martes, 22 de febrero de 2022

RECUPERAR EL TIEMPO



Todo aquello que no hemos vivido en épocas anteriores de nuestra vida queda pendiente para ser vivido en años posteriores. Es como una asignatura pendiente.

Existe un trabajo terapéutico que se desarrolla dentro de la línea de la Antroposofía, en la que se divide la vida de la persona en “septenios”, que son ciclos de 7 años. Por ejemplo, uno de los septenios abarca el periodo de los 21 a los 28 años. Se dice que esta es la época de experimentación, de la alegría, de la expansión.

Puede suceder sin embargo, que en la biografía de muchas personas ocurran sucesos que impida que sigan el “guion” de su vida, como suele ocurrir con aquellas mujeres que a los 21 o 22 años tienen un hijo, y tiene que dedicarse a criarlo y a las tareas del hogar.

Cuando los hijos se hacen mayores, llega el momento en que se van de casa. Es entonces cuando esta mujer puede sentir la necesidad de vivir esa etapa de la experimentación que no vivió antes. Hay una tendencia natural a volver a esa etapa no vivida y cerrar el círculo que quedo abierto por el cambio de planes.

Todo el universo tiene características de pulsación. Todo pulsa, se expande y se repliega, y vuelve a su origen. Todo lo vivo se expande y se repliega. Todo lo vivo es capaz de sentir rabia y alegría y salir hacia fuera. Y todo lo vivo es capaz de sentir miedo y tristeza y replegarse hacía el interior.

Por eso en la vida siempre es necesario un toque de humor. De vez en cuando tenemos que decirnos a nosotros mismos: “ríete de tu avería”. Y es verdad, hemos de reírnos de todo y especialmente de nosotros mismos. Nada en la vida es tan importante que no admita un toque de humor.

De vez en cuando deberíamos hacer alguna “chifladura sana” salirnos de nuestro papel o rol para sentirnos mejor.

Como decía Mark Twain: “nada se resiste a un ataque de risa”. El sentido del humor nos defiende del miedo, de la tristeza y de la rabia.

 

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