Seguir adelante sin
haber resuelto nuestros nudos emocionales y heridas vitales no es una buena
opción. Debemos ser capaces de transitar en esos mundos internos para dar forma
a una mejor versión de nosotros mismos.
Seguir adelante sin mirar
atrás no siempre es fácil. No cuando la tristeza pesa en exceso y arrastramos
con nosotros el dolor de tantas batallas con heridas. A veces, es necesario
hacer un alto en el camino para sanar, recomponernos e incluso reinventarnos.
Solo cuando hayamos dado forma a una nueva y mejor versión de nosotros mismos,
estaremos listos para seguir.
Así, podemos equiparar
la vida a un tejido bordado de inicios y finales. Son dos caras de la misma
moneda, están llenos de emociones contrapuestas que no siempre sabemos cómo
manejar, de miedos e inquietudes afiladas que lastran la aparición de nuevas
oportunidades. Hacerlo del mejor modo determina sin duda la integridad y la
calidad de todo aquello que pueda venir después.
Expertos en el tema,
como Denise Beike de la Universidad de Arkansas, señalan que en nuestro ciclo
vital más que el impacto que puedan tener diversos hechos de mayor o menor
gravedad que hayamos experimentado, está el modo en que los hayamos afrontado.
Por ello, es importante tener una visión clara y objetiva de determinados
aspectos.
Es muy común, por
ejemplo, que tras haber pasado por un mal momento alguien nos diga aquello de
“hay que seguir adelante”. Sin embargo, ¿cómo hacerlo cuando hay en nuestro
interior tantos pesos y angustias emocionales?
Tenemos claro que
debemos mirar hacia adelante, pero no siempre es fácil generar ese progreso,
ese avance real.
Porque el dolor tiene
raíces profundas y no podemos arrancarnos –así como así—para trasladarnos a
otro espacio, a otro lugar haciendo borrón y cuenta nueva. Debemos ser capaces
de reparar y transformar. De crear una materia nueva partiendo de lo que somos,
de la vivido y la aprendido. Ese proceso puede llevar tiempo, pero tras ello,
nos daremos la oportunidad de empezar de nuevo del mejor modo.
“A veces las cosas se deshacen para que otras mejores puedan crearse”
--Marilyn
Monroe—
Seguir adelante con exceso de equipaje no es una buena opción
Podemos hacerlo. Podemos situar la mirada en el horizonte,
poner un pie tras otro y seguir adelante como si nada. Es posible incluso darle
al tiempo toda la responsabilidad en materia de curación emocional. Creer que
al quitar páginas al calendario nos estaremos arrancarnos también las penas y
los recuerdos. Sin embargo, llegará un día en que nos daremos cuenta de que
nada de eso ha funcionado.
Albert Ellis, conocido psicoterapeuta cognitivo, nos
recordaba que a menudo las personas nos dejamos llevar por determinadas
creencias sin sopesar otras alternativas. Son lo que él llamaba “ideas
irracionales”, esas que nos sitúan en estados personales poco saludables y
hasta problemáticos.
Así, cada vez que estemos obligados a dar forma a algún
tipo de transición o a tener que afrontar un momento de gran dureza, es
imprescindible que reflexionemos en las siguientes dimensiones.
Avanzar emocionalmente
Avanzar no es lo mismo
que seguir adelante. Es común, por ejemplo, que muchas personas acudan a
terapia psicológica en busca de ayuda porque se empeñaron en su día en seguir
adelante tras sufrir una separación o la pérdida de un ser querido, olvidando
antes un aspecto: hacer el duelo.
Es necesario integrar en
nuestro registro personal un término muy básico: avanzar. Lo que implica esta
palabra es lo siguiente.
Avanzar significa no quedarse atrapado en el
mismo lugar.
Avanzar implica entender que debo aplicar una
nueva estrategia de vida.
Generar un avance requiere empezar por un
mismo desde el interior (sin huir)
Es decirme que tengo que aceptar lo que siento,
entenderlo, manejarlo, sanarlo y permitirme una nueva oportunidad. De este modo
“progresamos” emocional y psicológicamente.
Asimismo, hay que tomar conciencia de un detalle: la
tristeza y el dolor de una pérdida no desaparece. Nadie puede borrar ese tipo
de sentimientos. Debemos crear un espacio en nuestro interior y aprender a
convivir con ello.
Las transiciones
llevan tiempo
Tal y como nos revela un estudio llevado a cabo por el
doctor Mark A. Thornton, de la Universidad de Cornell, todo cambio lleva
consigo una seria de emociones con las que saber transitar. Volver la cabeza y
el corazón a estos estados para seguir adelante sin más, implica a menudo
correr el riesgo de desarrollar algún tipo de trastorno psicológico como una
depresión.
Debemos ser capaces de llorar la tristeza, de canalizar
la rabia y la frustración, de quedarnos quietos junto a la decepción para
desgranarla y obtener un aprendizaje de ella.
Empezar de nuevo
con una versión más fuerte
Las personas no cambiamos, avanzamos. El ser humano se
transforma las veces que crea necesario no por capricho, no por placer, sino para
afrontar la adversidad y alzarse como un ser más resistente, hábil y preparado.
Somos conscientes de que seguir adelante es la única
opción vital que tenemos, la opción contraria es quedarnos encallados. Sin
embargo, hagámoslo del mejor modo sin huir de nosotros mismos y de ese interior
que como una habitación desordenada y a oscuras requiere nuestra atención,
requiere orden, oxígeno y más de un cambio.
Permitámonos por tanto empezar de nuevo en nuestros
senderos personales con una versión actualizada, fuerte y esperanzada. Como
dijo Charlotte Bronte una vez, dejemos de evocar el pasado: el presente es más
seguro y el porvenir aún más luminoso.
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