sábado, 2 de agosto de 2014

CONTRATO DEL ALMA.



Mantenerse firme cuando el suelo se mueve bajo nuestros pies no es una tarea fácil. En estos momentos nos parece estar montando un caballo  salvaje que tiene sus propias ideas sobre lo que debe de hacer y nosotros solo tenemos la opción de aferrarnos fuertemente a la silla de montar intentando no caer.

Nuestras propias ideas sobre la realidad desaparecen  y el miedo  a ser desmontado a la fuerza se une al deseo de la supervivencia. El convencimiento de que el caballo acabará por cansarse y podremos desmontar no es suficiente en este momento para eliminar nuestra incertidumbre, nuestra angustia. Buscamos en nuestro interior esa fuerza que nos de la seguridad que necesitamos y pedimos ayuda, lo cual es apropiado si unimos ese deseo al convencimiento de que somos totalmente capaces De soportar los brincos que el caballo produzca sin caer, ya que somos superiores al animal que montamos, y no solo hemos de convencernos de ese punto sino que debemos redescubrir –por muy oculto que se encuentre en nuestro interior, que ese es nuestro trabajo/servicio habitual-, y que tenemos gran practica en mantenernos firmes cuando todo nuestro entorno se mueve convulsivamente.

 Retrocedamos en el tiempo ya que actualmente aún nos encontramos en este mundo dual en donde el tiempo y el espacio parecen ser caminos distintos (aunque no olvidemos que una cosa es nuestra vida en esta densa vibración en donde percibimos como real el antes y el después y  otra la vibración más elevada desde la que podemos observar el pasado, presente y futuro de las acciones.

Desde ese aparente pasado podremos observar cómo hemos llegado a este planeta con el fin de acelerar su proceso de ascensión (sin olvidar que además de nuestra irradiación en el entorno ayudando a otras almas, debemos de tener en cuenta la  nuestra), es decir la adquisición de nuevas y maravillosas experiencias que nos eleven y que puedan ser compartidas por el Universo. Ya que TODO LO QUE ES, la energía de la FUENTE CREADORA es energía amorosa, y TODO se beneficia de cualquier experiencia aportada por esos “puntos de luz” que forman la LUZ MAYOR.

Al experimentar vida tras vida las vivencias humanas, vamos identificándonos con el medio dejando atrás nuestro mayor discernimiento y comportándonos como cualquier otra persona  del planeta, no obstante, nuestro oculto conocimiento  y recuerdo del verdadero hogar hace más fácil que podamos aportar cierta luz en nuestro entorno que ayude a modificar y acelerar el proceso de retorno a cada uno de los habitantes del planeta.

Nuestro primario y visceral egoísmo va disminuyendo poco a poco y como generadores, irradiamos cada vez más la energía que recibimos –que desde el  enclave superior desde el que se transmite –dimensiones más elevadas- no es positiva ni negativa-. Esa energía será positiva o negativa según como nosotros la irradiemos y seremos en todo momento “responsables” de llevar Luz u Oscuridad al Planeta.

Poco a poco, nuestra actitud mundana va quedando atrás y nuestras acciones se sutilizan alcanzando los subplanos más elevados de estos siete subplanos en que se divide la Tercera Dimensión, y cuando más conscientes nos volvemos de la “realidad”, más energía podemos canalizar.

Desgraciadamente, esta energía es “frenada” por todos los conceptos de baja densidad –negativos- que hemos adquirido durante nuestro aprendizaje de simulación. Y lo hemos hecho tan bien que hemos llegado a creernos humanos y pensamos y nos comportamos como humanos, cuando en realidad somos actores que viven y actúan interpretando un personaje que no son ellos. El problema estriba en que hemos vivido tanto tiempo lineal interpretando a James Bond que la gente que vive con nosotros cree que lo somos e incluso nosotros mismos hemos llegado a creerlo. Y ahora el momento ha llegado y debemos despertarnos a nosotros mismos y recordar que solo somos actores en un determinado escenario y que la representación se encuentra en el último acto.

 Como resumen podemos decir que lo que verdaderamente importa es que perdamos la identificación y creencia de que somos el personaje que interpretamos, hemos de desprendernos –al igual que tuvo que hacer “El Caballero de la Armadura Oxidada”- del traje que llevamos y que nos condiciona a un determinado comportamiento y a su vez, limpiar esos conceptos sobre la vida que están tan profundamente apegados al interior de nuestro Canal Energético y que impiden que esa ENERGIA DE LUZ AMOROSA nos nutra y a su vez pueda irradiarse en el entorno.

Seamos conscientes del proceso en que estamos inmersos, atraigamos y anclemos la Luz y recordemos que LA LUZ TRANSFORMA TODO LO QUE TOCA. “Este es nuestro contrato”.

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