RECONOCER
NUESTROS ERRORES NOS AYUDA A PERDONAR
Perdonar
a alguien no solo simboliza que hemos aceptado su falla, sino también que somos
capaces de reconocer nuestros propios errores.
Perdonarse
a uno mismo y perdonar a los demás pueden tener un origen muy similar, y en
ambos casos, es muy beneficioso para nuestra salud.
Desde los comienzos de la
humanidad, los seres humanos hemos necesitado del perdón y la misericordia. Sea
que está provenga de nuestro creador o de otra persona. El amor verdadero está
profundamente ligado al perdón. Aun así, la imperfección humana nos lleva a
obviar comportamientos naturales como saber perdonar, pasando por alto las
ofensas que otros han cometido contra nosotros.
Una realidad contundente es que
todos en algún momento hemos hecho o dicho algo que necesita del perdón. De
igual momento podemos definir el perdón, como la acción de dejar pasar un
acontecimiento negativo realizado en nuestra contra, o hacia alguien o algo que
apreciamos.
Reconocer
nuestros propios errores nos ayuda a restarle
importancia a estas situaciones cuando seamos nosotros los ofendidos. Y esta no
debería ser la principal razón por la que debemos perdonar a los demás, pero nos ayuda en el proceso. En realidad
cuando reconocemos nuestros errores demostramos que somos personas razonables y
pacíficas, cualidades que valen oro en toda buena relación.
La raíz del problema radica en la
capacidad de perdonarse uno mismo de los
errores del pasado. ¿Qué quiere decir esto? En pocas palabras, no seguir culpándonos por los errores cometidos
en el pasado, y menos seguirnos diciendo “no
puedo perdonarme a mí mismo”.
Perdonar
a los demás nos ayuda a nosotros
mismos, nos libera de una carga toxica e innecesaria y contaminante. Otro
motivo para perdonar es que lograremos tener un corazón contento que hace bien
como sanador. Todo esto nos permitirá sentirnos limpios, libres de todo rencor
e ira.
Lo contrario también es cierto,
un corazón rencoroso suele irradiar energía negativa, amargura, desdicha y
proliferación de enfermedades. Los estudios demuestran que las enfermedades se alimentan de
nuestros sentimientos negativos. Todo esto nos hace
pensar que la mejor manera de ser felices es cultivando el perdón, tanto en
nosotros mismos como hacia los demás.
Ser
agradecidos promueve el perdón.
Cuando reconocer nuestros propios errores se vuelve prioridad, el
agradecimiento nos hace ser humildes. Y si nos enfocamos en lo bueno que los
demás hacen por nosotros, se hace más fácil perdonar. De esta manera
ejercitaremos más la gratitud que el orgullo, siendo éste último un combustible
contra el perdón.
Por ello sé agradecido por un día
más de vida, por tus alimentos, por poder respirar, por tener un cerebro capaz
de crear miles de cosas. Sin duda alguna todo esto influirá positivamente y nos ayudará a perdonar a otros.
Perdonar
no es olvidar, es dejar salir de nosotros el dolor atrapado en nuestro
interior.
Valorar
los esfuerzos de los demás
Valorar los esfuerzos de los
demás en especial de las personas que nos rodean, contribuye a que seamos
agradecidos y por ende perdonadores. Perdonarse
uno mismo de los errores del pasado nos hace ver los esfuerzos de los demás
como muestras de arrepentimiento sincero.
Estas muestras son necesarias
para el perdón, pero siempre dependerá de que las veamos con gratitud.
Así que deja de decirte: “si no puedo perdonarme a mí mismo, ¿cómo
perdonaré a otros?” ¡Claro que puedes! Con empeño
y un poco de dedicación, estamos seguros de que lo lograrás.
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