El
elemento base de las filosofías orientales nos dice que el mundo
material es una ilusión, nos indican que la curación de las enfermedades depende
de cada uno de nosotros y, que estas curaciones son debidas a un cambio de
conciencia que provoca cambios en el holograma corpóreo.
En 1982 Alain Aspect descubrió que sometiendo a determinadas condiciones a las partículas subatómicas y a los electrones, ellas son capaces de comunicarse instantáneamente unas con otras independientemente de las distancias que las separan. Es como si cada partícula supiera exactamente que están haciendo las demás.
Los descubrimientos de Aspect indican que la realidad objetiva no existe, a pesar de su aparente solidez y, que el universo es un holograma gigantesco y espléndidamente detallado.
Un holograma es una fotografía tridimensional producida con un láser, para realizarla se sumerge el objeto a fotografiar en la luz de un rayo láser, luego se hace rebotar un segundo rayo láser sobre la luz reflejada del primero y el esquema resultante de la zona de interferencia dónde los rayos se encuentran es impreso sobre la película fotográfica. Cuando la película es revelada solo vemos un enredo de líneas claras y oscuras, pero, al iluminar con otro rayo láser la imagen aparece el sujeto original.
Lo más interesante es que en estas imágenes tridimensionales si el holograma de
una rosa es cortado por la mitad y luego iluminado por un láser,
descubriremos que cada mitad contiene la imagen entera de la rosa. Si siguiéramos
dividiendo las dos mitades en fragmentos más pequeños, veríamos que cada
fragmento contiene una versión más pequeña, pero intacta de la misma rosa.
Aspect se convenció de que las partículas subatómicas están en contacto sin
importar la distancia que las separa, porque su separación es una ilusión, y
que en una realidad más profunda, tales partículas no son entidades
individuales sino extensiones de un mismo “organismo” fundamental. Esto nos da
la idea de que; todas las cosas están conectadas, de que los electrones de un
átomo de carbono de nuestro cerebro están conectadas a las partículas
subatómicas de los peces, de cada corazón que late y de cada estrella que
brilla en el firmamento… todo penetra a todo.
En un universo holográfico el tiempo y el espacio no son más que principios
fundamentales, ya que tales conceptos no tienen validez en un universo donde
nada está separado del resto. La realidad no sería otra que un tipo de súper-holograma,
dónde el pasado, el presente y el futuro coexistiesen simultáneamente; esto
implica que, si estuviéramos lo suficientemente evolucionados, podríamos entrar
en cualquier nivel de nuestro pasado, y descubrir cada posible configuración de
la materia y energía, ya que cada partícula existente contendría en sí misma la
información entera.
El Dr. Pribram cree que los recuerdos no son almacenados en las neuronas, sino
en los esquemas de los impulsos nerviosos que se entrecruzan por todo el
cerebro, por lo tanto, el cerebro funciona como un holograma.
Nuestra asombrosa capacidad de recobrar velozmente cualquier información del
enorme almacén de nuestro cerebro resulta explicable más fácilmente, si se
supone que ello funciona según principios holográficos. No es necesario hojear
el gigantesco archivo alfabético cerebral, ya que cada fragmento de información
semeja siempre estar instantáneamente correlacionado al todo. Y esta es otra
particularidad típica de los hologramas. Se trata quizás del más elevado
ejemplo en la naturaleza, de un sistema de correlación cruzada.
Si el mundo concreto no es otro que una realidad secundaria y, lo que existe no
es otra cosa que un torbellino holográfico de frecuencias y, si el cerebro sólo
es un holograma que selecciona algunas de estas frecuencias, transformándolas
en percepciones sensoriales, ¿qué cosa seria la realidad objetiva? En otras
palabras: no existe. El mundo material es una ilusión.
Nosotros
mismos creemos ser entidades físicas que se mueven en un mundo físico; pero
todo esto es parte del campo de la pura ilusión. En realidad somos un tipo de
"receptores" que flotan en un calidoscópico mar de frecuencias y lo
que extraemos de ello lo transformamos mágicamente en realidad física: uno de
los mil millones de "mundos" existentes en el súper-holograma.
Este
impresionante nuevo concepto de la realidad ha sido bautizado "paradigma
holográfico" y aunque muchos científicos lo miren con escepticismo, a
otros muchos los ha entusiasmado. Lo más importante del paradigma holográfico
es que demuestra que el mundo concreto es un lienzo en blanco que espera ser
pintado y que a nivel de conciencia humana todos estamos ilimitadamente unidos
entre sí.
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