, ¿Qué significa ser tú mismo? Por extraño que nos
parezca son muchas las personas que aún no han logrado dar forma a este
músculo, al corazón de la propia personalidad.
Definimos, conocer dónde están nuestros límites, dónde
nuestras pasiones, haber realizado una buena reflexión sobre todo lo vivido,
tener claro qué deseamos para nosotros mismos, son pequeños ejemplos de esa
piedra angular de la salud mental. Porque defender nuestra esencia y apreciar
lo que somos es bienestar y es vitalidad.
Así, es muy común ver a personas que se definen a sí
mismas por aquello que hacen: “soy policía”, “soy profesora de autoescuela”, “soy
operario de fábrica”, “soy padre de familia”. Ahora bien, más allá de lo que
hagamos o dejemos de hacer, hay algo más. Porque las personas no somos solo
aquello a lo que nos dedicamos, somos lo que soñamos, lo que hemos vivido, lo
que no queremos, lo que esperamos de la vida.
Y
todo ello merece ser defendido, protegido a diario.
La dificultad de
ser tú cada día
El
hambre de autenticidad aparece en nosotros a diario. Queremos ser nosotros
mismos en cada decisión tomada, queremos que haya armonía en cada una de
nuestras relaciones, sin recurrir a la falsedad, sin tener que ceder en cosas que no van con nosotros. Ansiamos,
en esencia, salvaguardar ese epicentro donde se halla la propia identidad y que
nada ni nadie rompa ese equilibrio.
Y sin
embargo, sucede. Casi sin saber cómo dejas de ser tú cuando en el trabajo
acabas llevando a cabo tareas que no te agradan ni te identifican. Dejas de ser tú cuando dices “si” a la
pareja, a la familia o cualquier otra persona cuando lo que necesitabas era
decir bien alto un “no”
Tarde o
temprano llega ese momento en que nos miramos al espejo y aunque reconozcamos
esas facciones, esos matices, gestos y detalles, concluimos con tremenda
angustia que hemos dejado de ser nosotros mismos para ser lo que la vida ha
hecho de nosotros.
No ser uno duele
y nos lleva a la deriva
El
psicólogo Mark Leary, profesor de la Universidad de Duke nos advierte de algo
importante. Cuando una persona percibe su falta de autenticidad, experimenta un
gran sufrimiento. Es decir, en el momento en que dejas de ser tú, día tras día
y de forma continuada, llega esa frustración capaz de derivar fácilmente en una
depresión.
Aún más,
algo que ha analizado la Universidad de Harvard a través de un estudio es que
la palabra de moda en muchos entornos de trabajo es “se auténtico”. Sin
embargo, estamos obligados a formar parte de complejos equipos de trabajo, de
seguir los formes dictados de los directivos, de obtener unos objetivos muy
concretos….Todo ello es un arma de doble filo.
Es muy
complicado ser tú en entornos tan definidos, rígidos y competitivos. Poco a poco aparece la ansiedad, el estrés y
ese malestar donde somos plenamente conscientes de que lejos de ser auténticos,
estamos supeditados y alineados.
Cuando
nos falta la autenticidad, lo queramos o no, estamos obligados a buscar un
equilibrio entre lo que hacemos y lo que necesitamos. Entre lo que somos y lo
que llevamos a cabo. Así, algo que debemos considerar es que ser fiel a uno
mismo no es fácil, requiere que
aprendamos a tomar decisiones convincentes y valientes.
Atrévete a ser tú y ganarás en salud y bienestar
Donde no puedas ser tú, pon distancia. Donde no te
permitan expresarte, no demostrar tus valías, donde otros osen apagar tu luminosidad,
tus risas y tus valores, huye. ¿De qué nos sirve una vida con semejante
sufrimiento? No es lógico ni permisible, por ello, en el momento que percibamos
ese pinchazo dañando nuestra autoestima y dignidad, vale la pena reflexionar en
las siguientes ideas.
Decisiones basadas en el autoconocimiento
En la actualidad, la psicología toma muchas ideas de las
corrientes existencialistas. Una de ellas, nos recuerda que para disfrutar de
una vida auténtica es necesario un compromiso con nosotros mismos.
Ello implica permitirnos adecuados espacios de reflexión
para valorar si lo que hacemos a diario, lo que decimos, respondemos, decidimos
hacer, es acorde a nuestro propio ser.
Bastaría, por ejemplo, preguntarnos a diario ¿me siento
bien con esto que he hecho? Nuestras respuestas sinceras deberán marcar
decisiones más valientes.
Recuerda lo que mereces
Si quieres ser tú cada día de tu vida, recuerda lo que
mereces. Ten en cuenta tus valías, aprende de tu pasado, sitúa metas en tu
horizonte y sobre todo, no te dejes más en segundo lugar. No eres un personaje
de reparto, eres el protagonista.
Todos tenemos derecho a tener una existencia plena,
satisfecha y alineada con nuestros intereses y pasiones. Todos florecemos a
diario y nadie tiene por qué quitamos nutrientes, marchitamos con su presencia.
Se trata, por tanto, de elegir bien donde expandir nuestras raíces sin olvidar
que merecemos aquello con lo que soñamos.
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