Una persona que
no se esfuerza para alcanzar lo que quiere o para superar sus limitaciones y a
quien otros le resuelven la vida, se convierte en alguien perezoso, limitado,
inseguro y se estanca en su desarrollo personal.
Aquellos
individuos que recibieron todo en su infancia, sin tener que esforzarse o
esforzándose muy poco, se convierten, de adultos en las víctimas eternas que
sólo saben quejarse y reclaman constantemente cuando no reciben todo lo que
quieren sin hacer nada para ello más que manipular.
Esas
personas fueron condicionadas por sus padres a que todo lo merecían con tan
sólo extender su mano. Y como aprendieron eso en su familia, creen que todos
los demás tienen la misma obligación de cuidarlos y cubrir todas sus
necesidades. Muchas veces, se sienten incapaces de esforzarse, de realizar un
trabajo digno, o de lograr hasta las cosas más sencillas, tratan de
obtener todo sin esfuerzo, pues, en el fondo, tienen miedo de no ser capaces de
lograr obtener algo a partir de sí mismos y esto, les genera una sensación de
inferioridad ante los demás.
Es muy
frecuente ver la dificultad que tienen estas personas, para ser responsables de
sí mismos, y menos de otros, simplemente porque no se sienten capaces, o porque
no quieren perder su lugar de privilegio ante los demás. Están convencidos de
que todos los que están a su alrededor, son responsables de ellos y que deben
ayudarles siempre que tengan algún problema grande o pequeño.
Si el apoyo
que esperan no llega, culpan a todo el mundo, incluso a la vida misma, de
injustos, de egoístas por negarse a darles “lo que ellos merecen”, llegando a
caer en depresión al sentirse abandonados por el entorno.
Su autocompasión y su creencia de merecimiento
es tal, que anula la compasión que puedan tener por los demás, a los que
consideran “servidores”.
Sólo los padres más déspotas impiden que sus hijos desarrollen sus propios potenciales para vivir. Ellos creen que están haciendo bien, pero están empleando una forma de abuso al anular a sus descendientes.
Sólo los padres más déspotas impiden que sus hijos desarrollen sus propios potenciales para vivir. Ellos creen que están haciendo bien, pero están empleando una forma de abuso al anular a sus descendientes.
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