SOLSTICIO DE VERANO
(NOCHE DE SAN JUAN)
La tradición de la
celebración de la Noche de San Juan se remonta a los ritos pre-cristianos, en
los que la unión de los hombres con la naturaleza era la nota dominante. Aunque
se dice que los primeros rituales aparecen alrededor del 5.000 a. C. y podemos
encontrar estos rituales en los pueblos celtas, no podemos saber con exactitud
cuál es la fecha de su origen.
En la prehistoria muy pronto empezaron a darse cuenta
los hombres de que, a partir de un determinado momento, el Sol perdía su fuerza
y los días se hacían cada vez más cortos. Asustados, llegaron a temer que el
astro rey no volviera a salir jamás, y que la noche y el frio se cernieran
sobre ellos para siempre.
Comenzaron entonces a realizar los primeros rituales de adoración al Sol,
la ceremonia principal de esta celebración consistía en prender una hoguera con
la finalidad de “dar más fuerza al Sol”, aunque también tenía importancia la
capacidad “purificadora” de las llamas.
La realidad es que la festividad coincide con la llegada del solsticio de
verano al hemisferio norte, pues es a partir de entonces cuando se acortan los
días. En el ámbito pagano, existe el antecedente de la celebración celta de
Beltaine (“bello fuego”), ritual anual que se realizaba en honor al dios
Belenos, en el que se hacía pasar al ganado entre las lamas para purificarlo.
Los druidas encendían grandes hogueras buscando la bendición para sus
tierras y los frutos que debían dar, así como los buenos augurios para los
enamorados y la fertilidad de las mujeres. Durante esta ceremonia sagrada, se
invocaba a los elementos de la naturaleza, representados por animales como la
salamandra o personajes bíblicos como el gnomo. Existe una gran tradición musical e infinitas leyendas populares que han llegado hasta nuestros días.
Por su parte, la mitología griega entendía la fiesta del solsticio como una puerta de entrada del Sol a la dimensión del espíritu de los hombres. Según los antiguos griegos, el astro iba reduciéndose de tamaño, luciendo primero en el exterior, para, una vez llegada a la otra dimensión, iluminar el interior y ayudar a los hombres a asimilar las experiencias vividas. A esta puerta imaginaría la conocían como la “Puerta de los hombres”, mientras que al solsticio de invierno lo llamaban la “Puerta de los dioses”.
Más adelante la festividad se cristianizaría en honor a San Juan Bautista,
celebrando así su nacimiento. Aunque el solsticio de verano se produce en
realidad la noche del 21 al 22 de junio por influencia cristiana se llegaron a
unir ambas festividades, la efeméride de San Juan y las tradiciones propias del
solsticio dando lugar a lo que se conoce como la Noche de San Juan.
La adaptación del culto pagano a las enseñanzas de la Biblia, están basadas
en la gran hoguera que Zacarías encendió después de que naciera su hijo Juan y
saltara por encima de las llamas recitando cánticos de alabanza a Dios para
anunciar la buena nueva.
Sea cual sea la interpretación que le demos a la
fiesta, lo más importante es conectar con todo lo creado en la noche mágica del
solsticio de verano. Y no podemos olvidar “quemar lo malo” para comenzar a dar
gracias por todo lo bueno que tenemos.
FELIZ NOCHE DE SAN JUAN.
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