Cada persona es heredera de sí misma. Con
esta frase podemos deducir que; nacemos en un lugar determinado, en un siglo,
en una familia y en una sociedad que están hechos a la medida de la nueva
experiencia que hayamos elegido tener en la nueva encarnación. Este destino está
marcado por las experiencias que hayamos tenido con anterioridad, en otras
existencias, diremos pues que: el presente es consecuencia del pasado, y el
futuro lo es del presente.
Como si de una universidad se tratará nuestro
espíritu va progresivamente adquiriendo experiencias de este nivel de
existencia, el más denso, si durante el “curso” no aprobamos determinadas
“asignaturas” tenemos que repetirlas.
Esto que la mayoría calificamos de Karma, no es, ni más ni menos que una
Ley Universal:
LA LEY DE CAUSA Y EFECTO.
Esta Ley está continuamente en el plano de lo cotidiano, sabemos que todo lo que produzcamos con nuestros actos tendrá una reacción en el entorno, día a día experimentamos lo que significa el intercambio retributivo y continuo, que es la base de nuestra existencia.
Si admitimos la Ley Kármica y la reencarnación, tenemos que pensar que donde nacemos y en que enclave, no es cuestión del azar, sino que es la forma de “actualizar” nuestra personalidad y de esta forma desarrollar nuestro trabajo evolutivo.
Aunque nos parezcamos al núcleo familiar en el que hemos nacido, desde muy pequeños ya surgen contradicciones y divergencias en la adaptación con el medio, de hecho la mayoría de veces los hermanos tienen un carácter totalmente distinto, siendo educados en el mismo hogar y con los mismos padres.
Para los hindúes cuando la persona muere sus experiencias pasan a formar parte de la gran biblioteca del Universo -Akasha-, que constituye el cuerpo etérico del planeta. Ahí es donde se concentran todos los pensamientos del mundo, formando un aura que podría ser lo que Jung definió como el inconsciente colectivo de la humanidad. Nuestra memoria grupal. Las experiencias de cada uno de nosotros en nuestras existencias anteriores están en nuestro interior, forman el equipaje psicológico y espiritual que traemos en nuestro regreso a la Tierra, con los objetivos y las diversas tareas que tendremos que realizar.
En cada uno de nosotros la energía de Akasha está representada por el planeta Venus, la cual cuando desciende de los planos sutiles hasta el universo materializado la transforma en Luz, sonidos y colores creando las formas lumínicas. A Venus la acompaña Mercurio, la Inteligencia del mundo, ambas energías se encuentran en nuestro interior aportándonos sus cualidades y haciéndonos comprender que formamos parte de ese gran todo cósmico.
Para ayudarnos tenemos también dentro de
nosotros una herramienta igualmente universal: el deseo, simbolizado en nuestra
carta natal por el planeta Marte, que es el motor de nuestra acción cotidiana.
Este planeta pone en marcha nuestras energías y las encauza hacía la conquista
de la meta. Es la energía física, el calor corporal, el impulso de ir más allá
de la mera vida vegetativa, al crear en nosotros la ilusión de la duración,
dota de realidad al tiempo. Porque el ser humano quiere existir, probar,
conquistar, reproducirse, porque el ser humano teme el silencio, la inercia, la
muerte, Marte crea en nuestro interior el deseo de la obra kármica y anima a la
rueda de la vida. En sánscrito Marte se denomina Kama, el origen del
Karma.
En la astrología Kármica la meta de nuestra vida está determinada por la posición de los Nodos Lunares en los signos donde se encuentren y en las casa, estudiaremos también todos aquellos elementos que estén conectados a ellos, ya sean planetas o aspectos significativos. Tenemos que mirar la carta natal de forma global y con los Nodos como base, revisado toda la astrología, puesto que los planetas son el origen y no la causa, y ese origen es preexistente al nacimiento de la persona.
La primera lectura consiste en descifrar los elementos kármicos del dibujo y sintetizarlos.
La segunda permite deducir cuál es la línea de evolución de la carta en función de las indicaciones del Nodo Norte.
El tercer nivel de estudio nos dirá la meta evolutiva que debemos seguir en la vida cotidiana, y en que etapas se producirán acontecimientos que nos ayuden a tomar conciencia de ella.
El decorado está listo, los personajes existen, pero el guion está por escribir.
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