CUANDO NADIE CREE EN TI: EL PODER DE LA AUTOCONFIANZA
Cuando nadie cree en ti, es el mejor
momento para que lo hagas tú.
Así, cuando alguien te diga que no
vales, que tu momento ha pasado o que eso que anhelas no lleva tu nombre, alza
tu rostro y sonríe. Porque para poner límites ya estás tú o la realidad; de
hecho, pocos son los que necesitan ayuda en esta tarea. Hacerlo te dará confianza,
una brújula más estable y sobre la que tienes más control.
A veces hay que hacerlo, acercarse a beber
agua en la charca de los leones. Solo así
tendremos una oportunidad: la de adiestrar el miedo y limitar su influencia. En
este sentido, la inseguridad es una mala compañera y quien opta por quedarse en
el refugio, jamás disfrutará de esas vistas de atalaya, donde todas las
posibilidades del infinito se encienden ante nuestros ojos.
Fue Abraham Maslow quien nos dijo que el
ser humano llega al mundo con un potencial casi ilimitado para
autodesarrollarse, para alcanzar esa cúspide de necesidades donde
se contienen los objetivos más elevados de felicidad y bienestar. Ahora bien,
por curioso que resulte, no todo el mundo logra culminar esta cima, a pesar de
sus capacidades se lo permitirían.
¿La razón? En uno u otro momento,
todos damos con algún hábil agente dispuesto a lastrar nuestro crecimiento
personal. Lo podremos encontrar en muchos escenarios, actuando con frecuencia
sin avisar. Puede aparecer en forma de familiares cercanos, de amigos, de profesores,
de compañeros de trabajo o directores de empresa- Hablamos de esas figuras
que nos acortan las alas y nos convencen de que no valemos…
El complejo de Jonás o cuando dejamos de
creer en nosotros mismos.
De pequeño tenías asma, y ya desde una
edad muy temprana te convencieron de que eso del deporte, no era bueno para ti.
¿Futbol, kárate, tenis? Mejor algo tranquilo, mejor
elige el ajedrez o el dibujo y así no te pones en riesgo. Más tarde le
comentaste a tu profesor que querías ser astronauta y él te miró con una mezcla de soma e ironía. ¡Pero si tú no
vales para las ciencias! –te dijo entre risas- Mejor opta por una carrera de
letras.
Ya en la Universidad y estudiando
Geografía e Historia, decides ser escritor. Tardas un año en dar forma a una original novela de ciencia-ficción, con
tintes contradictorios y gran sentido del humor. Ahora bien, cuando la
presentas a una editorial, esta no siquiera te responde o lo hace con un
mensaje estandarizado.
Tu manuscrito es uno más entre mil. A lo
cual, tu familia y amigos te sugieren que mejor, lo olvidas, que te centres en
una oposición y obtengas tu plaza para ser profesor de secundaria. Un profesor
que un día soñó con ser deportista de élite, más tarde astronauta y después
escritor….
¿Qué hacer cuando nadie cree en ti? El
propio Maslow escribió un libro muy interesante sobre este mismo tema. Se
titulaba The Farther Reaches os Human
Nature. En él explicaba que a pesar de que la mayoría de nosotros
tenemos un notable potencial para autorrealizarnos, no siempre lo aprovechamos.
Nos limitamos a fantasear sobre lo que podríamos hacer, sobre lo que
podríamos conseguir…...
Sin embargo, no ponemos los medios, ni
las condiciones psicológicas. Nos dejamos condicionar por las opiniones ajenas
y optamos por instalarnos en nuestra zona de confort. A esta realidad la llamó Maslow el complejo de Jonás, el cual
describe a todas esas personas que siendo conscientes de sus competencias, no
se atreven a desarrollarlas por efecto del miedo y la inseguridad.
Cuando nadie cree en ti: ¿Qué podemos hacer?
Hay que asumirlo: siempre habrá una o
varias personas que surgirán para decirnos que no valemos, que no sabemos y aún
peor, que no podemos dar forma a ese sueño, a ese anhelo, a ese anhelo, a ese
proyecto. Cuando nadie cree en ti solo queda una opción, la más lógica y
plausible: que tú si creas en ti y demuestres que estaban en un error.
Ahora bien, tal giro no es fácil ni
rápido. Exige un adecuado trabajo interior, el cual puede basarse en estas tres
dimensiones. Reflexionemos sobre ellas.
1. No seas tú mismo, sé quién deseas ser
Nos hemos acostumbrados en exceso a
escuchar eso de “aprende a ser tú mismo”. Es momento de dar un paso más allá y
afinar un poco más esta idea. Si nos limitamos a ser “nosotros mismos” es
posible que cronifiquemos dimensiones que no nos benefician en nada. Si en
nuestro yo actual está el miedo, la inseguridad y la necesidad de aprobación, difícilmente
alcanzaremos nuestras metas.
Lo ideal es clarificar qué queremos y
quién deseamos ser. Debemos
promover una transformación interior con la que aunar nuevas fuerzas y valentías
con las cuales, lograr creer plenamente en nosotros mismos.
2. Un salto de fe entre la vida que
tienes y la que deseas.
Todo salto requiere un impulso, y todo
impulso disponer de fuerza suficiente, voluntad, motivación y optimismo. Así, cuando nadie cree en ti y en tus posibilidades,
lo último que debes permitir es que te contagien ese mismo derrotismo y
negatividad. Crea por tanto un plan de ruta, diseña en tu mente un plan y
llénalo de positividad y determinación. Solo así se dan saltos más altos.
3. Si determinadas personas no creen en
ti, alguien lo hará
Alcanzar una meta requiere sin duda que
seamos capaces de confiar en nosotros mismos. Ahora bien, vivimos en escenarios sociales y por
tanto, conquistar un objetivo y alcanzar el éxito no es algo que podamos hacer
siempre por nosotros mismos. Un triunfo necesita reconocimiento, un ascenso o
un premio implica que terceras personas reconozcan nuestras valías.
Por tanto, no nos dejemos avasallar por
esas primeras negativas. No bajemos el rostro ante quien en un momento dado,
duda de nosotros e incluso ironiza con nuestras ideas. Al fin y al cabo, los
grandes logros nunca han tenido inicios sencillos.
En algún momento aparecerán las personas
idóneas, esas que si saben ver, apreciar e intuir las valías que albergamos en
nuestro interior.
Para concluir, aquí vale la pena
recordar una vez más ese acertado razonamiento que nos dice aquello de que lo
contrario de la valentía no es el miedo o la cobardía, es la conformidad. Ese
es precisamente nuestro auténtico problema: conformarnos con lo que ya tenemos
e incluso dar por válidos los comentarios que otros nos hacen.
Empecemos por tanto a dudar de quien
apaga nuestros sueños, de quien nos sugiere que bajemos de la Luna o que
dejemos de insistir en ese ridículo anhelo. Ninguna meta es ridícula si
lleva tiempo rondando nuestra mente y corazón. Desafiemos al miedo y
venzamos el conformismo para alcanzar nuestras propias cimas.
Valeria Sabater
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