La transformación es el deseo más grande del mundo, pero no por el hecho de desearla es posible. Solo
se consigue cuando aceptas lo que hay, sea lo que sea. Aceptarte
incondicionalmente te conduce a la transformación.
Para establecer una unidad perfecta con la existencia, la
conciencia debe unificarse, pero solo ocurrirá si no rechazamos nada que sea empíricamente
cierto. Eso es lo primero que hay que entender.
Cuando tienes miedo puedes negarlo, pero si lo niegas lo estarás
reprimiendo y abrirá una herida en tu ser. Te sientes cobarde, no quieres darte
cuenta pero es un hecho, una realidad, que tu no lo quieras ver no hará que
desaparezca. Cuando sientes miedo intentas no prestarle atención, pero entonces
se convierte en una parte de tu ser que
eres incapaz de reconocer, te has dividido en fragmentos. Otro día aflorará
cualquier otra cosa, como la ira, y no reconocerás que está dentro de ti. No querrás
verla. Otro día será la codicia, y así sucesivamente.
Todo lo que te niegas a ver se va quedando, y tú te vas
reduciendo. Cada vez se van separando más partes de ti, las apartas tú mismo. Y
cuanto más fragmentado estés, más infeliz serás. El primer paso hacia la dicha
es ser uno mismo. Acepta todo lo que sientas y experimentes como cierto, negándolo
te crearas un problema, y el problema cada vez se agranda más.
En primer lugar, no hay que negarle la realidad a nada de
lo que se experimenta como un hecho. En segundo lugar, para conseguirlo, la
conciencia tiene que dejar de identificarse con todas las ideas preconcebidas
con las que estás identificado. Si tu mente se aferra a sus ideas de quien
eres, a algún concepto fijo y permanente de lo que eres, dentro de ti no
quedará sitio para otra realidad.
Todo lo que escondes en tu inconsciente sigue actuando
desde allí, sigue causando problemas. Recuerda siempre que no debes tener
conceptos rígidos de ti mismo. Sacrifica tus creencias por la realidad, y así,
todas las partes reprimidas empezarán a aflorar. Por primera vez, sentirás una
especie de totalidad; habrás dejado de despedazarte.
Por ejemplo, si te consideras una persona “amable”, cuando
surjan sentimientos de ira no podrás aceptarlos y reconocerlos. Las personas “amables”
no se enfadan, Así que para dar unidad a mi conciencia deberé de reconocer que;
unas veces estoy enfadado, otras triste, a veces celoso y a veces feliz. Acepta
lo que venga en cada momento, así volverás a ser uno.
La verdad es lo que eres. Después empiezan a ocurrir
cosas. Empiezas a elevarte y, los ideales que
siempre has perseguido y no podías alcanzar se manifestarán por su cuenta. Acéptate y se
feliz.
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