El ser humano necesita que lo necesiten, eso constituye una
de sus necesidades fundamentales. Si no te muestran afecto comienzas a morir, y
a menos que sientas que eres importante para alguien, aunque solo sea una
persona, tu vida carece de sentido. Por eso el amor es la mejor terapia.
Se ha observado que si no se abraza a un niño, este
empieza como a retroceder, incluso puede morir, aunque se le proporcione todo
lo necesario. Se le habrán dispensado todos los cuidados corporales, pero no ha
estado rodeado de cariño. Se ha quedado aislado, sin conexión con la
existencia.
No cabe duda de que el amor es el fenómeno más
terapéutico. A Freud le aterrorizaba tanto, tanto… Jamás se le habría ocurrido
abrazar a un paciente, no siquiera estaba dispuesto a mirarlo cara a cara,
porque al escuchar sus miserias, sus pesadillas, podría haber empezado a sentir
compasión, podrían habérsele humedecido los ojos, echarse a llorar o incluso
tomarle de la mano.
Le tenía tanto miedo a una relación afectuosa entre terapeuta
y paciente que invento la siguiente estrategia: el paciente tenía que estar
tendido en un diván, y detrás se sentaba el psicoanalista, de modo que no se
vieran cara a cara. Y no hay que olvidar una cosa muy importante; que solo
cuando nos miramos a cara a cara crece el amor.
A Freud le daba mucho miedo el amor; tenía miedo de su
amor reprimido, de enredarse, de relacionarse. Quería quedarse fuera, no
implicarse con la persona, no formar parte de su interioridad, no adentrarse en
aguas profundas y limitarse a ser un observador científico, distante, lejano.
Quería crear el psicoanálisis como una
ciencia, pero no lo es ni lo será nunca. Es un arte, mucho más próximo al amor
que a la lógica.
Wilhelm Reich, fue quien transformo la fisonomía del
psicoanálisis, al establecer una relación con el paciente. Desecho el diván y
la actitud distante que representa. Si no tienes miedo de tus propias
represiones puedes ayudar mucho a quien lo necesita. Si no tienes miedo de tu
inconsciente, si has resuelto un poco tus problemas puedes ayudar participando
y no siendo solo un observador.
Somos como una cebolla, una capa encima de otra, pero
cuando pelas una cebolla encuentras capas nuevas. Lo mismo ocurre con el
hombre, si profundizas en ti siempre encontraras al niño inocente, y ponerse en
contacto con él siempre es terapéutico.
Abrazar te proporciona un contacto inmediato con tu niño.
Cuando abrazas a alguien con calor, con amor, tu corazón fluye y entras en
contacto con tu niño que sale a la superficie, y aunque solo se unos segundos
te sana porque es una energía inocente, sin corromper. Has iniciado un proceso
de curación lo has desencadenado.
El abrazo es el camino del corazón, y el corazón es el origen
de toda curación.
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