sábado, 2 de octubre de 2021

LA BÚSQUEDA



Carl Jung dijo que la personalidad saludable se mantiene equilibrada entre el trabajo, el ocio, el amor y un aspecto de la personalidad llamado espiritualidad, que también podríamos definir como la búsqueda del valor y del sentido.

Estas investigaciones producen sufrimiento interno, pero también momentos de aceptación y paz. Hay momentos de comprensión intuitiva que nos invitan a continuar la búsqueda para averiguar si hay algo más allá del mundo físico y material  y de sus fenómenos siempre cambiantes.

Este es un buen punto de partida para observar y soltar sentimientos negativos. Tenemos la energía, la capacidad, la confianza y la voluntad de adquirir nuevas destrezas y someternos a los necesarios pasos de aprendizaje.

En este nivel, deseamos la superación y constatamos que aun son posibles mejores estados de ánimo. Sabemos que no es necesario soportar el dolor y el sufrimiento de las emociones negativas, ni su interferencia en las satisfacciones de la vida.

La voluntad de dejar atrás lo que nos impide avanzar y ser felices, produce cambios constantes especialmente en los niveles de la conciencia sutil de nuestra capacidad de amar. 

Si comparamos la radiación del amor, que proviene de nuestro aspecto superior, con la energía de la luz solar, notamos que, a medida que se retiran las nubes oscuras de la negatividad, aumenta esta energía y nuestra capacidad para aceptarla e irradiarla.

Podemos utilizar el coraje (voluntad) para reforzar nuestro deseo de crecer más allá del estado actual. Porque ya tenemos indicios de que existe algo en nosotros que hasta ahora ha pasado desapercibido. Tenemos repentinos episodios de perfecta quietud y paz en los que disfrutamos de una gran claridad, comprensión y sensibilidad a la belleza.

Descubrimos que a través de la música --y no por causa de ella-- experimentamos que nuestra mente de aquieta repentinamente y, en ese momento de quietud, se nos permite acceder a una dimensión mayor. pudieron haber unos segundos fugaces en los que nos sentimos en completa identificación y unidad con los demás, como si no existiera separación.

 Entonces ascendemos a la experiencia de nuestro verdadero Ser interno. Esos momentos no se olvidan nunca. Cuando empiezan a suceder, no sabemos lo que significan. Creemos que son "accidentales". Qué solo ocurren por casualidad. Los atribuimos a los acontecimientos externos.

Pero, a medida que investigamos más a fondo, vemos que estas solo fueron las circunstancias que permitieron que otra cosa sucediera. No fueron la causa. Permitieron que se produjera cierta quietud mental y, debido a esa quietud, por un momento, experimentamos algo diferente al parloteo de nuestra mente con su incesante e incansable juego de sensaciones, sentimientos, pensamientos, emociones y recuerdos.

En los momentos en que el tiempo parece detenerse, vislumbramos lo que es posible. Esos momentos son tan gratificantes que los atesoramos toda la vida, sabiendo que un Reino de Paz esta esperándonos siempre.


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