Tengo una amiga que sufre por todo el mundo, cuando alguien le cuenta sus problemas los hace suyos, y llora ante cualquier situación que considera que afecta negativamente a los demás. Pero esta actitud no sirve para solucionar ningún problema, y no es perjudicial solo para ella, también lo es para quien necesita ayuda.
Cuando “sufrimos por los demás”, tomamos partido ante cualquier hecho que se nos explica, considerando que nuestra colaboración es necesaria. Pero al entrar en este juego, nos tendemos una trampa mezclando nuestros sentimientos con los del otro y nos “con-fundimos”, es decir “fundimos-con” su malestar el nuestro.
Pero además si la situación es emocionalmente fuerte y nos piden consejo, si después no lo siguen y persiste la situación, nos exponemos a recriminarle por su actitud, considerando que no hace nada para solucionar las cosas y sintiendo que hemos perdido el tiempo.
Sin embargo debemos darnos cuenta de que en el fondo lo que intentamos hacer es tranquilizar nuestro dolor a partir de cambiar el suyo.
Sufrir por los demás no es sinónimo de ayuda, para acompañar en su sufrimiento a alguien basta con estar a su lado y escucharlo con amor y sinceridad, sin exigirle que actúe como nosotros lo haríamos y respetando su libertad.
Nuestra voluntad y fortaleza para solucionar esta actitud la encontraremos en nuestra capacidad de ser flexibles, honestos y coherentes con nosotros mismos consiguiendo aceptar que las cosas son, como son, pero eso sí, no debemos dejar de luchar por aquello que consideramos que puede mejorar.
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