La relación más importante y primordial de la vida es la relación con el Ahora, o mejor aún, con cualquiera que sea la forma que adopte el Ahora, es decir, lo que es o lo que sucede.
Si
la relación con él Ahora es disfuncional, esa disfunción se reflejará en todas
las relaciones y en todas las situaciones de la vida. El ego podría definirse
sencillamente como una relación disfuncional con el momento presente. Es en
este momento cuando podemos decidir la clase de relación que deseamos tener con
el momento presente.
Una vez que hemos alcanzado un cierto nivel de consciencia, es decir, de Presencia, estamos en capacidad de decidir qué clase de relación deseamos tener con el momento presente. Deseo que éste momento sea mi amigo o mi enemigo?
El momento presente es inseparable de la
vida, de tal manera que nuestra decisión se refiere realmente a la clase de
relación que deseamos tener con la vida. Una vez tomada la decisión de ser
amigos con el momento presente, nos toca dar el primer paso: mostrarnos
amigables con él, acogerlo independientemente de su forma de presentarse. Y no
tardaremos en ver los resultados.
La
vida se torna amable con nosotros. La gente nos ayuda y las circunstancias
cooperan. Pero es una decisión que debemos tomar una y otra vez, hasta que
aprendemos a vivir naturalmente de esa manera.
Con la decisión de hacer amistad con el momento presente viene el fin del ego. El ego no puede nunca estar en consonancia con el momento presente, es decir, en consonancia con la vida, puesto que su propia naturaleza lo induce a resistir, menospreciar o hacer caso omiso del Ahora. El ego se nutre del tiempo. Mientras más fuerte el ego, mayor es el tiempo durante el cual controla nuestra vida.
Casi
todos nuestros pensamientos entonces se refieren al pasado o al futuro y el
sentido de lo que somos depende del pasado, donde encuentra una identidad, o
del futuro donde busca su realización. El temor, la ansiedad, la expectativa,
el remordimiento, la culpa, y la ira son disfunciones del estado de la
consciencia atrapada en el tiempo.
El ego trata el momento presente de tres maneras:
Como
un medio para una finalidad, como un obstáculo, o como un enemigo.
En el mejor de los casos, el ego ve en el
momento presente un medio para cumplir una finalidad. Sirve para llevarnos a
algún momento en el futuro considerado más importante. Pero el futuro nunca
llega salvo como momento presente y, por tanto, nunca es más que un pensamiento
en la cabeza. En otras palabras, nunca estamos totalmente aquí porque siempre
estamos ocupados tratando de llegar a algún otro lugar.
Cuando este patrón se acentúa, lo cual suele suceder, el momento presente es visto o tratado como si fuera un obstáculo a superar. Es allí donde surgen la impaciencia, la frustración y el estrés y, en nuestra cultura, esa es la realidad cotidiana, el estado normal de muchas personas. La Vida, la cual ocurre ahora, es vista como un “problema”, y todos habitamos en un mundo lleno de problemas que debemos resolver para ser felices, (o por lo menos eso creemos).
El
problema está en que, por cada problema que resolvemos aparece uno nuevo.
Mientras veamos un obstáculo en el momento presente, los problemas no tendrán
fin. “Seré lo que deseas que sea”, dice la Vida o el Ahora. “Te trataré como tú
me trates. Si me ves como un problema, eso seré para ti. Si me tratas como a un
obstáculo, seré un obstáculo”.
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