Luna en Cáncer.
En Cáncer, el principio cardinal se combina con el
elemento Agua. El Agua es el símbolo de la vida emocional, por eso una Luna
Cáncer tiene por naturaleza fuertes sentimientos de simpatía y antipatía; las
fluctuaciones emocionales están al orden del día. Hoy está entusiasmada por una
persona y mañana ya no quiere saber nada de ella. Reacciona desmesuradamente a
todos los estímulos de contacto del entorno (tanto positivos como negativos),
se aferra a ellos y se estimula continuamente.
Donde hay amor, las Lunas Cáncer fluyen perfectamente
pero, donde no hay amor, sufren profundamente en su interior y caen en estados
de ánimo depresivos. Como signo cardinal, una Luna Cáncer tiene también el
impulso de voluntad que, le dirige a satisfacer sus deseos. Permanentemente
quiere ser amada, estar unida a otros, formar parte y participar en todos los
acontecimientos, por lo que está dispuesta a cualquier cosa para merecer ese
aprecio.
Desarrolla ideas, fantasías e imagina situaciones de
relación que quisiera ver cumplidas. A menudo, es una “glotona” en el plano
emocional; nunca tiene suficiente, manipula el entorno y lo dirige hacia la
satisfacción de sus deseos, que considera muy importantes.
Cuando deja de recibir atención o aprecio, se siente
ofendida y profundamente herida. Como el cangrejo, se desliza a su agujero,
muestra sus pinzas al exterior y, acusa a todo el mundo de no querer satisfacer
sus deseos. Se sumerge en autocompasión y hecha a los otros la culpa de su
sufrimiento.
En el plano material rige la Luna por duplicado, lo
cual ocasiona una mentalidad de niño con comportamiento infantil. Este tipo de
personas son totalmente dependientes de la influencia del entorno, se adaptan
desmesuradamente y están atormentadas por unas exigencias simbióticas
inconscientes de acercamiento, por un anhelo de calor de nido y de caricias.
La mayoría, en este estado, no saben verdaderamente lo que quieren y, con
la fluctuación de sus sentimientos, se convierten en el juguete del entorno,
dependen de la familia, de la madre, de la pareja y se resisten a crecer. Para
ellas, la seguridad es muy importante y, por eso, aspiran a la estabilidad y,
prefieren vivir siempre en la misma casa y en la misma ciudad. Si este YO lunar
infantil no obtiene lo que quiere, se repliega sobre sí mismo asumiendo a solas
su responsabilidad. Es decir, debe aprender a satisfacer sus deseos por sí
mismo y a encontrar la propia seguridad en su interior.
Superación.
La superación mediante la crisis tiene lugar en el signo opuesto, Capricornio.
Cuando el comportamiento esperado, o bien de la madre o de las
personas queridas, no se produce. Algunas Lunas Cáncer maduran siendo
abandonadas a un periodo de soledad y aislamiento, otras son arrojadas del nido
para que aprendan a volar. La Luna Cáncer, frente a esto, reacciona con
autocompasión, se siente engañada e incomprendida, excluida, dejada en la
soledad y ofendida por momentos, se esconde en su propia concha.
Cuando pierde la seguridad y la pertenencia al nido protector, cuando no tiene
el calor que necesita, entonces sufre lo indecible y hace responsable de ello a
las circunstancias, sin embargo, ella es la que más sufre.
Cuando quiere castigar al mundo, aislándose de él, incapaz de demostrar
amor, entonces es cuando empieza en su interior un proceso de purificación y de
maduración. Todos los signos de agua tienen algo que ver con la purificación,
las compuertas se abren y las lágrimas fluyen. Después de haberse desahogado
llorando, la mayoría de veces vuelve purificada y muchas veces como si nada
hubiera ocurrido.
Lo mejor cuando la Luna Cáncer tiene una crisis es dejarla en paz, ya que su
transformación se manifiesta en su signo opuesto Capricornio que sube a la
cumbre de la montaña en solitario. Así pues, hay que dejar que la Luna Cáncer
se aislé, que sea reacia, que este de morros, que se purifique hasta que vuelva
por su cuenta y se quede libremente.
Entonces alcanza el tercer nivel en donde Neptuno entra en funcionamiento,
mostrando en ese nivel consciente un profundo amor por todo que proviene de la
transformación del regente egocéntrico, en el amor universal del regente
esotérico Neptuno que se preocupa incondicionalmente de los demás.
Neptuno las capacita para intervenir y sacrificarse allí donde reina el
sufrimiento, al hacerlo, olvida sus propias necesidades personales y puede
dedicar sus sentimientos maternales hacia los demás.
Aquí, también es de ayuda el pensamiento semilla esotérica:
“Construyo una casa iluminada y en
ella habito”
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