Por el momento, todos compartimos el mismo planeta, sin embargo a medida que se acerca el cambio de vibración de nuestro Sistema Solar la separación entre sectores de población crece. Comienza con una antipatía entre los individuos, hasta alcanzar la separación de caminos, una separación de líneas de tiempo que concluye con la separación de dimensiones.
Nuestro Sistema Solar esta pasando por una región del espacio tiempo con condiciones que varían mucho de las nuestras, hacía el exterior del centro galáctico están los brazos espirales que tienen una frecuencia gravitatoria muy alterada. Como nuestro Sistema Solar se mueve alrededor de este centro galáctico, cíclicamente entra y sale de estos brazos de espiral, por lo que todos los planetas y el Sol experimentarán un cambio en su potencial gravitatorio.
Si el tiempo real es un bucle, cruzando el tiempo cero y entrando en el hiperespacio saldríamos de ese bucle, y a partir de ese momento se abrirían otros bucles para nuestro proceso evolutivo.
Estos serían tiempos paralelos, y ahí la relatividad dejaría de ser para entrar en la física cuántica, porque si reducimos el tiempo a cero, ya no hay diferencia entre causa y efecto, ambos existen como un solo estado de principio a fin, simultaneo y superpuesto.
Esta opción está representada en la mecánica cuántica como una “fase cuántica” particular, un solo ángulo de alineamiento o posición a lo largo de la función de onda.
A diferencia de las partículas que existen como cosas tangibles en un único universo, una función de onda es la colección de posibles estados de esta partícula como existentes simultáneos a través de todos sus universos paralelos.
Cuando la conciencia observa una función de onda, automáticamente selecciona un sola fase de la onda y la convierte en una posibilidad de experiencia.
Actualmente estamos todos compartiendo el planeta en la misma línea de tiempo y es porque estamos enganchados a la misma fase cuántica fundamental, y por lo tanto a la misma realidad primaria, colectivamente pegados en el fondo del mismo campo gravitatorio, como canicas amontonadas en el fondo de una depresión en una lámina de goma.
Si pasáramos por una región del espacio-tiempo alterada, o si una onda de potencial gravitacional pasara a través de nosotros, nuestra realidad colectiva se disolvería.
Entonces cualquier cosa sucedería, cualquier cosa sería posible, el futuro y el pasado se fundirían en un solo instante de la eternidad, y nuestra conciencia impulsada hacia el hiperespacio se expandiría hasta el infinito.
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