La vida no te espera, ni se programa en una agenda, la
vida te está sucediendo en este mismo instante: en el aquí y el ahora. Es en este preciso instante donde todo
acontece, donde las oportunidades germinan y los trenes se detienen en las estaciones
avisándote de una llegada que ya nunca volverá a repetirse. Recuérdalo, no dejes para mañana la
felicidad que mereces hoy.
Este mensaje por sí mismo ya nos resulta inspirador a la
vez que acertado, contiene un matiz en el que tal vez no hayamos pensado antes.
La mayoría sabemos que las mejores oportunidades suceden en este mismo
instante; sin embargo, no siempre las vemos o peor aún, no nos sentimos
preparados para ellas, nos falta cierta valentía, cierto coraje para cruzar la
línea del miedo.
Si nos preguntamos sobre el porqué de esta indecisión o de
esa “ceguera” para ver las puertas que se abren cada día ante nosotros, la
respuesta se halla en nuestro legado cultural, en nuestra educación y en esa
perspectiva vital que nos han hecho asumir. Así, y casi desde que somos niños,
nos han convencido de que hay un lugar en el que seremos felices, que llegara
un día en que en base a nuestros esfuerzos, confianza y afán de superación
alcanzaremos esa meta, ese objetivo deseado.
Puede que esto sea cierto para algunas personas, sin
embargo, si hay un aspecto que caracteriza a nuestro mundo actual es la
incertidumbre. A veces, quienes más se esfuerzan en “sembrar” son los que menos
acaban cosechando. En esencia, muchos de nosotros nos pasamos media vida
esperando un “algo” que nunca acontece, diluyéndose en esa eterna espera nuestras
esperanzas y expectativas.
Atrevámonos por tanto a aplicar una nueva estrategia,
dejemos de focalizarnos en el futuro para apreciar un poco más el aquí ahora,
invirtamos en un presente de calidad a través de una mirada receptiva, una
mente abierta y un corazón que toma lo que necesita.
Apreciar el aquí y
ahora para invertir en felicidad.
Para muchos, vivir aferrados a la inmediatez, a lo que
sucede en este mismo instante supone poco más que un acto de irresponsabilidad.
En primer lugar, entendamos que vivir en el aquí y ahora no significa que
debamos asumir una visión hedonista, un carpe díem al más puro estilo barroco
donde limitarnos a disfrutar el instante….como si no existiera mañana. De hecho
es todo lo contrario, porque aprovechar el presente también es invertir en el
futuro.
Decía Paul Auster con gran acierto que las personas deben
aprender a vivir en el hoy, porque “¿qué importancia tiene quien fueras ayer si
tienes claro quién eres ahora?”. Ahí está la clave, en saber quiénes somos hoy,
en recordar dónde estamos, qué necesitamos y dónde queremos llegar. De hecho, y
como curiosidad, cabe decir que hay un tipo de paciente muy común que
encuentran a diario los psicólogos en su práctica clínica, a saber, aquel que
está “desconectado” de sí mismo y del momento presente.
Hay muchas personas que al experimentar una sensación
difícil, al sentir una emoción compleja o problemática no dudan en interpretar
estos eventos como “amenazas”. Tras esa categorización, optan por mirar hacia
otro lado diciéndose aquello de “mañana será otro día”, “mañana estaré mejor” o
“el tiempo todo lo tapa y todo lo cura”.
Se limitan a acumular conflictos, vacíos y frustraciones
varias como quien tira sobre su espalda cada piedra encontrada en el camino.
Eluden toda responsabilidad para con su persona sin saber que quien
atiende sus emociones en el aquí y ahora
invierte de forma inteligente en su felicidad.
Practicar la atención plena, apreciar el aquí y ahora
Aplica en tu día a día la siguiente afirmación: saber vivir es hacer lo mejor que podemos
con lo que tenemos en el momento en el que estamos.
Una mente en calma es sinónimo de una vida más clara. Para
alcanzar ese estado de equilibrio interno nos será de utilidad practicar la
meditación, el yoga o la respiración profunda.
No dejes para mañana la preocupación que tienes hoy. Toda
emoción compleja, ansiedad o problema debe resolverse en el momento presente.
Trabaja tu enfoque, presta atención a cada cosa que haces,
a lo que te envuelve en este mismo instante. Evita la multitarea.
Sal a caminar cada día, al menos durante media hora por un
escenario natural.
Práctica la gratitud, agradece cada cosa que tienes y que
te rodea.
Aprende a escuchar mejor.
Como sin prisas, disfruta de cada bocado, de cada sabor.
Comparte tiempo de calidad con los tuyos.
Practica aficiones que te resulten interesantes y que
despierten tu creatividad.
Para concluir, aprender a vivir en el aquí requiere ante
todo voluntad y trabajo diario. Nadie cambia su enfoque de una semana para
otra, pero con voluntad y decisión apreciaremos mucho más eso que realmente
existe, eso que podemos tocar, sentir y disfrutar EL PRESENTE.
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